jueves,18 agosto 2022
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Godenau, Dirk et alía/Ministerio de Empleo y S.S. / 202 págs

La integración de los inmigrantes en España: fases, patrones y dinámicas regionales

Redacción
El presente estudio que acaba de presentar el Ministerio de Empleo y Seguridad Social a través de su servicio de publicaciones tiene como finalidad analizar los resultados de la evolución de los procesos de integración a través del sistema de indicadores propuesto, validado y mejorado en esta edición, en tres momentos clave de los últimos años: 2007,2011 y 2015. Todo ello visto desde las distintas ópticas del bienestar, empleo, relaciones sociales y ciudadanía.Las conclusiones son interesantes.

Los procesos de integración resultan fundamentales para el buen funcionamiento de una sociedad. Debido al carácter dinámico y continuo de los mismos, son difícilmente ponderables desde muchos puntos de vista. Sin embargo resulta necesario contar con herramientas de evaluación objetivas, temporal y geográficamente, para poder elaborar políticas sociales adecuadas y ejercer la necesaria tutela de la Administración hacia las clases menos favorecidas o en situación de riesgo.

La presentación del estudio contó de Dirk Godenau (Director científico del Observatorio de la Inmigración de Tenerife, OBITen); Sebastian Rinken (Investigador del Instituto de Estudios Sociales Avanzados, IESA-CSIC y Director del Observatorio Permanente Andaluz de las Migraciones (OPAM) hasta 2013); Antidio Martínez de Lizarrondo Artola (Director del Observatorio de la Realidad Social de Navarra, ORS), y Gorka Moreno Márquez (Director del Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi).

Según la presentación de Marina del Corral Tellez, ​​​​​Secretaria General de Inmigración y Emigración Presidenta del bservatorio Permanente de la Inmigración, el libro forma parte de la colección Documentos del Observatorio Permanente de la Inmigración y supone la continuación del número anterior, en el que se proponía un modelo de medición del proceso de integración de los extranjeros en la sociedad española a escala nacional y regional. Resalta el enfoque de género, fundamental para que las políticas y actuaciones concretas en los ámbitos de integración e inserción socio-laboral resulten exitosas y poder así superar las situaciones de discriminación que sufren algunas mujeres inmigrantes.

Con este trabajo, cuyo texto integro puede consultarse en este enlace, la Secretaría General de Inmigración y Emigración mantiene la colaboración con cuatro observatorios: el Observatorio de la Inmigración de Tenerife (OBITen), el Observatorio Vasco de Inmigración (IKUSPEGUI), el Observatorio de la Realidad Social de Navarra (ORS) y el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC). 

Conclusiones

En las conclusiones se indica que la trayectoria de integración en el conjunto de España  puede resumirse en las siguientes tres observaciones:

-En los ámbitos de Empleo y Bienestar, las desventajas de la población inmigrada (que se habían acentuado en el primer tramo de la crisis) volvieron a reconducirse a partir de 2011 para alcanzar, en 2014, niveles de desigualdad no muy alejados de los existentes con anterioridad a la crisis.

-En los ámbitos de Relaciones Sociales y Ciudadanía, las disparidades se habrían reducido durante ambas fases del período de observación, mejorando notablemente el estatus administrativo del colectivo inmigrado y, en menor medida, también la interacción entre personas autóctonas y alóctonas.

Como resultado de todos estos procesos, la integración de la población inmigrada evolucionó favorablemente durante estos años –pese al entorno económico adverso–. Para entender bien estos hallazgos, es menester tener en cuenta, en primer lugar, que nos referimos a la posición relativa de la población inmigrada (o extranjera, criterio de clasificación aplicado aquí por la escasez de fuentes estadísticas con información sobre el lugar de nacimiento), en comparación con la autóctona (española).

a índole inherentemente comparativa del concepto de integración manejado en este estudio, en línea con un amplio consenso académico e institucional, conlleva que el grado de disparidad entre ambos colectivos pueda disminuir, incluso mientras empeorara la situación de ambos; caso este que se da en los ámbitos Empleo y Bienestar. Así pues, conviene subrayar que los resultados de este estudio no cuestionan las graves repercusiones de la crisis para millones de hogares. Nuestro objetivo aquí es calibrar el grado de similitud de dos colectivos muy amplios, respecto a una serie de parámetros.

En segundo lugar, quisiéramos enfatizar que la información estadística disponible no permite realizar un seguimiento de cómo evolucionó la situación ocupacional, económica, social, cívica, etcétera de quienes, inmigrantes o autóctonos, estuvieron viviendo en España cuando se produjo ese repentino deterioro del contexto económico general, a partir de la primavera de 2008, posteriormente reconocido como el inicio de una crisis profunda y larga.Este no es un estudio tipo panel, sino que se basa en tres fotos fijas, incapaces por tanto de captar los movimientos (demográficos, pero no solo) que pudiesen darse en los intervalos, y así alterando la composición de las poblaciones objeto de estudio, respecto a un largo listado de rasgos. El presente estudio mejora esta laguna metodológica mediante la inspección de los cocientes de integración según las antes referidas variables de segmentación, pero no lo resuelve. En otras palabras, la constatación de una mejoría relativa de la población extranjera respecto a determinados parámetros, en comparación con la nacional, no implica necesariamente trayectorias relativamente más favorables para todos aquellos individuos que integraron el colectivo extranjero al iniciar el período de observación. Se trata de una comparación global entre quienes constan en una y quienes constan en otra foto, por seguir con la metáfora.

En tercer lugar, y sin menoscabo de las dos consideraciones anteriores, es necesario hacer hincapié en que la realidad social no se deriva sin más, solo y exclusivamente, de hechos económicos, sino que consiste de una pluralidad variopinta, incluso inabarcable, de factores, criterios, inercias y dinámicas, de naturaleza e impacto diferente y muchas veces, contradictorio. En un contexto de grave crisis económica, es fácil olvidarse de esta obviedad, ya que las dificultades ocasionadas por el deterioro del mercado laboral son muchas y en demasiados casos, de alcance hasta dramático; dificultades que afectan a priori especialmente a la población inmigrada, al partir de una situación de vulnerabilidad acusada, como recordábamos antes. Empero, incluso en tales circunstancias, siguen existiendo otros aspectos y dimensiones, potencialmente capaces de contrarrestar la dinámica desfavorable ocasionada por el decrecimiento del empleo y sus variadas secuelas negativas.

especto a nuestro objeto de estudio, son de resaltar especialmente aquellas tendencias vinculadas más o menos directamente al ciclo migratorio; es decir, el largo y paulatino proceso de asentamiento durante los años posteriores a la llegada al país receptor (España en nuestro caso). Estos procesos incluyen un dominio creciente del idioma vehicular en esta sociedad, un conocimiento cada vez más refinado de sus instituciones y pautas de interacción, y el cumplimiento de determinados requisitos exigidos para consolidar la situación administrativa, por parte de proporciones cada vez mayores de la población alóctona, por poner algunos ejemplos. Es a raíz de tales dinámicas, relacionadas en gran parte con lo que podemos denominar efecto cohorte, que este estudio constata una mejora progresiva en buena parte de los indicadores en materia de Relaciones Sociales y Ciudadanía, durante ambas fases de la crisis económica consideradas aquí.

Pasando a otro hallazgo clave del estudio, la referida trayectoria general se produce en todas las regiones de España, aunque con matices importantes. La dimensión regional de los procesos de integración, analizada detalladamente en el capítulo 3, evidencia una clara convergencia interregional en los ámbitos de Relaciones Sociales y Ciudadanía; en estas materias, la dispersión regional de los cocientes de integración se ha ido reduciendo a lo largo de la crisis.

En cambio, en los ámbitos de Empleo y Bienestar, se observa una dispersión regional creciente durante la primera etapa de la crisis, seguida por una compensación parcial de estos incrementos, en la segunda etapa. O sea, en estos dos ámbitos, las diferencias interregionales en materia de equiparación de la población inmigrada son persistentes, e incluso tienden a acrecentarse; consideramos que ello se debe fundamentalmente a la inercia de las diferencias entre mercados de trabajo regionales, diferencias que originan unos pronunciados desniveles en términos de empleo, paro, renta, desigualdad y pobreza, entre otros. Por recordar las principales pautas emergentes a escala infra-estatal, en materia ocupacional las diferencias interregionales son amplias y relativamente estables, según una mayoría de los

indicadores de integración disponibles en este ámbito.

Como regla general, las menores disparidades entre las poblaciones española y extranjera se observan en Canarias y las mayores, en la Comunidad de Madrid. La dispersión inter-regional de los cocientes de disparidad se acentúa respecto al rendimiento del capital humano, mientras que es relativamente menor respecto del salario anual medio. Esas disparidades evolucionan de forma bien distinta en las dos fases de la crisis, con un acusado empeoramiento en la primera y un estancamiento, a veces incluso una ligera recuperación de la posición relativa de los extranjeros, en la segunda fase; recuperación relativa que es atribuible en parte a un empeoramiento entre sus homólogos de procedencia española, según evidencia el análisis de descomposición.

En materia de Bienestar, la dispersión interregional alcanza cotas notables para aquellos indicadores relacionados más directamente con la situación económica familiar y su nivel de vida, acentuándose además durante estos años de crisis: la disparidad decrece adicionalmente donde ya era reducida (cf. Canarias), mientras que aumenta donde ya era elevada (cf. Comunidad de Madrid). En otras palabras, las dificultades económicas de los hogares extranjeros aumentan en todo el país, mientras que para los hogares españoles se acentúa la distancia entre unas y otras regiones, manteniéndose el ranking entre ellas, preexistente a la crisis. De forma parecida a lo constatado en materia ocupacional, un marcado crecimiento de la disparidad en la primera fase de la crisis, da lugar a una recuperación parcial de la posición relativa de los extranjeros, en la segunda etapa.

En cuanto a las Relaciones Sociales, constatamos una dispersión interregional de los cocientes de integración generalmente reducida y estable; por señalar dos excepciones, dicha dispersión es relativamente elevada respecto de la convivencia en Hogares mixtos, debido a efectos de composición sobre todo, y su evolución es marcadamente positiva respecto a Capacidad lingüística, al mejorar los correspondientes cocientes más en aquellas regiones que eran deficitarias en esta materia. La Comunidad de Madrid obtiene cocientes de integración especialmente favorables y mejorías especialmente notables, mientras que Canarias tiende a una mayor estabilidad; ambas situaciones están relacionadas con efectos de composición (altas proporciones de latinoamericanos y de europeos comunitarios, respectivamente). En una mayoría de las regiones y para una mayoría de los indicadores, se observan ligeras mejorías en el primer tramo, que se acentúan en el segundo.

Finalmente, en materia de Ciudadanía, unas diferencias interregionales inicialmente considerables remiten claramente en ambas fases consideradas, con matices según qué aspecto consideremos, excepto por unas tasas de naturalización que siguen acusando unos considerables efectos de composición, a raíz de los consabidos privilegios legales para los nacionales de países latinoamericanos; así pues, la región de Madrid lidera el ranking de integración en materia de naturalizaciones, mientras que las tasas más favorables de Regularidad administrativa y de Residencia de larga duración se observan en zonas del Centro y Sur peninsular.

Una parte considerable de las diferencias interregionales están correlacionadas con el peso proporcional de distintos colectivos de procedencia, aunque no siempre sea en el sentido esperado; otra parte también notable de esas diferencias entre regiones se debe a los efectos de selección ejercidos por unas estructuras productivas y unos mercados laborales dispares. En este sentido, cabe subrayar que entre las variables de segmentación consideradas, destaca el nivel educativo, y de varias maneras. Por un lado, resulta que los cocientes de disparidad se acrecientan claramente, sobre todo en materia ocupacional, entre personas con estudios superiores: el capital humano de los trabajadores extranjeros estaría «rindiendo» menos que entre sus homólogos españoles, según evidencia no solo el indicador de sobrecualificación, sino también el relativo a la propia empleabilidad (tasa de paro). Por otra parte, resulta que la dispersión interregional se ha ido acrecentando durante estos años de crisis, precisamente en cuanto a dotación de capital humano: la proporción de personas con alto nivel formativo ha crecido adicionalmente donde ya era elevada (cf. Madrid), manteniéndose relativamente estancada donde ya era más bien baja (cf. Sur; Canarias); y ello, no solo entre las personas con nacionalidad española, sino también entre la población extranjera. Estos efectos selectivos contribuyen a que en materia laboral, la disparidad entre los colectivos autóctono e inmigrante se haya acentuado especialmente en el Nordeste y Este peninsular y en la Comunidad de Madrid, reduciéndose prácticamente a cero en Canarias. Aquellos indicadores que permiten desagregar por lugar de nacimiento (muchos de ellos relativos al ámbito ocupacional), sugieren una menor disparidad entre las poblaciones inmigrada y autóctona, en comparación con la disparidad entre las poblaciones con nacionalidades extranjera y española, respectivamente.

En particular, gozan de una mejor situación relativa los españoles nacidos en el extranjero, en comparación tanto con sus homólogos con nacionalidad extranjera, como el conjunto de la población extranjera; resultados estos que confirman la expectativa de que aquellos inmigrantes que acceden a la nacionalidad por residencia en España, tenderían a caracterizarse por un estado más avanzado de los procesos de integración. Por implicación, al salir los nacionalizados del colectivo extranjero, los índices de disparidad de este se verían perjudicados; desde este punto de vista, la evolución de los cocientes de integración en materia ocupacional, durante el segundo trienio de la crisis, es más llamativa si cabe. Conviene tener en cuenta, de todos modos, que los nacionalizados tienden a ser un colectivo con un arraigo temporal relativamente elevado, factor este que también contribuye, en cuanto tal y desde varios puntos de vista, a una mejor integración.

La visión sinóptica a través de índices sintéticos y clasificaciones jerárquicas (capítulo 4) permite agrupar las regiones según sus perfiles de integración; agrupación que es relativamente estable durante el período analizado y compatible, con matices, con los resultados alcanzados en su momento por Godenau et al. (2014). En uno de los extremos de esta clasificación se encuentra Canarias, con desigualdades inusualmente escasas entre población inmigrada y autóctona, posición diferencial causada principalmente por las reducidas diferencias entre ambas poblaciones en los ámbitos de Empleo y Bienestar. En el otro extremo se encuentran las os denominados sesgos de composición, con un coste marginal prácticamente nulo. En un segundo lugar, sería deseable complementar la recopilación de datos estadísticos según delimitaciones administrativas, ya sea a escala nacional o regional, con estudios de caso enfocados en zonas funcionales: por ejemplo, parece más que probable que los procesos de integración tienen características diferenciales en las grandes aglomeraciones metropolitanas, por un lado, en comparación con zonas rurales, por otro. Este estudio es fruto de una línea de trabajo que persigue un diagnóstico global de la marcha de los procesos de integración, en distintos ámbitos y regiones de asentamiento; su complemento más provechoso, en nuestra opinión, serían estudios que contribuyan a comprender la evolución de los procesos de integración, su interrelación y sus factores determinantes, en contextos más específicos.

 

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