¿La oposición de la Generalitat a la LOMCE es más ideológica o pedagógica?
Respuesta. Hay elementos de todo. Nuestra crítica se basa en el punto de partida. No se ha hecho una diagnosis de la situación de los diferentes territorios del Estado sobre el fracaso escolar. Si se hubiera hecho, se habría llegado a la conclusión de que el éxito escolar no depende de la ley. Lo que se tenía que haber hecho es analizar las prácticas y realidades de las autonomías que están consiguiendo buenos resultados. Pero esta ha sido la norma educativa en que las autonomías han podido participar menos. Entonces, debemos preguntarnos por qué hay tanta prisa en aprobar la ley. Yo creo que Rajoy tiene el síndrome de Pilar del Castillo, que hizo una ley y cuando había que aplicarla ya había habido un cambio de Gobierno y se abolió.
¿Cómo se traducirá esto en los recursos anunciados ante el Tribunal Constitucional?
Al Constitucional llevaremos las invasiones competenciales, porque consideramos que no respeta los derechos reconocidos en el Estatut en cuanto a la definición del currículo y la evaluación de los alumnos. Nosotros estamos en contra de las reválidas, no solo porque corresponde a la Generalitat evaluar a los estudiantes, sino también del uso que se quiere hacer de ellas, como los ránking o la competencia entre los centros.
¿Y sobre los itinerarios de la ESO, que también criticó?
Aquí deberemos tomar otra vía, ya que esto es competencia del Estado.
¿Hay algún punto de la LOMCE que comparta?
Sí, la parte sobre la gestión de centros y la profesionalización de los directores.
¿Hay tiempo para aplicar la reforma el curso 2014-15?
Creemos que no. La LOMCE es inaplicable ese curso por calendario y por financiación. También por la invasión de competencias y por el catalán. Es lo que vamos a plantear en el Senado. Hay un pensamiento común entre las comunidades, aunque unas lo digan y otras no, que es la imposibilidad de aplicar la ley en septiembre de 2014. Queremos que el Senado introduzca una recomendación en este sentido. Creemos que esta precipitación es fruto del desconocimiento, de falta de sentido común o de que los intereses de partido priman por encima de los educativos.
¿Por qué no hay tiempo?
Si desplegar la ley en un decreto autonómico tarda nueve meses, yo no tengo tiempo de tener lista la normativa para septiembre. Y si no lo hago, tengo que aplicar directamente la normativa estatal, así que me anulan de facto la capacidad de legislar en educación.
¿Intentará retrasar el despliegue de la normativa para así tener un motivo objetivo para no aplicar la LOMCE?
Podríamos hacerlo y alertar el 1 de septiembre. Pero queremos jugar limpio y avisamos ahora, con tiempo, en el Senado. Es que aunque estuviera de acuerdo con la ley, no me daría tiempo. La LOMCE coloca el sistema educativo en un estado de estrés normativo y de estrés financiero. Nadie puede pensar que de esto puede salir una mejora de la educación.
Ha comentado también la financiación como impedimento en la aplicación de la ley.
Toda nuestra energía se centra en contener gasto y el plan de austeridad que habíamos acordado con el Gobierno decía que hasta 2015 no habría nuevos gastos. Y ahora viene un señor [el ministro de Educación, José Ignacio Wert] y te carga de nuevas obligaciones. Además, Wert ha admitido que la reforma iba a ser cara. Pero esto no es una crítica mía. Otras regiones, incluso del PP, han cuestionado el calendario económico de la LOMCE.
¿Cambiará algo en las aulas en el inicio del curso 2014-15?
No sé qué pasará, ahora mismo estamos en esta batalla del Senado. Creo que el sentido común se tiene que imponer. Nosotros queremos llegar hasta el final para lograr que no se aplique el año que viene, así que preferimos no avanzar acontecimientos y esperar a ver qué pasa.
¿Y si en septiembre ha entrado en vigor, la aplicarán?
Ya le he dicho que nuestra prioridad ahora es que no llegue a aplicarse.
¿Y en el curso 2015-16?
La ley es una brutal recentralización, deja el catalán en una posición residual y ataca la inmersión. En cambio, Cataluña vive unos momentos totalmente contrarios a esto: queremos ser consultados y queremos decidir nuestro futuro.
¿Qué piensa cuando el ministro Wert dice que la LOMCE no ataca la inmersión y que respeta las lenguas cooficiales?
La LOMCE dice que si a una familia no le gusta el modelo de inmersión, se debe crear una escuela con una línea en castellano. Eso no es respetar la inmersión. Aquí tenemos un modelo y el ministro Wert toma los argumentos judiciales para cuestionar si el porcentaje que tenemos de castellano y catalán en las escuelas es el adecuado. Yo siempre defiendo que esto es una cuestión pedagógica y lo importante es poder demostrar al final de la educación obligatoria que el alumno conoce ambos idiomas.
El día que tenga alumnos que no conozcan el castellano, diré que me he equivocado en el porcentaje. Además, ahora ya hay escuelas que aumentan las horas de castellano si creen que es necesario para asegurar este resultado final. El catalán tiene que ser materia troncal, siempre lo ha sido. Quitarla y dejarla en el bloque de asignaturas autonómicas es indigno para Cataluña.
¿Qué implicaciones tendrá que la ley declare el castellano también como lengua vehicular?
Todavía es demasiado pronto para decirlo, nosotros estamos ahora en el debate competencial.
¿Por qué Cataluña no puede tener un modelo como el del País Vasco, con múltiples opciones [escolarización en euskera, castellano o mixta]?
Cada comunidad decidió su camino durante la Transición. Nosotros decidimos no tener una sociedad dividida y que la gente hablara los dos idiomas.
¿El sistema catalán es mejor que el de otras comunidades?
El catalán es la lengua propia, la debe dominar todo el mundo, además del castellano, e independientemente del idioma que se hable en casa. No me interesa que media Cataluña hable castellano y la otra media catalán. Nos interesa la cohesión. Cataluña es un país de mezcla y no de bloques, y para continuar siendo un país de mezclas, necesitamos una lengua común.
Sinceramente, ¿ve posible modificar la ley en el Senado?
(Reflexiona unos segundos). Quiero pensar que el sentido común puede ser más poderoso alguna vez que la mayoría absoluta.
