jueves,18 agosto 2022
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Javier Callejo Martín - Licenciado en Ciencias Empresariales

A vueltas con la regulación…

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La exigencia del regulador para que los bancos avisen al cliente con tres meses de antelación al vencimiento, de si se renueva o no una operación, solo va a cambiar la forma de repartir las cartas, pero no el juego.

Entiendo que desde las administraciones públicas se pretenda salvaguardar los derechos de las personas, sean físicas o jurídicas, más aún cuando se refiere a las negociaciones que se realizan con las entidades financieras, donde los contratos de adhesión dejan poco margen de intervención. “cuando firmas con el banco, el mango de la sartén lo tienen ellos”.

Sin embargo hay ser conscientes de la realidad. La gestión del riesgo es vital para una entidad financiera y las consecuencias que el saneamiento de los balances de los bancos en estos últimos años tuvieron su máxima consecuencia negativa en el endurecimiento de los criterios en la concesión de riesgo. La famosa “demanda solvente”, parecía haberse extinguido. El resultado fue que muchas pequeñas empresas se encontraron sin posibilidad de acceder al crédito y el cierre de una o dos líneas de financiación por parte de sus bancos llevaron a muchas al desastre, sobre todo si su nivel de endeudamiento no era proporcional a su nivel de facturación o si no habían realizado una buena gestión financiera.

No es extraño que se realicen operación con duraciones superiores al año en las que se incluyen cláusulas de prorroga tacita con preaviso anterior a la renovación. En mi opinión el preaviso de tres meses puede dar lugar a que de forma automática se comunique a todos los clientes que sus créditos se van a cancelar en la fecha prevista y una vez analizada la documentación en la renovación se revocara la comunicación anterior. Es decir, no hemos ganado nada más que más carga administrativa y que las entidades verificaran la documentación económica con mayor plazo, lo que puede generar una imagen distorsionada de la realidad de las empresas. No creo tampoco que el preaviso vaya a generar mayor nivel de morosidad. Las operaciones actualmente ya cuentan con un vencimiento definido, siempre lo han tenido. Es cierto que por la experiencia que tuvimos en los años de bonanza económica en el que las renovaciones de las cuentas de crédito, por poner un ejemplo, se convertían en meros trámites burocráticos, incluso en situaciones en las que dichas cuentas estaban permanentemente dispuestas, dando la sensación de que no tuvieran un vencimiento determinado, que si lo tenían. Cuando no se renovó la operación a vencimiento, el cliente no pudo cubrirla, no porque no se le preavisara, sino porque no contaba con capacidad financiera para hacerlo y no pudo obtener de otra entidad un sustitutivo.

La solución pasa por lo tanto por una mayor prudencia en la adquisición de riesgos por parte de las empresas, sobre todo en tiempos de bajos tipos de interés y con el sector bancario muy activo como sucede en la actualidad. Las empresas también deben adecuar el tipo de financiación al destino de sus inversiones. No era extraño ver como muchos promotores adquirían suelos con cargo a cuentas de crédito. En el otro lado de la mesa y si las entidades financieras han hecho por fin los deberes, tienen unos balances solventes y capacidad de concesión de crédito sano harán que las concesiones y renovaciones de los riesgos vuelvan a una relativa normalidad. Es muy propio de nuestro país olvidar con rapidez lo duro que han sido estos años y no sería recomendable volver a caer en los mismos errores.

Nunca he creído que el mercado sea capaz de autorregularse, y las pruebas así lo demuestran pero creo que se ha de legislar sobre lo general sin intervenir hasta el último detalle por muy sistémica que sea la banca dentro de la economía.

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