jueves,18 agosto 2022
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Freno a las agencias de rating

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En el lento avance de la gobernanza financiera de la Unión Europea, la autoridad europea de supervisión (centralizada) de mercados y valores (ESMA) se ha pronunciado recientemente sobre las numerosas malas prácticas del oligopolio constituido por las tres principales agencias internacionales de rating (Moody´s, Fitch y Standard & Poor´s), tras una ardua investigación efectuada en el transcurso de 2013.

Cabe recordar que desde hace varios años (a partir de las conclusiones del Grupo Larosière, demoledoras en cuanto a las irregularidades detectadas, sobre todo en los productos financieros estructurados de gran complejidad y de escasa trazabilidad), la Comisión y el Parlamento Europeo se han afanado en regular y ejercer mayor control sobre estas entidades que tanto daño han infringido a nuestras economías, específicamente en relación con: la independencia y los conflictos de interés; la transparencia y diligencia en el tratamiento de la información; la territorialidad; y la inadecuada cualificación de los analistas.

En el primer caso, es bien sabido que el modelo “el emisor paga” genera conflictos de intereses. Más allá de que una regla de oro básica consiste en tratar bien a los buenos clientes, se da el caso de que estas agencias comparten entre sus accionistas a las grandes gestoras de activos (con conocidos magnates detrás de ellas: Hearst (herederos), Buffet, etc.) y es notoria su gran capacidad para influir sobre los analistas de riesgos cuando se trata de evaluar sus propios productos financieros.

Con respecto al tratamiento de la información, es imprescindible mejorar la transparencia y garantizar el pleno y diligente acceso de aquella información que ha servido de base para la calificación a otras agencias de la competencia, así como a las propias autoridades de supervisión.

En cuanto a los aspectos territoriales, es primordial que las filiales europeas de las agencias que tienen su sede fuera de la Unión Europea se sometan a las mismas reglas de supervisión. También sería muy deseable que se pactara en el G-20 un código internacional de conducta que todas las agencias deberían respetar, contemplando fuertes sanciones ante eventuales incumplimientos.

Un último aspecto que nos ha revelado la labor de inspección practicada por la ESMA se refiere a la pobre o inadecuada cualificación de los encargados de realizar las calificaciones, lo cual merma aún más su fiabilidad. De hecho, se han hallado notables errores metodológicos en un asunto tan sensible y trascendente como es el de la evaluación de la deuda soberana.

Desde el CES Europeo ya nos hemos pronunciado en diferentes ocasiones sobre estos asuntos, avalando la supervisión centralizada y apoyando la promoción de nuevos actores. Más en concreto, apostamos por la creación de un organismo europeo encargado de evaluar la deuda soberana, así como por una mayor participación de los consumidores en las tareas de supervisión y control centralizado que, afortunadamente, ya ha comenzado a realizar la ESMA.


Carlos Trias Pintó

Consejero del CES Europeo y Director de ASGECO

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