jueves,18 agosto 2022
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Aunque esos datos valen ya más de 10 veces que el petróleo

Datos financieros más abiertos elevarían el PIB hasta 1,5% en Occidente y 5% en India, dice McKinsey

Redacción
Las conclusiones de este estudio parecerán exageradas a muchos consumidores hartos de sus click para aceptar exponer sus datos sin leer ladgos textos. De Australia a Brasil, de Nigeria a EEUU, muchos países preparan regulaciones para el uso compartido digital de datos financieros. Crearán ecosistemas que faciliten y aceleren las interacciones finanzas-clientes. McKinsey les anima al asegurar que datos financieros mas abiertos también elevarían el PIB mundial con el reparto arriba señalado.
El valor creado en torno a los datos de la ciudadanía multiplica ya por diez al valor de petróleras y triplica al de las finanzas, decía Ibercampus.es hace un año, cuando el valor de Apple en Bolsa superó los dos billones de dólares  (casi el doble que el PIB español),tras subir un 100% desde marzo capital ´BigTech´ ,1/3 de las Bolsas, triple que banca. Pero esas históricas transformaciones les parecen cortas a las multinacionales clientes de McKinsey. Su Global Institute acaba de alimentar esa idea al publicar un  informe gratuito de 36 páginas  titulado Financial data unbound: The value of open data for individuals and institutions.

Es un Discussion Paper donde 7 de sus mejores analistas bancarios ( Olivia White, Anu Madgavkar, Zac Townsend, James Manyika, Tunde Olanrewaju, Tawanda Sibanda, and Scott Kaufman) revelan algunas investigaciones.

Las dos primeras han analistas acaban de publicitar además el estudio en un artículo publicado a través de ProyecSyndicate en grandes diarios sin citar ese contexto.Y ello a pesar de las recientes experiencias relativas propias: aunque dos científicos alertaron en 1997 de la crisis de los opiáceos, el caso le ha costado a la gran consultora el presente año 573 millones a McKinsey y una crisis.

 

Argumengos no faltan ahora Tampoco a McKinsey. Al liberar de fricciones el flujo de datos de clientes entre instituciones financieras por medio de interfaces de programación de aplicaciones (API), los sistemas de datos abiertos reducen o eliminan la necesidad de procesamiento manual de datos.

Dice que puede haber beneficios significativos, entre ellos una mejora del acceso a servicios financieros para personas y pequeñas empresas; por ejemplo, un cliente con poco historial crediticio tendrá más oportunidades de recibir un préstamo (que puede ser el primero) si hay datos que muestran que paga en tiempo y forma las facturas de servicios públicos, alquiler y otras cuentas.

Otras ventajas que atribuye a los consumidores incluyen mayor comodidad (al no haber necesidad de llenar una y otra vez por triplicado los mismos formularios) y acceso a una variedad más amplia de productos. En el Reino Unido, donde hay «banca abierta» desde 2018, es muy fácil para los clientes pasar sus cuentas de una institución a otra para obtener una tasa más alta por los depósitos, o comparar intereses de préstamos hipotecarios de diferentes proveedores sin tener que pagar comisiones a intermediarios.

En Estados Unidos, el presidente Biden dictó el 9 de julio de 2021 una orden ejecutiva sobre la promoción de la competencia en la economía estadounidense, donde se hace mención explícita de un mayor uso compartido de datos financieros, para que «los consumidores tengan más facilidad para cambiar de institución financiera y usar nuevos productos financieros innovadores».

También ve beneficios para los proveedores de servicios financieros: la adopción de los datos abiertos aumenta su eficiencia operativa, al permitirles acceder a datos verificados digitalmente y ahorrarse así la onerosa tarea de actualizar y buscar información en «silos» de datos en forma manual. Esto reduce considerablemente los costos asociados con la reparación de errores en los datos de gestión de relaciones con los clientes (se estima que ascienden a un 20% del ingreso de una institución financiera típica) y permite a los proveedores de servicios aumentar la automatización en sus operaciones con datos.

Añade que mayor uso compartido de datos también implica que los bancos pueden asignar personal a los clientes más expuestos a riesgos y reducir la necesidad de obtener datos a través de intermediarios. En Estados Unidos, por ejemplo, casi la mitad de los prestamistas hipotecarios dependen de datos de terceros para originar un préstamo, pero los modelos abiertos están haciendo posible el acceso público a una buena parte de esta información financiera.

Finalmente, el uso compartido de datos es una herramienta eficaz contra el fraude, ya que pone a disposición de las instituciones más pruebas y pistas para marcar actividades sospechosas y mejorar los modelos predictivos destinados a tal fin.

Además de esos beneficios y de sus citadas implicaciones mactoevonomicas en el PIB, dice que hay otros para todos los participantes del mercado (instituciones financieras, clientes individuales, empresas micro, pequeñas y medianas), aunque en mayor o menor grado según la estructura y profundidad financiera de cada país y las características de su sistema de datos abiertos.

Otra de las conclusiones es que incluso los países que están a la vanguardia en la adopción de los datos abiertos sólo acceden a una parte del valor potencial total: entre 30 y 40% en el RU y sólo 10% en Estados Unidos y Europa.

Para hacer realidad todo el valor defiende McKinsey un nivel de estandarización de datos y una amplitud en su uso compartido que por ahora pocas economías poseen.

Para operar en escala (y así concretar lo más que se pueda el valor potencial), apunta mecanismos que permitan acceder con facilidad a una amplia variedad de datos financieros a través de API y por un costo mínimo.

Otros dos aspectos esenciales: una sólida infraestructura financiera digital sobre la cual construir un sistema de datos compartidos, e innovación para que no deje de prosperar. Durante la pandemia de COVID‑19, los países provistos de una infraestructura financiera digital bien desarrollada pudieron hacer transferencias a empresas y personas con rapidez y eficiencia. Estos programas dependen en gran medida de la existencia de canales de pago digital, junto con sistemas de identificación digital confiables con amplia cobertura poblacional y mecanismos incorporados de protección de los consumidores.Y en muchas economías emergentes, otros prerrequisitos para acceder a todo el valor económico de un ecosistema de datos compartidos son el acceso básico a Internet, una amplia penetración del teléfono inteligente y un suministro confiable de energía.

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