jueves,18 agosto 2022
Espacio euroiberoamericano de diálogo sobre la innovación social, profesional y académica
InicioOpiniónBlogsDesempleo ¿dolencia secular?

Desempleo ¿dolencia secular?

Futurolandia
Casi cuatro millones y medio de parados en los últimos trimestres. Por encima de cuatro millones desde 2009, con un máximo de más de seis a principios de 2013 ¿Es posible volver a cifras por debajo de los dos millones, como era habitual antes de la crisis? ¿Podemos en unos años reducir la tasa de paro del 20 al 10%, es decir, de dos desempleados cada 10 personas que desean trabajar, a sólo una?

Es inevitable un desajuste en el empleo que,en los mejores tiempos de alto crecimiento, se calificaba de "friccional"  y que podía afectar a un 5% de la población con edad y deseo de trabajar. En los pasados años, de profunda crisis, hemos soportado tasas de paro por encima del 20% en España y del 10% en el conjunto de la UE. La gran cuestión es: ¿Cuánto tiempo puede durar este despilfarro económico y esta lacra social? ¿Será una dolencia secular o un trastorno pasajero? ¿Habrá una elevada proporción de parados de por vida?

Responder a estas preguntas exige una visión prospectiva de largo plazo, respecto a crecimiento vegetativo de la población (nacimientos – muertes), saldo migratorio (emigraciones – inmigraciones), pirámide de población (distribución por edades),  actividad (población potencialmente activa por edad – inactivos) y crecimiento económico.

El INE ha presentado hace un mes su versión actualizada de las Proyecciones de Población 2016-2066 (http://www.ine.es/prensa/np994.pdf). Los cálculos demográficos avisan de perdidas vegetativas permanentes de población al proseguirse la tendencia, ya iniciada en 2015, de superar las defunciones a los nacimientos. El cambio es drástico y progresivo: de un crecimiento anual de +100.000 que experimentamos  hacia 2010 a -100.000 dentro de 10 años,  cifra que puede duplicarse hacia 2050 e incluso triplicarse en el horizonte de 2065.

Pero para proyectar la población residente en España es preciso estimar el volumen de movimientos migratorios, que afecta a cientos de miles de personas y, además, es muy cambiante con la situación socio-económica de nuestro país y de las de origen de los emigrantes, Como referencia, en los años de la crisis se alcanzaron cifras importantes de saldo migratorio, que incluso llegaron a superar  los 250.000 de pérdidas (en 2013) por la desaceleración de entradas y el fuerte incremento de salidas (retornos a sus países de origen y salida de españoles) como consecuencia de las dificultades internas, especialmente laborales.

Resulta muy difícil hacer predicciones de futuro de ese saldo migratorio, pero todo parece apuntar a un cambio de signo, con entradas de inmigrantes por encima de las nuevas salidas. El INE maneja tres escenarios alternativos. En el más alto, el saldo podría añadir una cifra creciente año a año de población, que superaría las 80.000 hacia 2026. El escenario intermedio (el considerado como más probable) limitaría esa cifra hasta 50.000 y el más bajo se mantendría relativamente estable en el entorno de 20.000 nuevos inmigrantes netos por año.

Como resultado conjunto de crecimiento vegetativo e inmigración neta, la población residente iría disminuyendo, en forma progresivamente acelerada, en unos 30 mil habitantes por año, de promedio, durante el periodo 2016-2026, cifra que podría hasta cuadruplicarse a 50 años vista. Los 46 millones y medio de habitantes actuales es posible, si se mantienen las inercias propuestas, que se redujesen en cerca de 275.00o hacia 2026 y en más de 5 millones en los próximos 50 años (sólo 41 millones hacia 2066).

La primera gran fuerza a valorar por sus efectos sobre el paro, parece favorable a su reducción a medio-largo plazo. Pero su impacto dependerá mucho de la evolución por edades de la pirámide de población, en particular de los menores de 16 y los mayores de 64 años. Actualmente (datos 2016,3T) de los 46,5 millones de residentes en España, sólo dos tercios son potencialmente activos por edad laboral; el resto son menores de 16 o mayores de 64 (unos 8 millones en cada caso). La tasa de dependencia (cociente de esta población de jóvenes y mayores excluibles de la actividad, con respecto a la población de 16 a 64 años) superaría el 53%: aproximadamente dos en edad de trabajar por cada uno descartado por razón de edad.

Según los cálculos del INE, durante los próximos diez años los menores de 16 disminuirían en 35.000 en promedio anual y los mayores de 64 aumentarían en unos 175.000 por año. La tasa de dependencia subiría del 53 al 58% y dificultaría aún más la financiación del pago de pensiones; pero desde el punto de vista del trabajo, habría unos 140.000 menos demandantes por año en edad laboral dentro de la población. Realmente, no todos los mayores renuncian a tener una actividad laboral, pero su proporción es muy reducida (del orden del 3% entre 65 y 69 años).

Durante los próximos 10 años aún aumentará la población de jóvenes entre 16 y 24 años, pero disminuirán todos los tramos de edad entre 25 y 49 años, es decir el núcleo de la población trabajadora: una pérdida de unas 300.000 personas por año  sobre los más de 17 millones de partida en 2016.

Por eso, el paso siguiente es pasar de esa población potencialmente activa a la población activa real. Actualmente  sólo uno de cada dos residentes en España puede (por edad) y desea (por actitud) trabajar, lo consiga (ocupado) o no (parado). Respecto a los potencialmente activos (algo más de 30 millones), uno de cada cuatro no demanda (por diversas razones) trabajo. Entre esos motivos destaca el dedicarse en exclusiva a las labores del hogar (casi 4 millones), estudiantes en edad de trabajar (cerca de 2,5 millones) o por incapacidad permanente  (más de un millón).

Por tanto, cualquier predicción de futuro implica establecer la tasa de actividad por edades y sexo, definida como porcentaje de la población en cada tramo que busca activamente trabajo ¿Cómo va evolucionar la edad efectiva de jubilación?, ¿Cómo va a afectar la distribución de tareas domésticas y la conciliación del trabajo con la vida laboral?, ¿Hasta dónde llegarán los "trabajadores desanimados" que renuncian a buscar empleo?, ¿Cuál será la evolución de los trabajos temporales y a tiempo parcial?

También el INE ha publicado, hace unos días: http://www.ine.es/daco/daco42/daco4211/proyecciones/epa_proyec_2016-2029.pdf ,                                  su actualización de proyecciones de estas tasas hasta 2029 (la anterior estimación era de 2011).

Sus estimaciones apuntan a que la tasa de actividad se reduzca sensiblemente en el tramo 16-19 años, por un mayor esfuerzo educativo. El mayor deseo de incorporación  de las nuevas generaciones de mujeres al mundo del trabajo supondrá  tasas de actividad más elevadas en todos los tramos, recortándose sensiblemente el diferencial de partida respecto  a los hombres. Por ejemplo, en 2026 se prevé que la tasa para hombres continúe en el casi 95% actual, pero para mujeres habría subido casi cuatro puntos de porcentaje (del 89 al 93%).

En resumen y según las estimaciones del INE, la población activa caerá en España en los diez próximos años en más de un millón de personas (unas 125.000 en promedio anual), principalmente como consecuencia de la reducción de población entre 25 y 50 años (más de tres millones de caída 2016-2026), corregida por la mayor incorporación de la mujer.

De cumplirse estas expectativas, la evolución demográfica puede ayudar a reducir el paro en ese millón de personas en diez años. Si consiguiéramos, además, generar nuevos puestos de trabajo a un promedio de 200.000 anuales, en 2026 podríamos rondar niveles y tasas de paro aceptables. Pero por ahora son cálculos e hipótesis a contrastar. Además hay que valorar la calidad de los puestos de trabajo que se generen y las especiales dificultades que van a seguir afectando al empleo de larga duración. Volveremos sobre estas cuestiones.

Antonio Pulido http://www.twitter.com/PsrA

De interés

Artículos Relacionados

Centro de preferencias de privacidad