jueves,18 agosto 2022
Espacio euroiberoamericano de diálogo sobre la innovación social, profesional y académica
InicioOpiniónBlogsJuan Sánchez: "Alejar a las bibliotecas de las claves de la construcción...

Juan Sánchez: «Alejar a las bibliotecas de las claves de la construcción pública sería un error»

Maestro Ciruela
Juan Sánchez Sánchez es el actual director de la Biblioteca pública de Castilla-La Mancha. Licenciado en Geografía e Historia, siente pasión por las bibliotecas públicas a las que ha dedicado gran parte de su trayectoria personal y profesional. Sánchez fue uno de los impulsores del proyecto de los 90 pedagógico que dotó a las localidades de más de 1.000 habitantes de una biblioteca. Narra a Ibercampus.es la situación de las bibliotecas ante la crisis.

Historia personal y currículo vital.

Trabajé en la Biblioteca Pública del Estado y Centro Coordinador Provincial de Bibliotecas de Toledo en los años setenta, fundamentalmente en el servicio de bibliobuses. En los inicios de los años ochenta, articulé el Comité Permanente de apoyo a la biblioteca pública de Toledo, en defensa de esta Biblioteca. Durante el período 1984-1990 asumí, sucesivamente, la dirección del Gabinete del consejero de Educación y Cultura del Gobierno de Castilla-La Mancha; del consejero de Relaciones Institucionales y del Vicepresidente del Gobierno de Castilla-La Mancha.

En marzo de 1991 fui nombrado Jefe del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas de Castilla-La Mancha, trabajo que desempeñé hasta enero de 2006. Fue una etapa verdaderamente apasionante: nos planteamos el reto, un poco utópico, de democratizar los servicios públicos de lectura hasta conseguir que la biblioteca pública fuese una realidad en todos los municipios de Castilla-La Mancha. Éramos un grupo de profesionales que no compartíamos ese límite que establece la Ley de Bases de Régimen Local que situaba la obligatoriedad de que hubiese biblioteca en los municipios mayores de 5.000 habitantes. Fuimos haciendo una labor pedagógica con los políticos municipales y conseguimos, mediante políticas de apoyo a los ayuntamientos para la contratación de personal, adquisición de colecciones, reforma y construcción de centros, etc. impulsar y desarrollar una Red de Bibliotecas Públicas superior a los 500 centros: todas las localidades de más de 1.000 habitantes se fueron dotando de biblioteca e incluso en muchos pueblos más pequeños; y los restantes fueron servidos por una flota de bibliobuses de última generación que fue creciendo. Fue un trabajo en equipo con muchos profesionales y en coalición con la sociedad; también logramos la complicidad de los políticos, a los que intentamos convencer que la biblioteca era un servicio público básico, tan importante como un centro de salud o un centro educativo. Hemos publicado muchos trabajos sobre los logros de esa política bibliotecaria, no exenta de riesgos y de problemas.

A partir de 1998, con la apertura de la Biblioteca Regional, utilizamos este centro para mostrar a la sociedad de Castilla-La Mancha cómo debía ser una biblioteca, qué servicios debe prestar, con qué recursos….Y fue un buen camino, pues los alcaldes se dieron cuenta de que la biblioteca era algo más que un depósito de libros y que necesitaba bibliotecarios profesionales, que son el corazón de la biblioteca. Entre el equipo de utópicos estuvieron bibliotecarios tan importantes como Joaquín Selgas, hoy director de la Biblioteca del Banco de España; Javier Docampo, actualmente director de la biblioteca del Museo Nacional del Prado; y Oscar Arroyo, ahora Jefe del Servicio de bibliotecas y lectura de Castilla-La Mancha.

Desde febrero de 2006 hasta noviembre 2012 desempeñé la jefatura del Servicio de Enseñanza Universitaria en la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha, con todas las funciones y competencias técnicas sobre enseñanza universitaria y la adaptación de las titulaciones y programas al Espacio Europeo de Educación Superior.

Participé activamente en la creación de la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha, en el Alcázar toledano, redactando sucesivos proyectos desde 1985 a 1998; y desde diciembre de 2012 soy Director Gerente de esta Biblioteca.

En el ámbito de las bibliotecas he publicado Combates por la biblioteca pública en España (2006) y En defensa de la biblioteca pública (2012). Ambos volúmenes recogen buena parte de las investigaciones, conferencias, artículos y otros trabajos escritor desde 1978. Completa la trilogía de libros dedicados a las bibliotecas una novela corta, orientada a todos los públicos pero que ha sido incluida en una colección de narrativa juvenil, Rebelión por la biblioteca, con el objetivo de fomentar los valores de la biblioteca pública y servir de referencia en la lucha para defender a estas instituciones culturales e informativas.

Como historiador he publicado numerosas investigaciones y soy Académico Numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y Consejero del Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos. Entre mis libros de historia destacan: Toledo y la crisis del siglo XVII. Análisis demográfico y social (1981), La sociedad toledana y los orígenes del alumbrado eléctrico (1982) y Maximiano Estanislao de Lucas: Pasión por Olías del Rey (2013), junto a otras obras escritas en colaboración con varios autores. Ha escrito también sobre la Sociedad Económica de Amigos del País de Toledo, el movimiento obrero y alguno de sus líderes, como Manuel Puñal; el fotógrafo Casiano Alguacil; la bibliografía toledana o algunos de los arzobispos de Toledo.

Otra de mis vertientes ha sido la presencia en los medios de comunicación. En esta faceta he colaborado con diversos medios nacionales, regionales y provinciales, escribiendo artículos de opinión fundamentalmente de temas socioculturales, políticos y bibliotecarios. Mi libro, Soy un hombre libre. Confesiones de un espectador con Toledo al fondo (1995) recoge una selección de unos artículos periodísticos. Y en los dos primeros volúmenes de la trilogía dedicada a las bibliotecas se incluyen los artículos de prensa dedicados a las bibliotecas públicas.

Recientemente he publicado mi primer poemario, Hombre en camino (2013), testimonio de fe en mi historia personal y familiar, en el que invito a que Cristo sea el Camino de los cristianos. En esta misma vertiente de creyente, está en prensa un próximo libro: Hijo de Dios y de la Iglesia. Presencia pública de un cristiano, que aparecerá en los inicios del año 2014.

¿En qué consiste tu trabajo actual?

Como he dicho, llevo un año dirigiendo la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en el emblemático Alcázar de Toledo. Cuando en 1984 decidimos intentar que este edificio fuera sede de la Biblioteca de Toledo, acogía el Museo del Asedio, muestra de la lucha de la Guerra Civil y que tenía un significado de división en la sociedad española y toledana. Tras muchísimos problemas, el Gobierno de Castilla-La Mancha, con la ayuda de intelectuales y colectivos socioculturales, logró instalar en el Alcázar dos bibliotecas: la Pública del Estado en Toledo y la Regional, pero articuladas de forma que son un único centro: la Biblioteca de Castilla-La Mancha.

De forma que aunque este año estamos celebrando el XV Aniversario de la Biblioteca, las raíces de nuestra biblioteca tienen unos 240 años y se basan en la biblioteca arzobispal de Toledo, primero, y después en la Biblioteca Provincial. Las colecciones de los cardenales Lorenzana y Borbón, ampliadas luego con las obras de los conventos suprimidos en la desamortización de mediados del siglo XIX y por otras colecciones que se fueron sumando: las pertenecientes a los jesuitas tras su expulsión, la antigua Universidad de Toledo o las bibliotecas de Buero Vallejo, Javier Malagón Barceló… Esta última donación se compone de aproximadamente 11.000 volúmenes muchos de ellos publicados por exiliados españoles en América, por lo que tienen gran interés. En total las colecciones de la Biblioteca tienen cerca de los 450.000 documentos, de los cuales 102.000 son de fondo antiguo (hasta 1900).

Creo que esta configuración del centro fue un acierto: conviven niños y en general usuarios de una biblioteca pública con investigadores y otros especialistas. Vienen inmigrantes, universitarios, hombres y mujeres…

No hay barreras ideológicas, de idioma, de raza, de sexo, de edad…Es una biblioteca para todos los públicos que no sólo constituye la cabecera de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha sino que es sin duda un centro cultural de referencia y utilización mayoritaria por los ciudadanos toledanos y de otras localidades. Situada en la octava planta del Alcázar (actualmente las plantas inferiores las ocupa el Museo Nacional del Ejército) la Biblioteca ofrece unos servicios de altísima calidad, auditados por AENOR, y una plantilla de profesionales que supera las 70 personas, con unos horarios de apertura al público de 8:30 a 21:15 viernes a sábado y los sábados de 9 a 14 horas. Sinceramente creo que el Alcázar vive ahora su Edad de Oro desde el punto de vista de su utilización por los ciudadanos.

Junto a los tradicionales servicios de cualquier biblioteca pública de calidad, nos hemos empeñado en que constituya un centro de reflexión, de debate, de encuentro…Uno tras otro se van sucediendo ciclos de conferencias creemos que de gran interés ciudadano, y buena prueba de ello es que se ha conseguido que los medios de comunicación sean nuestros aliados estratégicos, junto a los propios ciudadanos, que incluso han formado una Asociación de Amigos de la Biblioteca de Castilla-La Mancha que constituye una de las grandes fortalezas de nuestro centro.

Con cerca de 300.000 usuarios al año y más de 40.000 socios activos (prácticamente el 50% de los habitantes toledanos), la Biblioteca es probablemente el servicio público mejor valorado de la ciudad y constituye un centro neurálgico de la comunidad. Desde este lugar privilegiado se contempla en todas sus perspectivas la maravillosa ciudad de Toledo, declarada Patrimonio de la Humanidad. Asomarse a cualquiera de sus balcones o ventanales supone ver Toledo desde el cielo de la Biblioteca de Castila-La Mancha. Pero lo que verdaderamente importa es adentrarse en sus salas y verlas todas llenas de vida, de gente, de usuarios activos.

Invito a visitar la web de la Biblioteca para tener una aproximación de esta Biblioteca que aúna espacios y ambientes muy distintos: salas históricas como la Borbón-Lorenzana, con estanterías del siglo XIX; o la sala Castilla-La Mancha, con las estanterías originales que mandara construir el ilustrado Lorenzana a finales del siglo XVIII; o la espectacular sala general de lectura que diseñó el arquitecto y periodista gráfico José María Pérez (“Peridis”). Pero estas apariencias patrimoniales, que dan cobijo a fondos tan importantes, se mezclan con el nuevo espacio para lectores jóvenes “Enclave Joven”, la bebeteca, la sala infantil, la sala de préstamo o la sala de conferencias. Lo cierto es que esta biblioteca rebosa vida y actividad durante todo el día. Y un dato muy importante: tenemos 13 clubes de lectura; contábamos con 11, todos ellos formados por adultos, y este año hemos conseguido que se pongan en marcha un club juvenil y otro infantil. Y en esta línea vamos a seguir.

Tal vez por ello, el Conservatorio de Música elige nuestro centro para que sus alumnos realicen sus conciertos mensuales, las editoriales desean que sus libros se presenten en esta biblioteca, hay músicos y grupos que también eligen esta biblioteca para presentar sus nuevos discos, y los libreros de la ciudad optan por nuestras instalaciones para traer a los escritores de mayor renombre. A veces realizamos algunas iniciativas singulares, como el flashmob que se desarrolló en la sala general de lecturael pasado 30 de noviembre, o el Biblio-Botellón que vamos a realizar el 13 de diciembre. Ambas iniciativas, y otras, tienen el objeto especial de intentar atraer a nuevos usuarios, a nuevos lectores, especialmente entre la población juvenil.

Por esta misma razón, con la Asociación de Amigos de la Biblioteca, hemos diseñado el programa “Jóvenes Lectores Europeos”, que ha sido presentado a la iniciativa “Juventud en acción” de la Unión Europea y ha sido elegido y financiado; este programa nos va a permitir seguir en la línea de hacer llamamientos a jóvenes con distintas estrategias e intentar que se conviertan en lectores y usuarios estables. Digamos que nuestra filosofía no es pescar en pecera, sino remar mar adentro para conseguir nuevos usuarios en zonas no tradicionalmente vinculadas con la cultura.

Otro conjunto de iniciativas las agrupamos en el programa “Pasión por Leer”, dirigido tanto a jóvenes como adultos, y que consiste en la convocatoria de 6 certámenes: relato, relato juvenil, fotografía y composición musical. Todos ellos tienen como característica que el objeto tiene que estar relacionado con los valores de la biblioteca, la lectura, la información….Y los restantes certámenes son de pintura rápida, también para jóvenes y para adultos, y servirán para que otros colectivos conozcan nuestra biblioteca. Se llaman: Pinta Toledo desde el cielo de la Biblioteca. Digamos que todos estos certámenes intentar situar ala biblioteca en el foco de la vida cultural e incrementar nuestra presencia pública en la sociedad y en los medios de comunicación.

Ahora empezamos un programa regional de visitas a la Biblioteca que denominamos “Las culturas del libro” dirigido a centros educativos, asociaciones socioculturales, asociaciones vecinales…. Los grupos vienen a conocer la Biblioteca, que es la casa de los libros de todas las culturas, y además pueden visitar otros centros y museos de la ciudad de otras culturas: la mezquita del Cristo de la Luz como representativa de la cultura musulmana, el museo sefardí y sinagoga del Tránsito, como eje de la cultura judía; o la iglesia de San Román y Museo de los Concilios como muestra de la cultura cristiana. Los grupos sólo se dirigen a la Biblioteca y nosotros coordinamos con los otros centros la visita, siempre gratuita. Lo importante, de nuevo, es la filosofía de trabajar cooperando con otras entidades, con la sociedad.

Pero además estamos intentando trabajar y ofrecer servicios a los centros docentes de toda Castilla-La Mancha. Les recordamos que podemos facilitarles lotes de préstamo colectivo, que pueden utilizar nuestras instalaciones, que podemos adquirir ejemplares de los libros que han recomendado leer a sus alumnos, que hacemos formación de usuarios…. Un proyecto muy importante está comenzando: la Biblioteca dirige y coordina el Catálogo Colectivo de la Red de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, al que ya pertenecen cerca de 400 centros; ésta sin duda una de las tareas más importante que hacemos los profesionales que trabajamos en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, aunque sea muy silenciosa y a veces invisible; pero ahora, con el Servicio Regional de Bibliotecas y la Dirección General de Calidad Educativa se están poniendo los cimientos de otro catálogo colectivo: el de los centros educativos. Es verdad que las bibliotecas escolares son la gran asignatura pendiente en nuestro país de la política educativa y ahora, con la crisis son más difíciles las iniciativas de cambio estratégico(creación de bibliotecarios escolares, etc.). Pero ante el desierto hay dos opciones: seguir en él o iniciar la sembradura de acciones. En Castilla-La Mancha de nuevo hemos optado porno resignarnos o quedarnos con los brazos cruzados y con un grupo numeroso de centros educativos se está iniciando esta experiencia piloto.

En definitiva, llevo un año dirigiendo este centro y hemos optado por una actitud activa. Frente a la crisis, los recortes, los escasos presupuestos…pretendemos que nuestro centro sea un faro de esperanza y de solidaridad, un centro de debate y reflexión, un espacio de participación ciudadana y un motor de cooperación: trabajamos en colación con la sociedad, con las ONGs, con las instituciones culturales, con las distintas administraciones públicas, con asociaciones de todo tipo… Y estamos intentando promover una cultura del trabajo colectivo en el que estamos intentando implicar a otras entidades: la Fundación Caja Rural de Castilla-La Mancha, la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, el Arzobispado, la Fundación la Caixa, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y sus centros….En tres ocasiones anteriores me ofrecieron dirigir este centro y decliné la invitación, pues entonces me encontraba desarrollando políticas para las bibliotecas municipales; y hace un año, cuando me ofrecieron la dirección todo el mundo me desanimaba pero acepté.

El resultado es que cada día estoy más contento y comprometido: creo que, incluso con pocos recursos económicos, se puede hacer mucho por la sociedad en una biblioteca pública si se tienen las convicciones necesarias sobre la importancia estratégica que tiene el servicio de biblioteca en la sociedad.

¿Qué servicios fundamentales crees que pueden seguir ofreciendo las Bibliotecas Públicas teniendo en cuenta el reciente desarrollo tecnológico de teléfonos móviles e inteligentes, tabletas, ordenadores portátiles, etc?

Creo que la respuesta a la segunda pregunta da suficientes claves de por dónde debe caminar la biblioteca pública. Tal vez pueda aplicarse a las bibliotecas la clásica frase proverbial de que ”Los árboles no dejan ver el bosque”; yo añadiría que los “árboles tecnológicos”, muy importante sin duda en la biblioteca, tal vez escondan el valor esencial de la biblioteca pública. Este centro es la puerta democrática de acceso a la información y la cultura para el conjunto de la sociedad, para todos los ciudadanos, sin brecha digital. Desde hace años, y aún hoy, muchos políticos justifican su poco apoyo a los servicios públicos de biblioteca en el desarrollo de las nuevas tecnologías, en el uso de Internet. Pero ese planteamiento es falso: la biblioteca pública no sólo contiene colecciones, en papel o digitales, u ofrece acceso a la información a través de sus recursos. La biblioteca es, de forma natural, el centro de la comunidad local: lugar de encuentros, de debate, de formación, de educación permanente, de actividad cultural, también de creación cultural…

La UNESCO, en sus sucesivos manifiestos de la biblioteca pública ofrece muy bien las claves de lo que es este servicio público y de la obligatoriedad de los distintos gobiernos en todos los ámbitos de las administraciones públicas de apoyar y financiar estos centros. Las bibliotecas (pequeñas, medianas o grandes) tienen una característica que parece absurdo tener que reiterar, pero que es necesario: tienen profesionales, necesitan profesionales. Aunque parezca una verdad de Perogrullo: no hay biblioteca sin bibliotecario, porque el bibliotecario es el corazón de la biblioteca.

Un bibliotecario no es sólo un mediador de la información, es un profesional que conoce las fuentes de la información y las pone a disposición de los ciudadanos; pero también diseña proyectos culturales; y también es un dinamizador cultural en la comunidad que entra en contacto con otros centros, con otros especialistas, con los ciudadanos… Sigue siendo una fortaleza de las bibliotecas públicas el carácter gratuito de sus servicios, que hace que el acceso no tenga límites, que no haya barreras. No me gustan los escritores que no apoyan a la biblioteca pública: se creen autosuficientes, sin necesitar nada, olvidando que hay muchos sectores de la sociedad que sólo podrán acceder a sus obras y a los recursos informativos o culturales de todo tipo a través de una biblioteca o, aún más, de una red de bibliotecas públicas. La biblioteca pública tiene una grandeza democrática que la convierte en un servicio público esencial, tanto como un centro sanitario o un centro docente. Vivimos en una sociedad en crisis, no sólo económica sino de valores, también de valores democráticos, de tolerancia, de respeto, de búsqueda de la verdad entre todos; y la biblioteca pública tiene unas funciones esenciales en la construcción de la sociedad porque las tiene propiamente en la formación integral de los ciudadanos.

Leer, estar informados, ser capaz de construir con otros, estar abiertos al diálogo… son características de la persona que surge de una biblioteca pública: en las bibliotecas, como en las familias, se construyen ciudadanos libres, críticos, tolerantes, participativos, soñadores, utópicos, constructores del bien. Si la lectura no fomenta la construcción de buenos ciudadanos, estaremos haciendo algo mal. Creo en el valor de la lectura y en general de la cultura y de la información, y ninguna institución está más capacitada que la biblioteca pública para realizar esa obra importantísima.

Pero, además de los conceptos fundamentales, creo que la biblioteca pública tiene que tener recursos para ir adaptándose a los nuevos entornos tecnológicos y ofrecer gratuitamente los servicios que los sectores mejor situados económicamente hoy tienen como servicios de pago. Aquí, por ejemplo, está el reto de los libros electrónicos. Vamos a ver cómo sale la experiencia que ha iniciado el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte; los editores se equivocan, como ocurrió cuando se inició el desarrollo de los videos, de los DVDs, de los CDs. Veían a las bibliotecas como competidoras en lugar de como aliadas. Los editores tienen que hacer un esfuerzo para que las bibliotecas públicas puedan ofrecer a sus usuarios las últimas novedades en soporte electrónico sin que ello suponga que la biblioteca tengan que poner a disposición de esas nuevas colecciones, que deben adquirirse para red, cuantiosos recursos que no tienen.

Las bibliotecas tienen que asumir su papel esencial de alfabetizadoras en las tecnologías de la información. Y tiene que haber un planteamiento, unas políticas bibliotecarias, realmente de Estado: si no se plantean estas cuestiones como un proyecto colectivo de nuestro país, será muy difícil que las bibliotecas públicas estén a la altura de las necesidades de nuestro tiempo.

 ¿En qué situación se encuentra el desarrollo de los servicios de las Bibliotecas Públicas en España comparándolos con los que prestan los países más desarrollados en estos temas: Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos, etc?

Sin duda España ha vivido un fuerte desarrollo de los servicios de biblioteca pública en las últimas décadas. Pero es un resultado no armónico, muy heterogéneo, muy desigual en cada comunidad autónoma. Soy un firme defensor del Estado de las Autonomías, pero ha habido muchos errores que no se han corregido. Desde mi punto de vista en el tema de la biblioteca pública se ha creado todo un marco de desigualdades entre ciudadanos, entre ciudades, entre regiones. Al no existir una política de Estado, que lógicamente debería haberse consensuado entre el Ministerio de Cultura y las comunidades autónomas, ha habido políticas bibliotecarias muy diversas; digamos que, como en otros temas, las regiones y las ciudades han avanzado con muy distinta velocidad.

En muchos casos no ha habido propiamente política bibliotecaria; a veces se ha trabajado a golpe de ocurrencias; en ocasiones se han planteado políticas muy serias y estables que han dado fruto; pero demasiadas veces se ha caído en las iniciativas personales, en el voluntarismo. Yo mismo reclamé con insistencia una Ley de Bibliotecas para el conjunto del país: lo hice en artículos de prensa, en foros profesionales, ante políticos y personalidades con posibilidades de tomar iniciativas…Y fue predicar en el desierto: cuando a nivel estatal se planteó por fin la ley se crearon expectativas.

Una serie de profesionales acudimos a los representantes políticos; FESABID y otras entidades presentaron propuestas e incluso participaron en reuniones parlamentarias; pero finalmente el gobierno socialista, que había admitido bastantes propuestas, dio marcha atrás en el último suspiro parlamentario y aprobó una ley que no tiene ninguna utilidad desde el punto de vista de resolver los problemas históricos de la biblioteca pública en España. Incluso tuvieron el cinismo de decir que era una ley que había incorporado las propuestas profesionales, pero lo cierto es que finalmente hicieron sólo un ejercicio de escenificación democrática.

No es momento ahora de ofrecer datos de estas desigualdades. Ahí están los trabajos de profesionales tan acreditados como Hilario Hernández, José Antonio Merlo…Yo mismo publiqué una serie de investigaciones al respecto. Lo cierto es que ahora, con la crisis, se ven nítidamente los problemas estructurales que hemos mencionado algunos bibliotecarios. En las colecciones, en los recursos humanos, en las actividades culturales, en los edificios e instalaciones….Cada uno ha hecho lo que ha podido, pero el drama ha sido siempre que, a pesar de las legislaciones autonómicas, el servicio de la biblioteca pública está insuficientemente regulado. Sigue vigente, de momento, la obligatoriedad de que los municipios con más de 5.000 habitantes tengan biblioteca pública, aunque en la mayoría de los casos nada se dice de cómo tienen que ser esos servicios.

Estamos en muchos casos como cuando en una ciudad capital de provincia había un instituto o un hospital. Nada tiene que ver, en general, el desarrollo de los servicios sanitarios o educativos con el de las bibliotecas públicas. Y poco tiene que ver el desarrollo y la prestación de los servicios bibliotecarios en España con el de los países más avanzados: Noruega, Finlandia, Reino Unido, Alemania…. En esos países, además de las importantes colecciones, lo que destaca es sobre todo la importancia institucional que se otorga a la biblioteca pública y no existen los vaivenes que vivimos en nuestro país: podría hasta cierto punto normal una bajada de presupuestos en el contexto de la crisis económica y financiera que afecta a nuestro país; pero no es normal que se estén cerrando bibliotecas, que haya centros que se quedan sin bibliotecario, que haya drásticas disminuciones de horarios de apertura…

Y lo más grave, es que en el nuevo panorama de la legislación municipal se corre el riesgo de que al no haberse clarificado a quién compete la financiación de las bibliotecas públicas, muchas más puedan desaparecer, sobre todo en municipios pequeños. La política de subvenciones como sistema estable ya la puse en entredicho hace una década, y ahora se comprueba que las administraciones autonómicas están dejando de apoyar a una serie de servicios municipales, entre ellos las bibliotecas. Hace falta un debate político, democrático, serio. Pero, especialmente, hay que poner sobre la mesa, en los medios de comunicación, en la oficina del Defensor del Pueblo, en los despachos de los parlamentarios de todos los partidos, la necesidad de que la biblioteca pública sea realmente un servicio básico de primer orden en la sociedad española, que no es un adorno, que es una necesidad democrática y educativa. La biblioteca pública es la puerta para la sociedad de la información, y no puede existir esta sociedad sin unos potentes servicios de biblioteca pública.

¿Qué estimas que pueden hacer las bibliotecas y los bibliotecari@s para ayudar a sus usuari@s a tener en España y Europa una situación socioeconómica desahogada?

Muchos dirán que, como el mayor de los problemas actual de nuestra sociedad es el desempleo, poco podemos hacer ahí las bibliotecas y los profesionales que en ellas trabajamos; y también es cierto que los ejes del poder socioeconómico no están en las bibliotecas. Pero creo que alejar a las bibliotecas de las claves de la construcción pública sería un error. Entre los planes de formación, entre las actividades de información que en todos los ámbitos desarrollan de forma cotidiana las bibliotecas públicas, está todo lo relacionado con el empleo: en la Biblioteca de Castilla-La Mancha hemos organizado talleres de autoempleo, conferencias con técnicas de comunicación adecuadas para conseguir empleo, etc. Pero lo importante pienso que es que la biblioteca pública constituya una institución relevante en el marco local: que sea un lugar desde el que los intelectuales y los ciudadanos hagan propuestas para la ciudad y por la ciudad, siempre de forma positiva, con un escrupuloso respeto a la libertad…

El filósofo José Antonio Marina vino en mayo a la Biblioteca de Castilla-La Mancha a pronunciar una conferencia dentro del ciclo “El Toledo que soñamos, el Toledo que queremos” y abrió las puertas de forma maravillosa a una nueva forma de intervención en la vida pública, que no puede limitarse a los partidos políticos. Se dijo entonces en los medios de comunicación locales y regionales que la biblioteca era un “laboratorio para la ciudad soñada” y que “la ciudad debía copiar de los métodos de la Biblioteca”. Hace apenas una semana, en la presentación del libro que recoge todas las conferencias e intervenciones de ese ciclo (que por cierto ha publicado un editor privado), conseguimos que vinieran representantes de los tres grupos políticos municipales, además del representante del Gobierno regional en la provincia de Toledo; y dijeron cosas sensatas (“tenemos que pensar más en los ciudadanos que en los partidos…”, “hay que trabajar juntos por el modelo de ciudad…”) En definitiva, si la Biblioteca tiene presencia pública, entra entonces en el debate público y es un lugar considerado por la opinión pública y por la opinión publicada. En esta estrategia estamos trabajando nosotros.

Deseo poner otro ejemplo: llevamos meses articulando un programa que se inició en la Biblioteca Pública del Estado en Cuenca y que se denomina “Biblioteca Solidaria”. Hemos querido hacer más fuerte ese programa local e intentamos que se convierta en un programa de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha. De momento son dos bibliotecas importantes las que estamos ahí, pero espero que siga creciendo. Es un programa para sectores en riesgo de exclusión social, en el que en la Biblioteca de Castilla-La Mancha vamos a poner en marcha 13 iniciativas concretas, y hay incluso más en Cuenca.

Vamos a trabajar conjuntamente con las administraciones local y regional en el ámbito de los servicios sociales y con las ONGs y organizaciones humanitarias; y hemos iniciado la campaña de captación de voluntarios. En apenas una semana ya tenemos cerca de 30 voluntarios, con muy buen perfil, a los que ahora tenemos que formar. Este es el programa que no puede ser flor de un día sino que es un programa estratégico: toda la Biblioteca, y todo el personal de la Biblioteca, hemos de estar en clave de solidaridad. La acogida y la repercusión social y mediática está siendo muy importante: nos miran, nos respetan. ¿Por qué no vamos a poder influir en la marcha de la ciudad, en el pensamiento? En medio de una sociedad triste, en el que lo único que se escuchan son lamentos, nosotros nos hemos empeñado en constituir una entidad que sea una fortaleza ciudadana, que sea un factor de trabajo colectivo, que sea una antorcha de esperanza y de creatividad.

Pero no sólo por trabajar en el ámbito social. Creo que una biblioteca públicas es un foco democrático muy estimable: tribuna de pensamiento, altavoz de las ideas, lugar de encuentros para la sociedad civil…. Ahora vamos a empezar a trabajar con el movimiento vecinal: una federación de asociaciones de vecinos que agrupa a 15 asociaciones de los distintos barrios de Toledo. No sé si podremos decir algo, hacer algo, pero al menos lo vamos a intentar.

 A tenor de las próximas elecciones europeas al Parlamento ¿Cómo consideras que la Unión Europea tiene en cuenta a bibliotecas y bibliotecari@s? ¿En qué leyes, directivas, reglamentos, tratados,  las citan?

Hace apenas dos meses, el 7 de octubre de 2013, que un

grupo de europarlamentarios ha presentado al Consejo Europeo y a la Comisión Europea una Declaración por escrito “sobre la repercusión de las bibliotecas publicas en las comunidades europeas”. Como preámbulo a su petición citan lo siguiente:

“1. Una encuesta de 2013 sobre los servicios de las bibliotecas públicas en 18 países europeos revela que, el año pasado, casi 100 millones de europeos visitaron su biblioteca pública y que 14 millones la utilizaron para acceder a internet;

2. En los últimos 12 meses, 24 millones de europeos (con más frecuencia las personas mayores, los miembros de minorías étnicas y los habitantes de zonas rurales) han utilizado su biblioteca pública para realizar actividades de aprendizaje no formal e informal;

3. El 83 % de las personas que emplean los servicios gratuitos de ordenadores e internet que ofrecen las bibliotecas públicas afirman que estos han repercutido positivamente en sus vidas —han ahorrado tiempo y dinero, han mejorado sus competencias y han podido acceder a servicios públicos y a recursos relacionados con el empleo y la sanidad—;

4. El año pasado, 1,5 millones de europeos enviaron sus candidaturas para puestos de trabajo y 250 000 encontraron un empleo utilizando el acceso gratuito a internet de las bibliotecas;

5. Las bibliotecas públicas constituyen el único punto de acceso gratuito a internet para 1,9 millones de europeos marginados”

No soy un experto en legislación europea, pero la petición que realizan estos parlamentarios parece indicar que en el ámbito de la Unión Europea puede existir una cierta desprotección de las bibliotecas públicas. Exactamente, finalizan su Declaración con el siguiente párrafo: “Se pide, por tanto, a la Comisión que reconozca los servicios fundamentales que las bibliotecas públicas ofrecen a las comunidades locales y a los grupos desfavorecidos en lo referente a la inclusión digital, la integración social, el aprendizaje permanente y los itinerarios hacia el empleo, así como la función que desempeñan estos servicios contribuyendo a la consecución de los objetivos de la UE”

Puede parecer chocante, sobre todo cuando recordamos la lectura de documentos como las Pautas del Consejo de Europa y EBLIDA sobre legislación y política bibliotecaria en Europa, publicadas en el año 2000. En estas Pautas se contienen afirmaciones tajantes, muy importantes. Citaré algunos ejemplos:

– En cuanto a las medidas de política y legislación bibliotecaria, deben “abarcar todo tipo de soporte informativo, incluyendo la información digital disponible en Internet, con el fin de garantizar a todos los ciudadanos el libre acceso a la información.” Y han de destacar el papel de los servicios bibliotecarios como factor necesario para el mantenimiento y el desarrollo de la democracia. Además, las administraciones centrales y locales deben ofrecer los mecanismos organizativos, económicos y de control necesarios para facilitar el desempeño de tal función y para que los servicios bibliotecarios ocupen su lugar en una política nacional de información”

– En general, “la financiación de las bibliotecas debe constituir una responsabilidad de la administración pública.”

– Los organismos políticos deben “garantizar la existencia de condiciones jurídicas y financieras que aseguren a los ciudadanos un acceso sin restricciones a la información cultural, científica, educativa y social a través de las bibliotecas, con independencia del formato en que se almacene, transporte o distribuya.”

En general, las directivas y normas comunitarias se están refiriendo especialmente a aspectos de la sociedad digital. Y en cuanto a las bibliotecas, a poner en marcha planes de digitalización de contenidos para Europeana y otros repositorios digitales. Pero, como les ocurre a los Estados miembros, tengo la percepción de que no se han afrontado unas directivas muy significativas sobre las bibliotecas públicas. ¿No tenemos los profesionales la sensación de que la brecha se va agigantando? Cuando hay ciudadanos de miles de pequeñas poblaciones que no tienen acceso alguno a servicios de lectura e información pública, lógicamente nos preocupa el estancamiento que está sucediendo en las ciudades, en las regiones y en los propios países. Las estadísticas, al menos en España, son bien elocuentes, igual que en los países con similar situación financiera y social.

Pero me sigue pareciendo dramático que existan ciudadanos sin derecho a la lectura, sin derecho a la información. No hay ciudadanos sin derecho a servicios educativos (mejores o peores) ni ciudadanos sin acceso a servicios sanitarios (también mejores o peores); pero sí hay miles de ciudadanos desprotegidos, sin acceso a servicios de biblioteca pública.

¿No es un síntoma de la importancia que las Instituciones comunitarias dan a la biblioteca pública que esta palabra no aparezca en todo el documento denominado Europa 2020? Efectivamente en este documento que contiene “Una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador”, aparecen la sociedad digital, las tecnologías de la información, las industrias culturales e incluso la educación y formación permanente, aspectos todos ellos que podrían considerarse relacionados o vinculados con la biblioteca pública. Pero me parece sorprendente que el término de esta institución emblemática para la educación, la cultura, la información y el ocio positivo no aparezca citado ni una sola vez en todo el largo documento. En tiempos pasados me ocupé de analizar y publicar las propuestas de los partidos políticos en España, aunque eran bien escasas en general. Ahora sería deseable que los europarlamentarios recibieran informes sobre la situación de las bibliotecas públicas en la Unión Europea y la necesidad de que existan directivas concretas regulando tan importante servicio público y exigiendo políticas de información de carácter nacional en todos los Estados y no dejando la cuestión exclusivamente a los políticos locales o regionales.

Si fueras de nuevo un joven universitario que comienza sus estudios ¿Qué consejos les darías para enfrentarse con éxito a su futuro?

La elección de unos estudios universitarios es siempre difícil. Ahora todas, o la mayoría, tienen problemas similares de cara al futuro profesional, pensando en un trabajo futuro. Por ello tal vez es momento de pensar en este futuro desde un punto de vista vocacional (en mi opinión siempre hay que hacerlo así; creo que no tiene mucho sentido escoger unos estudios sólo pensando en las posibles salidas profesionales). Otra cuestión tradicional es el esfuerzo, la dedicación; personalmente yo siempre basé mis estudios y mi actividad en el trabajo; tal vez hay personas brillantes, con grandes cualidades personales e intelectuales; yo, en la balanza, opto por el esfuerzo personal, porque da muchas satisfacciones personales y, a la larga, te permito lograr cumplir los objetivos.

Finalmente, a quienes piensan que con la crisis y las pocas posibilidades de empleo existentes no merece la pena, les diría que eso no es cierto. Precisamente ahora en tiempos de crisis no sólo hay que formarse muchísimo: también hay que saber elegir actividades complementarias que permitan al estudiante estar satisfecho con uno mismo. Si se ha terminado la carrera universitaria y no hay trabajo, hay que seguir formándose y hay que aprovechar ese tiempo para comenzar a investigar. En cualquier área del conocimiento, aunar investigación con estudio resulta fundamental; y desde luego ocupar el tiempo de forma positiva es mucho mejor que desesperarse o dejar pasar el tiempo entre la crítica, el desencanto y el hastío.

Y si aún hay tiempo, este tiempo de desempleo tras finalizar los estudios puede aprovecharse para iniciativas de voluntariado (en las bibliotecas o en cualquier ONG…) ¿Por qué no dar a la sociedad lo que la propia sociedad tal vez te está negando por la falta de empleos? La autoestima es siempre necesaria, y en estos tiempos duros que estamos viviendo es fundamental la actitud de esperanza; y para tener esperanza nada mejor que salir de uno mismo y pensar en los demás.

De interés

Artículos Relacionados

Centro de preferencias de privacidad