Anderson explora la influencia de la literatura y la política vanguardista europea sobre Rizal y su contemporáneo el innovador folclorista Isabelo de los Reyes, apresado en Manila después de los violentos levantamientos de 1896 y más tarde encarcelado, junto con anarquistas catalanes, en el castillo barcelonés de Montjuïc.
A su regreso a Filipinas, para entonces ocupada por los estadounidenses, Isabelo formó los primeros sindicatos militantes, bajo la influencia de Malatesta y Bakunin.
Anderson analiza las complejas relaciones intelectuales de estos jóvenes filipinos con la nueva «ciencia» de la antropología en Alemania y Austro-Hungría, y con los empiristas franceses posteriores a la Comuna, sobre un fondo de anarquismo militante en España, Francia, Italia y América, el levantamiento armado de José Martí en Cuba y las protestas antiimperialistas en China y Japón.
Al hacerlo, describe el estrecho entrelazamiento del internacionalismo anarquista con el anticolonialismo radical.