Según descata El País, esta iniciativa tiene un claro sello político y lo argumenta con el anuncio que la consejera de Educación, María José Català, hizo el pasado mes de diciembre en Lo Rat Penat, la sede de la entidad más representativa del secesionismo lingüístico —sector que niega que el valenciano y el catalán sean la misma lengua—.
Este proyecto ha puesto en el ojo de mira el uso de las materias escolares como argumento y munición política, en el que ningún Gobierno ha llegado tan lejos como el de Francisco Camps. Entre sus cambios destaca la imposición de Educación para la Ciudadanía en inglés, pese a que los profesores no estaban capacitados para ello. Esta estrategia hizo famoso a su consejero Alejandro Font de Mora, que se rebautizó para la contienda como Fountain of Blackberry y no solo fue el paladín de la confrontación con el Ejecutivo central socialista, sino que puso en pie de guerra a toda la comunidad educativa como nadie antes.
Nuevas enseñanzas
El Gobierno de Camps no dejó pasar la oportunidad de ligar anuncios de nuevas enseñanzas a la política de grandes eventos, en este caso a través de la Formación Profesional. Dos meses antes de que en agosto de 2008 Valencia estrenara el circuito urbano de fórmula 1 y cuatro antes de que se inaugurara la sede alicantina de la Volvo Ocean Race, Font de Mora anunció en el Parlamento autónomo “la introducción de especialidades sobre embarcaciones de recreo” en Alicante y de “automoción de competición para la fórmula 1”, porque es, dijo, “lo que la sociedad va demandando”.
Cinco años después, Valencia se ha quedado sin F-1 y, en su última visita al complejo educativo de Cheste, la consejera de Educación prefirió una foto en un helicóptero vinculado a la formación profesional en Aviónica. Nadie se atrevió a bromear sobre aeropuertos sin aviones.