Además,los dalits son expulsados de sus aldeas porque los propietarios, que les arrebataron sus tierras por no tener escrituras de propiedad, quieren dedicar la tierra a la agroindustria. Estos son sólo algunos ejemplos de los «brotes verdes» de una economía que ha corrompido a la India contemporánea.
¿Más datos sobre los que está planteado este libro, sobre cuya autora John Berger ha escrito que «Arundhati resiste y denuncia todas las tiranías, aboga por sus víctimas, y cuestiona sin pestañear a la tragedia? Arundhati Roy, quien ha recibido el Premio Booker y el Premio Sídney de la Paz por sus campañas sociales, examina el lado oscuro de la democracia y muestra cómo las exigencias del capitalismo globalizado han sometido a miles de millones de personas al racismo y a la explotación.
La autora expone también cómo las megacorporaciones han desposeído de recursos naturales al país y han sido capaces de influir a través del Gobierno en todas las partes del país, utilizando habitualmente al ejército y su fuerza bruta con fines lucrativos, así como a una amplia gama de ONG y fundaciones, para decidir la formulación de políticas en la India.
Arundhati Roy, 1961
Además de ser la autora del famoso libro «El dios de las pequeñas cosas» y estar a la cabeza de la narrativa india contemporánea, Arundhati Roy es una mujer comprometida en la lucha contra las grandes injusticias, sobre todo las que ocurren en su país. Su lucha es heterogénea, abarcando desde la oposición al sistema de castas de la India hasta el rechazo a la política imperialista de Estados Unidos, pasando por el activismo contra la marginación de la mujer y de los homosexuales. Considera a Nelson Mandela, Gandhi y Martin Luther King como sus tres maestros, y opina que son los precursores de la no violencia en el siglo XX. Es a ellos a los que cita en muchas de sus intervenciones y movilizaciones, como en el movimiento en contra de la construcción de la gran presa Narmada, la cual ha provocado la inundación de una gran extensión de terreno que ha hecho perder su hogar a miles de ciudadanos indios.
A pesar de la fuerza que está adquiriendo, Arundhati no quiere ser famosa ni quiere convertirse en un icono de la antiglobalización como le han descrito en ciertos medios. En 2004 ganó el premio Sydney de la Paz por su trabajo en campañas sociales y su apoyo al pacifismo. En 2005 participó en el Tribunal Mundial sobre Iraq.