La violencia de los radicales islámicos en el norte de Irak ocupa hoy domingo las primeras páginas, tras provocar también la huida masiva de población, cifrada por algunas fuentes en más de 400.000 personas. Los testimonios de huidos relatan la violencia extrema de las milicias del Estado Islámico, mientras fuerzas kurdas apoyadas por la aviación estadounidense lanzaron ayer una dura ofensiva para recuperar la presa de Mosul, localidad estratégica del norte de Irak, dominada por los radicales.
La Unión Europea acordó el viernes permitir a los países miembros responder positivamente a la petición de armamento de las autoridades del Kurdistán iraquí para frenar el avance de los yihadistas. Anteriormente, Francia y Reino Unido ya habían respondido a los llamamientos de los kurdos enviando a la zona ayuda humanitaria.
Opiniones de la prensa española
Los diarios señalan que el Estado Islámico aspira a extender mediante la guerra su califato en Irak y Siria, mezclando el terror y un férreo control religioso con un perfil paternalista, lo que explicaría que pese a ser un grupo residual en Bagdad creciera y se extendiera por Irak usando a un grupo yihadista para entrar en el país vecino. También recuerdan que, en una reciente entrevista con la revista The Atlantic, Hillary Clinton, de línea projudía, vincula la negativa de Obama de armar a los rebeldes sirios con el ascenso de los yihadistas violentos en Siria y en Irak, doce años después de que votara en el Senado a favor de autorizar la guerra de Irak. Otros ensalzan la tolerancia católica.
De nuevo en Irak (editorial de The Economist reproducido hoy por EL PAIS): La ambición de los yihadistas de establecer un califato islámico no se puede tolerar. Pero un ataque frontal podría impulsar el apoyo suní al EI y desintegrar Irak. […] Es posible imaginar la formación de un Estado kurdo independiente. Con los chiíes y los suníes, no es posible. Una ruptura del país podría conducir a un baño de sangre a una escala sin precedentes.[…] En todo caso, los líderes occidentales deben preparar a la opinión pública para un prolongado compromiso militar en esta región del mundo.Esto pone en evidencia una verdad incómoda para Obama. Él juzga que solo se podrá gestionar el problema de los yihadistas creando estabilidad a largo plazo en Irak. Una situación parecida existe en Siria; sin embargo, el presidente lleva tiempo resistiéndose a intervenir en ese país, respaldado por la opinión pública y el Congreso. […] Pero, a largo plazo, es poco probable que EE UU pueda destruir o incluso contener el yihadismo armado sin involucrarse en Siria.
La ayuda humanitaria no basta para impedir un genocidio en Irak (EL MUNDO):Las potencias están respondiendo a la matanza yihadista en Irak con una lentitud, una descoordinación y una indeterminación un tanto irresponsables, si tenemos en cuenta la gravedad de la amenaza mundial que representa el grupo terrorista Estado Islámico. El envío de ayuda humanitaria no es suficiente. La renuencia europea contrasta con la respuesta de Estados Unidos. Tan sólo Washington parece consciente de lo que está en juego. Más de 2.000 musulmanes radicales extranjeros se han sumado a Estado Islámico desde que estalló la guerra en Siria, pero la ONU se limita a aprobar sanciones económicas a los países que den cobertura a estos despiadados terroristas. Cabe preguntarse cuántos civiles asesinados, cuántos refugiados, cuántas células yihadistas desarticuladas en suelo Europeo y cuántos atentados necesita la comunidad internacional para actuar de forma contundente, sin descartar una acción militar dirigida por la ONU.
Urge una reacción coordinada de occidente para frenar el yihadismo (ABC): Se está haciendo urgente una reacción coordinada y a largo plazo de los países occidentales ante la evolución de los acontecimientos en el mundo musulmán, no solo por el riesgo que representa para la seguridad internacional, sino también por la grave crisis humanitaria que está produciendo. Sin embargo, la situación se degrada por días en Siria, Irak, incluso Libia, por la coincidencia de unos factores muy concretos. El primero es el desistimiento de Estados Unidos a seguir asumiendo el liderazgo mundial. Obama dejará a su país con una política exterior en la que es difícil reconocer directrices claras. No ha sabido qué hacer en Siria y ahora responde con pusilanimidad en Irak ante el avance del Estado Islámico. Sus socios europeos no han reaccionado con mejores actitudes. Por otro lado, las "primaveras árabes" se han revelado como un espejismo de democratización, que ha desembocado en un estado fallido, como es ahora Libia; en un régimen autocrático, como Egipto; o, en general, en un exacerbación de los extremismos islamistas. En ese contexto de retracción occidental y fracaso democrático, el terrorismo islamista no para de ocupar espacios físicos y políticos. Incluso las expectativas de éxito, junto a resultados concretos en Irak y Siria, han desatado la competencia entre grupos terroristas, como Al Qaida y el Estado Islámico. Cuanto más grave, cercano y amenazante es el riesgo del terrorismo islamista, menos decidida y disuasoria está siendo la respuesta de las democracias occidentales.
Obama carece de proyecto para oriente medio (LA RAZÓN):La servidumbre de vivir atado a la tiranía de la encuesta diaria, explica una política exterior nefasta por puramente egoísta, aunque se venda envuelta en buenismo. Sólo así se explica la miopía de la Casa Blanca ante los procesos revolucionarios árabes y la inconsistencia estratégica de las retiradas de Irak y Afganistán. En Oriente Medio, Obama siempre ha ido a remolque de los acontecimientos, reaccionando a lo inmediato y sin un proyecto. Hoy, Obama bombardea Irak, impone presidentes títeres, negocia con Irán, respalda dictadores, agita peligrosamente el delicado tablero del Kurdistán y da bazas dialécticas a Hamás frente a Israel. Decisiones impuestas por la urgencia de las circunstancias y la cristalización de la amenaza yihadista de Al Qaeda y sus adláteres. La misma amenaza que un día de primavera soñó haber conjurado.
Los musulmanes no extremistas deben alzar la voz (EL PERIÓDICO):Si Estados Unidos, con Bush y Obama, no ha tenido un plan claro y coherente para la zona, el yihadismo sí lo tiene y lo pone en práctica. En su aspiración de crear un califato hasta el Mediterráneo ha borrado la frontera que separaba a los suníes de Irak y Siria. En su lectura torticera del Corán impone el rigorismo y la violencia extrema. Ejerce un control férreo sobre la población que domina y le garantiza los servicios básicos. Utiliza las técnicas de comunicación más modernas junto a la barbarie más arcaica, como demuestran, por poner dos últimos ejemplos, el asesinato y decapitación de más de 700 personas en menos de dos semanas en el este de Siria o la persecución de los yazidís. En su delirio, el Estado Islámico está poniendo fin a siglos de convivencia del islam con otras religiones. Mientras los yihadistas avanzaban, en Bagdad los políticos daban el deprimente espectáculo de no ponerse de acuerdo ni siquiera para formar Gobierno. La UE se dispone a facilitar ayuda para combatir al EI, y EEUU, a aumentarla. Pero además de estas contribuciones, lo que se necesita es un plan coherente para acabar con el yihadismo. Y para ello falta una voz fundamental, que es la de los musulmanes no extremistas, que guardan silencio cuando, además de ser mayoría, son las principales víctimas de los delirios de un grupo de fanáticos sanguinarios.
