Ahora, por doloroso que sea, sólo nos queda aprender, situarnos de su lado y exigirles hasta las siguientes elecciones que cumplan las promesas de refundar el capitalismo, realizadas ante el G-20 en otra ocasión similar, hace casi dos años, con la quiebra de Lehman Brothers y el estallido económico que nos llevó a enfrentarnos a una coyuntura peor que
Si, muchísimo peor. Veamos solo unas cifras. Aquel crash de septiembre del 2008 hundió la valoración de los activos financieros e inmobiliarios mundiales hasta la primavera del 2009 en más de 30 billones de dólares (trillions americanos). Eso equivale a casi la mitad de todo el PIB mundial de un año, más de 2 veces el de EEUU y unas 20 veces el español. La conciencia de esa pérdida del efecto riqueza es lo que más erosionó el consumo y, sobre todo, la inversión financiera y real, llevando al comercio internacional a reducirse un 12% en 2009 (23% en dólares)y a la economía mundial de crecer un 5,2% en el 2007 al -1,3 en el 2009, según la estimación de abril de ese año del Fondo Monetario Internacional (FMI), al final dejada para el ultimo año por la revisión de hace unos días en el -0,6%. El mundo no entró en otra larga Gran Depresión porque los gobiernos se apresuraron a recapitalizar los bancos y estimular
Para tener tener una idea de la dimensión de aquel golpe financiero siguiente a la quiebra de Lehman que ha estado a punto de repetirse con impacto más bestial, pensemos en lo que costaría a la economía real reemplazar aquellos 30 billones inicialmente perdidos por la riqueza financiera mundial del 2008. Como los individuos y sus familias serían en última instancia quienes deberían gastar menos de lo que producen en años siguiente, y como el consiguiere ahorro de los hogares ascendía a 1,6 billones de dólares, equivalente en media mundial el 5% de su renta disponible de ese año, el resultado indica que deberíamos dedicar toda la capacidad de ahorro familiar del mundo durante nada menos que 18 años consecutivos para pagar aquellos 30 billones de merma de la riqueza financiera.
Sin embargo, los mercados, siempre guiados sin otro interés general que la avaricia particular de sus agentes, pero engrasados por la liquidez del raudal de ayudas monetarias y fiscales de bancos centrales y gobiernos, decidieron entonces que podían encontrar más beneficios al cambiar de actitud. Gracias a los primeros brotes verdes que llegaron tras los citados impulsos fiscales y monetarios justo con la primavera del 2009, esa riqueza expresada en activos financieros e inmobiliarios mundiales se recuperó en los nueve meses siguientes, en el caso de los titulos cotizados en bolsa cerca de un 70%, evitando un mayor hundimiento de la actividad y el empleo. ¡Estados y mercados nos libraron de 17 años de apreturas de cinturón¡. El propio FMI estimaba a finales de abril pasado que otra vez la economía mundial podía crecer este año el 4,2%; es decir, nada menos que 5,3 puntos por encima de lo esperado hace un año, antes de iniciarse la recuperación de expectativa bursátiles, que precedieron de nuevo al ciclo de la actividad, obviamente para apropiarse del mismo.
El problema es que la libérrima mano invisible de lo financiero enseguida cambió el paso, confirmando la regla de comprar con el rumor (si se puede, generado por uno mismo) y de vender con
Otra vez la causa de ese peligro eran las oportunidades dejadas por las autoridades políticas al capitalismo de casino, tolerado por la privatización de la corrupción. A raíz del proceso de desregulación que lo ha extendido, apenas un 3% de las transacciones económicas generan activad real. La creciente velocidad de sus movimientos, facilitada por la innovación financiera y las redes de información, en las dos últimas décadas había revalorizado los activos financieros desde el 227% del PIB mundial en
Pese a obligar a los estados a incurrir en los déficit y en los aumentos de deuda sin que en estos dos años se restableciera el crédito y la función principal de lo financiero (intermediar entre el ahorro y la inversión reales), el raudal público de liquidez llevó a los especuladores globales a la penúltima envestida contra algunos países del euro. Lejos de mi intención está repartir responsabilidades. Si especulan es porque les dejan, les facilitan incluso recursos que pagaremos todos, y encuentran objetivos para hacerlo, aunque luego veremos que son discriminatorios hasta en la hora de seguir los ratios de deuda. Hay países que, además, son más vulnerables que otros, por añadir a la corrupción global de lo financiero la propia de sus instituciones, pues como explicamos en el anterior post ese cáncer social merma la confianza y termina por roer el capital social. Otros tienen menor seguridad económica y peores defensas institucionales, desde sus órganos políticos a
Cuando hace varios meses había empezado ese penúltimo ataque, ya escribí en este blog que el principal dilema estaba en retroceder hacia la cooperación multilateral o avanzar en la integración. Los líderes europeos perdieron otros dos meses el tiempo, a veces con la tentación de volver a las cavernas antieuropeas de
Otro motivo del interés de Obama y Cameron en ayudar a los países del euro, así como el de Japón y por tanto del G-7, tuvo que ser el temor a resultar contagiados si el área del euro entraba en suspensiones de pagos. El motivo es que esos tres países tienen paradójicamente algunos ratios de deuda total mayor que España, y por supuesto de deuda pública, e incluso en algunos años pasados de déficit exterior en la cuenta corriente de mercancías y servicios, hasta que España empezó a batir máximos entre los países desarrollados. Eso sucedió poco después de entrar en el euro y de añadir la erosión de la competitividad causada por esta divisa a sus tradicionales déficit energético y tecnológico. Antes que la nuestra, la deuda total que más ha crecido en la última década ha sido precisamente
Tiene mucha razón nuestro Gobierno en que la deuda pública española era apenas el 40% al empezar la crisis y solo tiende al 60% del PIB el año próximo. Pero el problema es enfrentar la citada tendencia de la deuda total con los activos que cuenta España para pagarla, lo que nos obligará en los próximos años a trabajar más y mejor, nos pongamos como nos pongamos. Ya hace un año el FMI había advertido a España de que, si no tomaba medidas drásticas, las tendencias apuntan hacia el 100% de deuda pública a partir del 2030, para superar el 200% en el 2048 y el 300% hacia el 2053, de lo que se enteraron los operadores de los mercados financieros mejor que la prensa española. Pero antes incluso de esa advertencia era fácil prever la crisis de la deudas publicas, sobre todo cuando empezó el descontrol e incluso la malversación de caudales públicos para sustituir deudas y avales privados por estatales en casi todo el mundo, pero sobre todo España. Aquí, además, Zapatero puso al frente del descontrol una vicepresidenta que convivía sin enterarse con déficit público y exterior superior al 11%, haciendo así méritos para la degradación del rating de España, mientras sus previsiones presupuestarias para el 2009 informaban de apenas un 5% en el desequilibrio entre ingresos y gastos públicos. Al final casi duplicamos lamedia europea del 6% del PIB, aunque el déficit publico haya alcanzado el 9% en los países desarrollados. Pero estos últimos países, como los de Obama y Cameron, tienen la mitad de paro que nosotros, y por tanto un crecimiento menos anémico , mayor flexibilidad para los ajustes, mejores instituciones y sobre todo menor corrupción que España. Nuestro país está además poblado en mayor medida que otros de políticos que cuando están en el gobierno, como los malos gestores, viven del cuento del ciclo económico internacional, al atribuirse la bonanza y externalizar las recesiones, como han hecho todos, los últimos Aznary Zapatero. Sus políticas y propagandas dificultan a la gran mayoría caer en la cuenta del carácter proclítico y amplificador del ciclo de la economía española, ahora herida en su confianza internacional (así lo ha corroborado la mayor caída comparativa de la bolsa durante esta semana, que el viernes alcanzo el 6,5%) tras el festín de años de tipos de interés negativos, de corrupción urbanística, de derroche administrativo y mala gestión de las cantidades, tiempos y grados de las medidas de ajuste económico. Es el caso de un Plan E que ha servido para dar aliento a la corrupción municipal y del adoquín, poco o nada creador de empleo neto final cuando ahora tenemos que ahorrar lo que antes se despilfarró incluso con ese Plan E, utilizado por ejemplo para facilitar con ese dinero público el abrir un negocio privado que antes incumplía las normas sobre barreras arquitectónicas, tras dejar medio pueblo 6 meses desabastecido de tabaco y mandar otras 5 personas al paro. Todo esto con sello de altos cargos del PP y permiso de la vicepresidenta Salgado y ZP a una Administración tocada, además de con bendiciones episcopales y judiciales, sobre un submundo de concesiones administrativas a base de billetes de 500 euros.
La malversación de caudales públicos y el derroche de recursos en multitud de casos como este se suma a la corrupción de las finanzas y del entorno institucional español y redunda en que tengamos un paro del 20% y otra balsa de infrautilización de la fuerza de trabajo, esa millonada de mileuristas ocupados sin usar conocimientos pagados con recursos públicos, mientras nuestros políticos discuten si más o menos Estado o gasto público, cuando el debate debería ser sobre mejor Estado o mejor gasto público; es decir, sin corrupción y con eficacia y calidad en tiempo y forma. Al final nos queda, como ha escrito Irene Lozano, Una rebaja profundamente injusta y un ajuste del défícit público mayor del previsto pero que tampoco convence a los mercados, por lo que no nos esperan años de menores ingresos y mayores impuestos a todos los españoles, y no solo a los funcionarios . Pero tenemos pocas alternativas menos malas, en aras de no empeorar las cosas, que hacer causa común frente a ese envite de los mercados, reclamando la desprivatización pendiente de la corrupción global y española.