Se abordan también las distintas alternativas que los inmigrantes adoptaron frente a las dificultades y especialmente la vía del retorno a través de la repatriación asistida por el Estado español.
Jóvenes recién llegados, hombres y mujeres que llevaban ya varios años expatriados, incluso ancianos, desfilan por las páginas de esta investigación como dependientes, amas de casa, empleados del comercio, la industria y los servicios, que eran las principales actividades de los españoles en la capital mexicana. Otros carecían de empleo alguno.
Todos ellos vieron cómo sus modos de vida, sus proyectos migratorios, se desbarataban en tiempos de la Revolución o en las crisis económicas que sacudieron al país con posterioridad.
Muchos optaron por dirigirse a sus representantes consulares y tramitar un pasaje gratuito con la ayuda de asociaciones como la Sociedad de Beneficencia Española de México. En estas circunstancias, el tejido social de la inmigración jugó un papel esencial en la búsqueda de soluciones.