jueves,18 agosto 2022
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La troika a examen

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La denominada troika se compone del Banco Central Europeo , La Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional. A pesar del relevante protagonismo que ha alcanzado en la gestión de la crisis del euro, una buena parte del trabajo ha adolecido de una clamorosa falta de transparencia (la mayor parte de sus cometidos se llevaron a cabo a puerta cerrada). Pero, afortunadamente, por fin se comienzan a difundir algunas de las grietas de sus fallidas conjeturas y erróneas bases analíticas.

Por lo tanto, otras instituciones de la Unión Europea (Parlamento, Comité Económico y Social Europeo y Comité de las Regiones) apenas han sabido de los intersticios de sus trabajos; hasta que Sven Giegold, activo europarlamentario del grupo de Los Verdes, ha tomado cartas en el asunto requiriendo comparecencias en sede parlamentaria, con la intención de estructurar un completo informe sobre sus actuaciones.

En mi opinión, resulta muy oportuno hacer balance de este oscuro periodo, una vez que el FMI y la Comisión comienzan a reconocer los magros –por no decir nefastos- resultados de sus dogmas de austeridad, tantas veces cuestionados por los que representamos en el CESE a la sociedad civil organizada.

Así, el pasado 5 de Noviembre la Comisión ECON del Parlamento Europeo convocó a altos representantes del BCE, de la Comisión Europea y del mundo académico para reflexionar y exigir explicaciones sobre los resultados de la aplicación de sus políticas en los territorios más vulnerables sometidos a rescate (Grecia, Chipre, Irlanda y Portugal), a partir de tres grandes constataciones:

 

  • Aceleración en la contracción de sus economías
  • Corolario de lo anterior: dramático aumento de la destrucción neta de empleo y de su precarización
  • Incremento de la deuda soberana muy superior a las previsiones iniciales (reducción insuficiente de los déficits)

Ante la espiral diabólica que tanto ha depauperado esas economías, muchos ciudadanos esperamos con expectación esa imprescindible rendición de cuentas, prestando especial atención a los casos de aplicaciones legislativas incorrectas en el seno de los Estados miembros, en base a las erróneas exigencias. A partir de ahí, confiamos (con las debidas reservas) en que se tome buena nota de las lecciones aprendidas.

En resumen, “los del Sur” hemos sufrido en nuestras carnes el desprecio por los supuestos excesos cometidos en estos años: reiteradamente, se nos ha venido tachando de irresponsables y despilfarradores. Y, para expiar nuestras culpas, hemos sido sometidos hasta la asfixia a sucesivas devaluaciones internas y cuando también nos hemos visto forzados a buscar trabajo en la “Europa avanzada” se nos ha pretendido pagar menos.

Pero una vez instalado tan interesado discurso, algunas instituciones –para enojo de Alemania-van y nos confiesan (¿será que el Sr. Barroso ya está haciendo las maletas?) lo tan bien conocido como oportunamente silenciado: los desequilibrios vienen por todas las partes (y de lejos, desde hace años casi todos los Estados miembros han incumplido sistemáticamente con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento), más allá de que la troika sólo fijara su lupa en los desarrapados.

Para simplificar: el excesivo superávit comercial de los poderosos está estrechamente relacionado con la paulatina debilitación de la demanda interna de los más vulnerables, que han sujetado el avance de la apreciación del euro a costa de deprimir sus precarias economías (caída de la demanda agregada y, en consecuencia, introducción de un sesgo deflacionario).

Y frente a los choques asimétricos, lejos de invertir y gastar en “el Sur” de forma significativa, los potentes vecinos van y nos arrebatan la mano de obra cualificada (que tan cara ha costado a nuestras deprimidas arcas públicas). Y, para más inri, pagando hasta hace bien poco intereses negativos por su -en nada menospreciable- deuda soberana.

Y me pregunto: ¿A esto se le llama solidaridad? Tal vez, compasivamente, habrá que hablar de ceguera, pero, honestamente, esa lectura va perdiendo día a día su ya de por si escasa credibilidad.


Carlos Trias

Consejero del CESE y Director de ASGECO

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