jueves,18 agosto 2022
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La lengua hispana afrontará ahora nuevos desafíos

García Márquez, elogiado en su muerte como máximo difusor del español

Redacción
El escritor colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura de 1982, es elogiado hoy ampliamente por la prensa española tras morir ayer, a los 87 años de edad en su casa de México DF, como el máximo difusor del español como lengua global. Algunos de los análisis resaltan que tras el autor de Cien años de soledad el español puede haber alcanzado un punto de inflexión en su avance como lengua global.

El pasado 31 de marzo Gabo, como le llamaban los amigos, había sido ingresado de urgencia en un hospital de la capital mexicana, donde residía hace años, aquejado de "un cuadro de deshidratación y un proceso infeccioso pulmonar y de vías urinarias", del que seguía recuperándose en su domicilio. En 1999, se le diagnosticó un cáncer linfático que, según había declarado él mismo, superó tras un tratamiento de tres meses.

Personalidades de la cultura y de la política de todo el mundo han lamentado en las últimas horas el fallecimiento de García Márquez, destacando su contribución a la literatura contemporánea. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, expresó anoche su "tristeza" por la muerte de "el más grande colombiano de todos los tiempos". El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lamentó el fallecimiento de quien dijo que es uno de sus escritores favoritos y a quien consideró como uno de los "más grandes visionarios".

En España, el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, dijo que con él "desaparece la figura más representativa de la literatura en español y uno de los novelistas más importantes del siglo XX".

Los diarios españoles incluyen hoy en sus páginas numerosos artículos de destacados personajes de la literatura y la cultura latinoamericana, que se deshacen en elogios hacia la figura del autor de novelas universales como Cien años de soledad y otras obras que han sido traducidas a más de 36 idiomas. "Ha muerto un gran escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura en lengua española en todos los países del mundo. Sus novelas sobrevivirán e irán ganando lectores por doquier. Envío mis condolencias a toda su familia", dijo anoche el también Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

En esta línea , un editorial de LA RAZÓN dice que con García Márquez, con sus Cien años de soledad, se inició toda una generación de lectores en una de las lenguas más poderosas del mundo. Junto a otros jóvenes latinoamericanos, como Vargas Llosa o Cortázar, lideró el «boom» literario cuyo viaje de ida y vuelta, a ambos lados del Atlántico, transformó radicalmente el mundo de las letras. Fue una revolución cuyos efectos aún perduran en la hornada de escritores a los que sirvió de inspiración. También en un articulo titulado "La memoria de papel", Bieito Rubido, director de ABC, señala que "La suerte es que ya escribió en su día que mereció la pena vivir para contar esa vida, y que su memoria, aunque perdida desde hace unos años, está en el papel de la Historia".

Futuro díficil del español

Destaca ampliamente en estos elogios y con un extenso número extraordinario EL PAÍS, donde Jesús Andreu Ardura, director de la Fundación Carolina, pone en duda la conquista del mundo a partir de ahora del español y pide competir por su reputación exterior, tras haber alcanzado un punto de difícil avance cuando  la capacidad de compra que acumulan sus más de 450 millones de “usuarios” alcanza el 9% del PIB mundial y el idioma genera el 16% del PIB español, siendo  un vehículo crucial internacionalización.

Sin embargo, resalta Andreu que la influencia del español en la comunidad internacional no hace justicia a estos números: gracias ante todo a la presión iberoamericana —de donde procede el 90% de los hispanohablantes— es una de las lenguas oficiales en Naciones Unidas, pero es solo la tercera en uso y ni siquiera es idioma de trabajo de su Secretaría ni oficial en la Corte Internacional de La Haya, en beneficio de un francés claramente sobrevalorado. Por si fuese poco, el español ocupa el quinto lugar en la Unión Europa, desde donde en 1991 se intentó imponer sin éxito la comercialización de los teclados sin ñ.

“Puede que, como se sugería desde The Economist hace unos meses, el español desbanque al francés como segunda lengua diplomática por razones de eficacia y ahorro, pero no va a ser fácil”, según el director de la Fundación Carolina. “Y no solo por el amplio apoyo institucional que se dispensa a Francia (Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, por no hablar de las naciones francófonas que prefieren seguir utilizando su idioma), sino por la condición de lengua de prestigio, cuidadosamente respaldada por el Estado, que mantiene el francés. Pues bien, este es el terreno en el que —al igual que se está haciendo con las finanzas y el comercio— tenemos que competir: en el de la reputación exterior de nuestra lengua. No para rivalizar con el inglés, verdadera lingua franca contemporánea, sino para dotar de empaque y garantía de futuro a una realidad lingüística que de momento responde a un único factor, de naturaleza oscilante: la demografía. Se trata de una tarea que exige una coordinación panhispánica, una gran corriente social aplicada, al menos, sobre tres planos mutuamente conectados: el económico, el institucional y el científico-cultural”. 

Respecto al económico, Andreu dice que los ritmos de crecimiento poblacional en Iberoamérica se están estabilizando, lo que, según ha advertido Lamo de Espinosa, puede resultar perjudicial para la expansión de nuestra lengua. "La tendencia sin embargo es interpretable como una ocasión para apuntalar la presencia del español en los negocios y el comercio exterior, siempre que entendamos que la moderación demográfica está ligada a la aparición de clases medias y al incremento del poder adquisitivo. Si a esto le añadimos la existencia de un floreciente mercado hispano en Estados Unidos, que vende y consume en español, cabe pensar en la ampliación global de un tejido empresarial que, sin perjuicio del inglés, deberá “mimar” nuestra lengua.

Por supuesto, tal expansión encontrará tantos menos obstáculos cuanto más acompañada esté de normativas internacionales escritas, cuando no negociadas, en español. Sumando esfuerzos, tendremos mayores posibilidades de avanzar y recolocarnos en Naciones Unidas; en contraste, resulta cuando menos peculiar observar el lugar secundario que conserva el español en la UE, fruto en parte del desacierto —este sí, 100% patrio— de no concertar un mensaje de unidad. Una situación acaso reversible, previo rejuvenecimiento de cierta obsolescencia eurócrata, a través de la apertura de Europa hacia una Iberoamérica fortalecida (también en función de calidad institucional) y que el Gobierno debe continuar estimulando, alcanzando logros como el de la supresión de la visa Schengen a Colombia y Perú.

Con todo, poco se obtendrá si no somos capaces de exprimir nuestro potencial cultural —a menudo anclado en percepciones anquilosadas, en las que el Barroco aparece como última y ya lejana aportación de calado— en combinación con la inagotable riqueza americana. Y no cejando, a la vez, en el empeño de construir un espacio científico y de conocimiento en español, tarea sin duda complicada en un ámbito donde parece inevitable escribir, publicar e incluso estudiar en inglés. Pero hacer competitivas a las ciencias y humanidades desarrolladas en español no es inviable si se dan los pasos adecuados: fijando criterios académicos de calidad análogos a los anglosajones, generando redes de investigación transnacionales y desplegando una oferta formativa que incentive la movilidad universitaria iberoamericana y atraiga también a nuevas audiencias, como la asiática.

Además de dedicar a Gabo un  número extraordinario, EL PAIS dice en su editorial que “su trayectoria personal como escritor y como periodista es solo una de las facetas de su inabarcable personalidad. Medió para que su país, Colombia, recuperara la paz que perdió hace más de 50 años y dio testimonio de los episodios que vivió de cerca con la lente del enorme periodista que fue. Como fabulador no tuvo frontera alguna; escribía para desafiar la realidad, para ponerles nuevos nombres a las cosas que jamás nadie había visto. Es un escritor, un periodista, y su mundo es ya uno de los mitos de nuestro tiempo. Ha muerto Gabo, deja un mundo”. Escribió para que le quisieran sus amigos, dice en su articulo el académico Juan Luis Cebrián, quien resalta que alcanzó la inmortalidad mucho antes de que le sobreviniera la muerte física. En otro articulo atitulado "Historia de un deicidio: el pasado esplendor", Mario Vargas-Llosa dice en el mismo diario que "Desde hace años sólo pasan por Macondo cuatro vagones desvencijados".

 

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