viernes,19 agosto 2022
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Miguel Á.Ortega, de Reforesta, tras plantar 12.000 árboles:

«Hay que olvidarse de las grandes reforestaciones y favorecer la regeneración natural»

Redacción
"Hay que olvidarse de las grandes reforestaciones y favorecer la regeneración natural". Lo dice el fundador de Reforesta, quien recuerda que España está muy desertizada y desde 1996 la deforestación no ha dejado de caer. Pero su postura se resume en que hay que gastar más en gestionar mejor el monte para así tener que gastar menos en la extinción de incendios. Los últimos datos son elocuentes:el 85 % de la inversión publica va a extinción, frente a solo un 13% en prevención y 2% en restauración.

Su presencia en la presentación del decálogo de ENCE sobre la biomasa nos sugirió, entre otras, la pregunta sobre qué ha hecho Reforesta por la conservación y recuperación de los bosques y la mitigación del cambio climático desde su fundación?.

En el ámbito de la mitigación hemos plantado más de 12.000 árboles desde 2010, árboles que seguimos manteniendo a fecha de hoy con medidas como el riego estival o la instalación de jaulones y cercados para protegerlos del ramoneo del ganado y de los herbívoros silvestres. Además contribuimos a la sensibilización de la población mediante nuestro programa anual de voluntariado, en el participa de media en torno a un millar de personas cada año, que reciben información sobre este tema cuando nos ayudan a plantar y mantener las reforestaciones. Otras relevantes acciones que han contribuido a dar a conocer la realidad del cambio climático son el programa de Educación Ambiental y Energética en La Pedriza (Sierra de Guadarrama-Madrid), financiado por BP, que ha llegado en sus 25 años de existencia a más de 150.000 escolares, y la publicación El Correo del Medio Ambiente, de la que distribuimos 600.000 ejemplares entre 2000 y 2010.

España es de los países europeos más desertizados y nota sus consecuencias en el clima y la falta de alguna ¿Por qué entonces se olvidan o relegan las politicas de reforestación?

La suma de la forestación de tierras agrarias y la reforestación con finalidad protectora en España sobrepasó las 198.000 has. en 1996. Desde entonces, no ha dejado de caer y, en 2014 (último año con datos), incluyendo la reposición de marras (es decir, reforestar otra vez en el mismo lugar para sustituir árboles plantados que se han secado) se situó en 27.532 has. Sin incluir la reposición de marras la superficie repoblada en 2014 fue de 2.621 has.

La crisis económica disminuyó enormemente los recursos dedicados a las políticas de restauración y conservación del medio natural. Pero, además, hay que hacer notar una creciente mortalidad de árboles en las reforestaciones que, muy probablemente, está vinculada a la mayor sequedad originada presumiblemente por el cambio climático. En estas condiciones hay que pensar bien cuál es la mejor estrategia para recuperar bosque. En nuestra opinión, al menos en esas tres cuartas partes de España considerada árida, semiárida o subhúmeda seca, hay que olvidarse de las grandes reforestaciones y favorecer la regeneración natural mediante la plantación de muchos bosquetes salpicados por todo el territorio; estos bosquetes deben estar en zonas donde se pueda acceder para dar a los árboles los cuidados que necesitan, de modo que haya más probabilidad de que crezcan y produzcan semilla.

En las elecciones generales de 2011 los grandes partidos prometieron plantar millones de arboles ¿Por que no tuvieron impacto y se olvidaron seas politicas?

En mi opinión, parece que en el contexto de una campaña electoral se puede prometer todo porque tanto los políticos que prometen como los ciudadanos a quienes se les promete dan por hecho que lo dicho en campaña no cuenta y no compromete, y menos aún en un tema que no acapara la atención que sí acaparan otros como la sanidad, la educación o las pensiones. Porque, admitámoslo, la sociedad española se acuerda del medio ambiente cuando llegan los desastres, como son los incendios forestales, y por eso la clase política no recibe muchos estímulos desde la ciudadanía para moverse en este ámbito que, a pesar de que puede tener una importante dimensión social a través de los miles de puestos de trabajo que podrían crearse y representaría una importantísima mejora y acrecentamiento de nuestro capital natural, se considera gasto más que inversión y, además, un gasto con un resultado incierto y muy a largo plazo.

Qué hace y puede hacer por la reforestacion española la biomasa y una política energéticas que no la relegue como la española?

En mi opinión el aprovechamiento ordenado de la biomasa forestal debería ser un estímulo para invertir en reforestación, ya que los bosques son fuente de riqueza que, además de energía, proveen de madera, frutos, setas, miel, plantas medicinales y también, no menos importante, prestan unos servicios ambientales esenciales no solo para el equilibrio ecológico, sino para el equilibrio en las otras dos dimensiones de lasostenibilidad, que son la social y la económica.

¿Por qué las políticas energéticas relegan a la biomasa en España cuando la investigación indica que es la energia con más capacidad de crear empleo y tiene además un balance fiscal positivo, al devolver al fisco por otras fuentes o reducir gastos?

En 2010 pareció que la biomasa podría encontrar un marco favorable de la mano de la Estrategia Española para el desarrollo del uso energético de la biomasa forestal residual, aprobada por la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad. En lo que al Gobierno de España se refiere, es de sobra conocido el maltrato que las energías renovables en general han sufrido en los últimos años y, en las últimas subastas de energía renovable, ha sido la eólica la que ha conseguido, con muchas diferencia, más MW. A nivel autonómico hay comunidades que apoyan la biomasa, especialmente su uso térmico. Un aprovechamiento de la biomasa residual correctamente planificado tiene muchas virtudes, como son la creación de empleo, la disminución del riesgo de incendio forestal y el uso de un combustible bastante respetuoso con el clima porque devuelve a la atmósfera el carbono fijado en un reciente periodo de tiempo, en lugar de en un tiempo remoto, de modo que su quema y transformación en energía eléctrica afecta muchísimo menos al balance de CO2 de la atmósfera. Todas estas virtudes deben explicarse bien a la sociedad para que a los representantes políticos les sea más difícil darle la espalda a esta opción.

Acaba de aprobarse el plan contra incendios de este verano ¿Que cambios tendría si en vez del Gobierno lo diseñara su asociacion Reforesta?

Nuestra postura se resume en que hay que gastar más en gestionar mejor el monte para así tener que gastar menos en la extinción de incendios.

Para nosotros la gestión forestal debe ser integrada, lo que conlleva que la extinción de incendios debe ser coherente con una política forestal sostenible y sostenida en el tiempo. Si hoy día ésa fuera la situación, que no lo es, la pregunta principal que se harían las administraciones competentes en extinción de incendios sería por qué nuestros bosques son vulnerables al fuego. La respuesta es múltiple, ya que intervienen varios factores, entre ellos la creciente aridez, la acumulación de combustible, especialmente en muchos pinares de repoblación en los que no hay ningún tipo de gestión, y la deficiente composición vegetal de nuestros montes, que no contienen la cantidad deseable de árboles y arbustos de especies autóctonas adaptadas al fuego, tanto en lo que se refiere a su menor facilidad para arder, como a su resistencia cuando lo están sufriendo, como a su capacidad de rebrotar tras el fuego.

En 2011, último año del que tenemos datos desagregados, el 85 % de la inversión de la Administración Central se destinó a extinción, frente a solo un 13% empleado en prevención y un 2% a restauración.  Por otra parte, el 70% de los montes españoles son privados, lo que implica que su gestión no está en manos de las administraciones públicas. Esto hace aún más evidente que las administraciones deben establecer unos objetivos compartidos de reducción del riesgo de incendios y definir pautas de gestión que permitan conseguir esa reducción del riesgo, así como estudiar el modo de implicar a los propietarios privados de una manera eficiente en la realización de prácticas preventivas.

 

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