viernes,19 agosto 2022
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El 57% de los médicos docentes considera que la enseñanza práctica en Medicina es insuficiente

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Más de la mitad de los médicos que ejercen la docencia opinan que la enseñanza práctica en Medicina es insuficiente, según los datos preliminares del Informe de la Cátedra de Educación Médica Fundación Lilly – UCM "Enseñar a ser Médicos". Otros de los puntos débiles que se han señalado son el enfoque excesivamente teórico de las clases (27%) y la falta de impulso hacia la investigación (21%). Para subsanar esta situación se aboga por integrar al alumno en el contexto clínico durante los últimos cuatro años del Pregado y diseñar portafolios clínicos docentes que permitan reglar y evaluar la formación que reciben.

Según ha expuesto el doctor José Antonio Gutiérrez, director de la Fundación Lilly, en su intervención, “la situación de la enseñanza práctica en particular es peor valorada por los médicos docentes que la enseñanza de medicina en su conjunto”. Así, el porcentaje de médicos que evalúa favorablemente la enseñanza práctica no supera el 48%. Otro aspecto que ha destacado “es el desencanto y escasa motivación percibidos entre los médicos docentes por este aspecto de su práctica profesional. Es éste, indudablemente, un importante escollo a superar para mejorar la calidad de la enseñanza y la mejor formación de los nuevos médicos”.

Respecto a las fortalezas del modelo actual, los docentes destacan la buena preparación de base con la que los alumnos ingresan en la Facultad de Medicina (51%), el nivel teórico que se imparte y la completitud de los programas de las asignaturas (44%). “El hecho de contar con un modelo educativo muy enfocado a la teoría hace que los programas sean extraordinariamente completos”, ha explicado el profesor Jesús Millán, director de la Cátedra.

Evitar alumnos turistas

Durante el encuentro, los expertos han analizado las metodologías seguidas para la adquisición de competencias clínicas. En opinión del profesor Millán, “para aprender el ejercicio de la medicina es imprescindible contar con el entorno hospitalario”. Esta es también la opinión del doctor Ramiro Diez Lobato, catedrático de Neurocirugía y vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, quien añade que la formación del médico general competente exige el entrenamiento continuo en el contexto clínico, es decir, “la inmersión del alumno en el ámbito de la medicina extra e intrahospitalaria, al menos durante los últimos cuatro años del Pregrado, porque las competencias clínicas sólo se pueden adquirir con la práctica clínica”. 

Otro de los aspectos que señala el doctor Millán es la necesidad de que la estancia del alumno esté reglada para que aprenda metodología clínica. “Sin metodología se convierten en alumnos turistas, van de servicio en servicio y su formación queda en manos del caso clínico que llegue en cada momento”.

En este sentido ha definido como la mejor metodología aquella en la que el alumno es el protagonista, “por ejemplo, en la que aprenda a hacer historias clínicas, redactándolas”. De hecho, datos de una encuesta realizada en la Universidad Complutense de Madrid entre alumnos de medicina ponen de manifiesto que sólo el 50% de ellos hace historias clínicas, “la otra mitad sólo las comenta”, indica el profesor Millán. “Es necesario cambiar el modelo hacia la integración del alumno en los servicios clínicos y definir previamente lo que éste debe aprender”.

Definir portafolios clínicos docentes

Con el objetivo de definir los contenidos de la formación en habilidades clínicas que debe adquirir el alumno y evaluarlos, los especialistas reunidos durante el encuentro han apostado por el diseño de portafolios clínicos docentes. En opinión del doctor Diez Lobato, este instrumento “es de gran utilidad, ya que cumple con una doble función evaluadora, que será por un lado sumativa, y por otro formativa, ayudando a mejorar y propulsar el aprendizaje del alumno”.

Aunque hay diferentes tipos de portafolio, todos cumplen, por un lado, la función de “reservorio” (“log-book”), que refleja las actividades clínicas desarrolladas por el alumno y diferentes tipos de evaluaciones concretas a la que es sometido; por otro lado, sirve como elemento de interconexión entre alumnos y profesores facilitando la monitorización de la actuación, la retroalimentación y el progreso del alumno. “Por el momento se desconoce el número de facultades españolas que van a incorporar este instrumento a los nuevos planes de estudio de Medicina, y en caso de hacerlo cuál sería la estructura del mismo en cada uno de ellos”, concluye el doctor Diez Lobato.

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