¿Quién no conoce la historia de Marco Polo, ese hombre veneciano que puso sobre el mapa al gran imperio formado por Genghis Khan allá por el siglo XIII? Por esa época pocos eran los conocimientos que la vieja Europa tenía sobre el Lejano Oriente aunque, si nos centramos en la Ruta de la Seda, los primeros documentos que constan de su uso para el comercio datan del siglo II a.C. Esta ruta, que unió Oriente y Occidente, puede considerarse como el primer atisbo de la globalización ya que puso en contacto comercial y cultural dos mundos tan distintos como distantes.
Hoy en día China pretende incentivar esta antigua forma de negocio en una nueva oportunidad comercial, y para ello invertirá un billón de dólares en subvenciones (900 millones de euros).
Actualmente, aunque la Ruta de la Seda ha cambiado completamente, el objetivo siempre va a ser el mismo: el comercio. Es por esto por lo que el gobierno chino, liderado por Xi Jinpin, ha decidido impulsarla después de que su país haya experimentado en este último año el menor crecimiento de los últimos veinticinco.
Sin embargo la modernización de la ruta no es una realidad fruto de unos pocos días; el mismo presidente en 2013 ya tomó la iniciativa de desarrollar una vía terrestre que conectara China con Europa a través de Asia Central, y otra marítima que enlazara el sudeste asiático y África. Dichos caminos recorren setenta países y unen a más de la mitad de la población mundial, lo que supone el 50% de la producción global de bienes y servicios, cifras que hay que tener en cuenta.
Dentro de esta vía los dos puntos más lejanos conectan Madrid con Yiwu, unos trece mil kilómetros de recorrido a los que se suman países como Alemania o recientemente Irán. A pesar de la distancia, España ofrece grandes oportunidades de negocio debido a la insistencia asiática, que en julio llevó a cabo un encuentro entre veinte grandes firmas españolas con ciento cuarenta empresas chinas en busca de inversores.
A la vista de las cifras queda bastante claro el porqué del gasto de un billón de dólares en dicha ruta: China ve su potencial y quiere repartirse parte del pastel; pero tal desembolso no puede hacerse a la ligera por lo que, ¿de dónde sacará el dinero?
Para ello ha creado un fondo con 40.000 millones de dólares (36.000 millones de euros) con el que se pretende incentivar la inversión privada. A esto se suma la partida de 150.000 millones de dólares (134.000 millones de euros) del Nuevo Banco de Desarrollo fundado por los países del BRIC (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Por su parte China preside el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que cuenta con 57 países miembros y dispone de otros 100.000 millones de dólares (90.000 millones de euros). Asimismo, el Banco de Desarrollo de China y el Banco Exim, dedicado a financiar la exportación e importación, han recibido inyecciones de 48.000 y 45.000 millones de dólares (43.000 y 40.000 millones de euros) que les permitirán hacer inversiones por valor de 400.000 millones de dólares a cada uno de ellos (358.000 millones de euros).
Aunque todavía están en fase inicial, estas Nuevas Rutas de la Seda ya han dado sus primeros frutos y han permitido en el último año aumentar un 18,2% la inversión china en los países por donde discurre, con un beneficio de 14.800 millones de dólares según las cifras oficiales (13.200 millones de euros).
En total el valor de los contratos firmados ascendió a 92.600millones de dólares (83.000 millones de euros), aunque esto supone una nimiedad en comparación con el billón de dólares (900.000 millones de euros) que generaron sus transacciones comerciales. Dicha situación ha provocado que casi un cuarto del comercio exterior de China se genere ya en las Nuevas Rutas de la Seda, cifra que seguirá en aumento a lo largo de los próximos años.