jueves,18 agosto 2022
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El ajuste pendiente de la corrupción

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Zapatero y otros dirigentes de la UE que el pasado fin de semana –me dicen fuentes bien informadas– le pedían reducir el déficit en 35.000 millones de euros, en vez de los 15.000 finalmente anunciados el miércoles, jugaron durante meses a demorar o evitar sus decisiones sin tener quizá conciencia de que manejaban fuego. Tambien los de EEUU, Japón y China, por citar solo a los más grandes. Las economía de todos ellos, como la nuestra, ha estado unos días al borde del abismo.

 

Ahora, por doloroso que sea, sólo nos queda aprender, situarnos de su lado y exigirles hasta las siguientes elecciones que cumplan las promesas de refundar el capitalismo, realizadas ante el G-20 en otra ocasión similar, hace casi dos años, con la quiebra de Lehman Brothers y el estallido económico que nos llevó a enfrentarnos a una coyuntura peor que la Gran Depresión. Entonces, mal que bien, gobiernos y bancos centrales lo evitaron. Pero el pasado fin de semana la crisis del euro a punto estuvo de generar una escalada recesiva que necesitaría mayores ajustes económicos orientados a reducir las deudas tanto públicas como de familias y empresas.

Si, muchísimo peor. Veamos solo unas cifras. Aquel crash de septiembre del 2008 hundió la valoración de los activos financieros e inmobiliarios mundiales hasta la primavera del 2009 en más de 30 billones de dólares (trillions americanos). Eso equivale a casi la mitad de todo el PIB mundial de un año, más de 2 veces el de EEUU y unas 20 veces el español. La conciencia de esa pérdida del efecto riqueza es lo que más erosionó el consumo y, sobre todo, la inversión financiera y real, llevando al comercio internacional a reducirse un 12% en 2009 (23% en dólares)y a la economía mundial de crecer un 5,2% en el 2007 al -1,3 en el 2009, según la estimación de abril de ese año del Fondo Monetario Internacional (FMI), al final dejada para el ultimo año por la revisión de hace unos días en el -0,6%. El mundo no entró en otra larga Gran Depresión porque los gobiernos se apresuraron a recapitalizar los bancos y estimular la economía. El consiguiente déficit público ha elevado la deuda sólo en las economías desarrolladas de un 75,2% medio del PIB registrado a finales del 2007 a un 93,6% a finales del 2009. La de los EEUU era un 63% del PIB  y se estima que acabará el presente año en mas del 100%, mientras que la de Japón pasa del 188% al  226%.

Para tener tener una idea de la dimensión de aquel golpe financiero siguiente a la quiebra de Lehman que ha estado a punto de repetirse con impacto más bestial, pensemos en lo que costaría a la economía real reemplazar aquellos 30 billones inicialmente perdidos por la riqueza financiera mundial del 2008. Como los individuos y sus familias serían en última instancia quienes deberían gastar menos de lo que producen en años siguiente, y como el consiguiere ahorro de los hogares ascendía  a 1,6 billones de dólares, equivalente en media mundial el 5% de su renta disponible de ese año, el resultado indica que deberíamos dedicar toda la capacidad de ahorro familiar del mundo durante nada menos que 18 años consecutivos para pagar aquellos 30 billones de merma de la riqueza financiera.

Sin embargo, los mercados, siempre guiados sin otro interés general que la avaricia particular de sus agentes, pero engrasados por la liquidez del raudal de ayudas monetarias y fiscales de bancos centrales y gobiernos, decidieron entonces que podían encontrar más beneficios al cambiar de actitud. Gracias a los primeros brotes verdes que llegaron tras los citados impulsos fiscales y monetarios justo con la primavera del 2009, esa riqueza expresada en activos financieros e inmobiliarios mundiales se recuperó en los nueve meses siguientes, en el caso de los titulos cotizados en bolsa cerca de un 70%, evitando un mayor hundimiento de la actividad y el empleo. ¡Estados y mercados nos libraron de 17 años de apreturas de cinturón¡. El propio FMI estimaba a finales de abril pasado que otra vez la economía mundial podía crecer este año el 4,2%; es decir, nada menos que 5,3 puntos por encima de lo esperado hace un año, antes de iniciarse la recuperación de expectativa bursátiles, que precedieron de nuevo al ciclo de la actividad, obviamente para apropiarse del mismo.

El problema es que la libérrima mano invisible de lo financiero enseguida cambió el paso, confirmando la regla de comprar con el rumor (si se puede, generado por uno mismo) y de vender con la noticia. De ahí que la pasada semana, y sobre todo el viernes, cuando en Europa y EEUU se registró el peor crash bursátil desde el 2008 y  el año 1929, estuvimos en un riesgo similar al de septiembre del 2008, a juzgar por lo abrupto de las caídas bursátiles, del aumento de los indices de volatilidad y de las fuertes subidas de interés en algunas deudas públicas, de los seguros de todo tipo de activos, incluidos los de bonos, acciones y divisas. Con una diferencia muy importante que hacía más grave el peligro: ahora el posible quebrado no sería un banco que podría arrastrar a otros, sino un país europeo (Grecia), que amenazaba con hundir en el pánico generado por su caída a otros (Portugal, España, Italia.. tal vez después Francia y Reino Unido). La oleada podría haber afectado al final a los propios EEUU. En la locura de ese viernes, algún gran inversor llegó a pronosticar en Bloomberg que el siguiente crash sería de China. La aversión al riesgo global originada hace dos años por el de los bancos se había desplazado definitivamente a las deudas y divisas de los países, como reflejó el desplome del euro y la escalada del oro.

Otra vez la causa de ese peligro eran las oportunidades dejadas por las autoridades políticas al capitalismo de casino, tolerado por la privatización de la corrupción. A raíz del proceso de desregulación que lo ha extendido, apenas un 3% de las transacciones económicas generan activad real. La creciente velocidad de sus movimientos, facilitada por la innovación financiera y las redes de información, en las dos últimas décadas había revalorizado los activos financieros  desde el 227% del PIB mundial en 1990 a un 343% en el 2007 (niveles medios  muy superados en países como los EEUU, Reino Unido, Irlanda y España), generando su última burbuja y –de paso– la de los activos inmobiliarios, en la que se expresa otro tercio de los capitales mundiales. Además de ganar mayor rotación y velocidad de circulación, los 48 billones de dólares (trillions americanos) que valían los activos financieros mundiales en 1990 se habían convertido en nada menos que 194 billones en el 2008, aunque la crisis los redujo  a 178 . En paralelo, los activos inmobiliarios se habían elevado a 90,8 billones de dólares y apenas cayeron 3,4 el primer año, mientras los depósitos bancarios habían aumentado a 61 billones. Los beneficios de la diversificación del riesgo y de la supuesta moderación de intereses mediante la titulación creada por las innovaciones de las finanzas, des-reguladas hasta el punto de la autorregulación, se revelaron entonces ilusorios, sobre todo porque algunos de los mayores inversores o distribuidores eran los intermediarios financieros apalancados que habían creado los títulos. Varias de sus múltiples prácticas son ahora investigadas en EEUU, aunque de momento por comisiones parlamentarias cuyos grupos republicanos y demócratas reciben la financiación que se encargan de recordarles los lobbys, sin que las causas abiertas pasen a lo penal allí o en ningún sitio, por falta de alguna forma efectiva de gobierno mundial.

Pese a obligar a los estados a incurrir en los déficit y en los aumentos de deuda sin que en estos dos años se restableciera el crédito y la función principal de lo financiero (intermediar entre el ahorro y la inversión reales), el raudal público de liquidez llevó a los especuladores globales a la penúltima envestida contra algunos países del euro. Lejos de mi intención está repartir responsabilidades. Si especulan es porque les dejan, les facilitan incluso recursos que pagaremos todos,  y encuentran objetivos para hacerlo, aunque luego veremos que son discriminatorios hasta en la hora de seguir los ratios de deuda. Hay países que, además, son más vulnerables que otros, por añadir a la corrupción global de lo financiero la propia de sus instituciones, pues como explicamos en el anterior post ese cáncer social merma la confianza y termina por roer el capital social.  Otros tienen menor seguridad económica y peores defensas institucionales, desde sus órganos políticos a la prensa. Tampoco han encontrado apoyo en las supranacionales. El eurogrupo y la propia UE han sido durante meses incapaces de dar una respuesta efectiva a los ataques iniciados con Grecia, por no citar ámbitos menos cercanos como el propio FM, el G-7 y el G-20, que tras el episodio de Lehman aprobó en Londres el 2 de abril del 2009 unaagenda global para la reforma del sistema financiero y el fin de algunas formas de corrupción, ajustes  pendientes desde entonces de concretar por parte de los representantes del 85% del PIB mundial, el 80% del comercio y el 64% de la población. En su última reunión del pasado abril en Pittsburgh, el presidente Obama les dijo a los demás líderes mundiales -”Dear G20 Colleagues”- que los avances quedaban para las cumbres de Toronto (Junio 26-27) y Seul (Noviembre 11-12). Añadió que el control de los derivados financieros (esas armas de destrucción masiva de lo económico, según uno de los mayores especuladores globales) mejor dejarlo para el año 2012. En cuanto a los proyectados impuestos sobre los flujos financieros, Obama dijo que ya veremos. Y es que sus cinco  gigantes de Wall Street (JPM Chase, BoA, Goldman, Morgan Stanley y Citigroup) sacan al año cerca de 30.000 millones de dólares de ingresos a los seguros o swaps de tipos de interés (tienen 342 billones de dólares en cantidades nocionales) y a los más famosos CDS o credit default swaps ( 36 billones adicionales).  Es decir, solo esos cinco bancos afectados por el proyecto de separar la banca comercial y la de negocios, como se hizo en España hace varias décadas, controlan la mayoría de los cerca de 700 billones existentes en el globo, 12 veces el PIB mundial.

Cuando hace varios meses había empezado ese penúltimo ataque, ya escribí en este blog que el principal dilema estaba en retroceder hacia la cooperación multilateral o avanzar en la integración. Los líderes europeos perdieron otros dos meses el tiempo, a veces con la tentación de volver a las cavernas antieuropeas de la bilateralidad. Pero al final el pasado viernes otearon la profundidad del despeñadero del actual capitalismo y se avinieron al arreglo que ya todos conocemos (fondos frente a los ataques especulativos y mayores exigencias de estabilidad a los países afectados), obligando a Zapatero a rectificar y dejar de ser el ZP social con el que se nos presentaba. Muchos se han extrañado de que ese fin de semana  sonaran los teléfonos entre Merkel,  Sarkozy y Obama, y al final éste llamara a Zapatero para imponerle también el recorte de salarios de funcionarios y pensiones, así como las otras medidas necesarias para bajar el déficit desde el 11,4 del PIB el año pasado al 6% en el 2010  y 3% en el 2013. Se olvidan de que gran parte del casi billón de dólares comprometidos por el eurogrupo en fondos contra la especulación, desde el lunes empleados en compras de deuda pública y otras formas ya ensayadas antes en los EEUU e Inglaterra, van a ser financiados por el FMI, donde los votos y la responsabilidad financiera de Obama y Cameron suman casi un tercio, cuota necesaria para formar cualquier mayoría decisoria.

Otro motivo del interés de Obama y Cameron en ayudar a los países del euro, así como el de Japón y por tanto del G-7, tuvo que ser el temor a resultar contagiados si el área del euro entraba en suspensiones de pagos. El motivo es que esos tres países tienen paradójicamente algunos ratios de deuda total mayor que España, y por supuesto de deuda pública, e incluso en algunos años pasados de déficit exterior en  la cuenta corriente de mercancías y servicios, hasta que España empezó a batir máximos entre los países desarrollados. Eso sucedió  poco después de entrar en el euro y de añadir la erosión de la competitividad causada por esta divisa a sus tradicionales déficit energético y tecnológico.  Antes que la nuestra, la deuda total que más ha crecido en la última década ha sido precisamente la del Reino Unido (país de procedencia de los mayores ataques de la prensa a los PIGS : Portugal, Italia, Grecia, España), exactamente un 157% en paridades de poder de compra entre el año 2000 y el 2008,  ejercicio tras el cual empezó el proceso de reducción de deudas privadas y de sustitución por públicas impuesto entonces por los mercados. En ese momento, el volumen relativo total de la deuda británica acaba de superar las 4,6 del PIB que tenía Japón tras casi dos décadas de crisis . Frente a esas cifras, la deuda total española ha crecido en esos nueve últimos años el 150%, casi duplicando su ritmo anual de la década anterior, aunque su nivel total apenas ha llegado a representar 3,3 veces el PIB. Además, sólo un 30% de los 5 billones de dólares de deuda privada y pública española está en manos de extranjeros, frente al 35%  de los 10 billones del Reino Unido. Otros países que han tenido un rápido crecimiento de la deuda total la ultima década (cercano al 100%) han sido Corea del Sur y Francia, mientras que con crecimiento medio aparecen entre los mas desarrollados EEUU (70%), Italia (64%) y Canadá (28%), siendo menor el ritmo de endeudamiento de Japón (19%) y Alemania (7%).

Tiene mucha razón nuestro Gobierno en que la deuda pública española era apenas el 40% al empezar la crisis y solo tiende al 60% del PIB el año próximo. Pero el problema es enfrentar la citada tendencia de la deuda total con los activos que cuenta España para pagarla, lo que nos obligará en los próximos años a trabajar más y mejor, nos  pongamos como nos pongamos. Ya hace un año el FMI había advertido a España de que, si no tomaba medidas drásticas, las tendencias apuntan hacia el 100% de deuda pública a partir del 2030, para superar el 200% en el 2048 y el 300% hacia el 2053, de lo que se enteraron los operadores de los mercados financieros mejor que la prensa española. Pero antes incluso de esa advertencia era fácil prever la crisis de la deudas publicas, sobre todo cuando empezó el descontrol e incluso la malversación de caudales públicos para sustituir deudas y avales privados por estatales en casi todo el mundo, pero sobre todo España. Aquí, además, Zapatero puso al frente del descontrol una vicepresidenta que convivía sin enterarse con déficit público y exterior superior al 11%, haciendo así méritos para la degradación del rating de España, mientras sus previsiones presupuestarias para el 2009 informaban de apenas un 5% en el desequilibrio entre ingresos y gastos públicos. Al final casi duplicamos lamedia europea del 6% del PIB, aunque el déficit publico haya alcanzado el 9% en los países desarrollados. Pero estos últimos países, como los de Obama y Cameron, tienen la mitad de paro que nosotros, y por tanto un crecimiento menos anémico , mayor flexibilidad para los ajustes, mejores instituciones y sobre todo menor corrupción que España. Nuestro país está además poblado en mayor medida que otros de políticos que cuando están en el gobierno, como los malos gestores, viven del cuento del ciclo económico internacional, al atribuirse la bonanza y externalizar las recesiones, como han hecho todos, los últimos Aznary Zapatero. Sus políticas y propagandas dificultan a la gran mayoría caer en la cuenta del carácter proclítico y amplificador del ciclo de la economía española, ahora herida en su confianza internacional (así lo ha corroborado la mayor caída comparativa de la bolsa durante esta semana, que el viernes alcanzo el 6,5%) tras el festín de años de tipos de interés negativos, de corrupción urbanística, de derroche  administrativo y mala gestión de las cantidades, tiempos y grados de las medidas de ajuste económico. Es el caso de un Plan E que ha servido para dar aliento a la corrupción municipal y del adoquín, poco o nada creador de empleo neto final cuando ahora tenemos que ahorrar lo que antes se despilfarró incluso con ese Plan E, utilizado por ejemplo para facilitar con ese dinero público el abrir un negocio privado que antes incumplía las normas sobre barreras arquitectónicas, tras dejar medio pueblo 6 meses desabastecido de tabaco y mandar otras 5 personas al paro. Todo esto con sello de altos cargos del PP y permiso de la vicepresidenta Salgado y ZP a una Administración tocada, además de con bendiciones episcopales y judiciales, sobre un submundo de concesiones administrativas a base de billetes de 500 euros.

La malversación de caudales públicos y el derroche de recursos en multitud de casos como este se suma a la corrupción de las finanzas y del entorno institucional español y redunda en que tengamos un paro del 20% y otra balsa de infrautilización de la fuerza de trabajo, esa millonada de mileuristas ocupados sin usar conocimientos pagados con recursos públicos, mientras nuestros políticos discuten si más o menos Estado o gasto público, cuando el debate debería ser sobre mejor Estado o mejor gasto público;  es decir, sin corrupción y con eficacia y calidad en tiempo y forma. Al final nos queda, como ha escrito Irene Lozano, Una rebaja profundamente injusta y un ajuste del défícit público mayor del previsto pero que tampoco convence a los mercados, por lo que no nos esperan años de menores ingresos y mayores impuestos a todos los españoles, y no solo a los funcionarios . Pero tenemos pocas alternativas menos malas, en aras de no empeorar las cosas, que hacer causa común frente a ese envite de los mercados, reclamando la desprivatización pendiente de la corrupción global y española.

 

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