jueves,18 agosto 2022
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La Universidad productivista llega a España

La universidad gerencial en 14 países, de Japón a Hungría

Universidad y futuro
Un reciente seguimiento del Estado de la Cuestión Universitaria Pública con la participación de 14 países de todas las zonas del planeta concluye con el claro hecho de que los criterios gerencialistas y de producción y beneficio en la enseñanza llevan al abismo al sector educativo universitario.

En breve se publicará en español un Informe Internacional coordinado por los profesores Hans  Radder y Willem Halffman, de la U. de Holanda, con la participación de 14 naciones, entre ellas, USA, Australia, Japón, Reino Unido, Francia, Eslovaquia, Bélgica, España o Dinamarca, en el que distintos investigadores de centros públicos universitarios de esos 14 países llegan a la misma conclusión: la Universidad Pública está siendo asediada por una serie de criterios de producción y gestión que la ponen  en serio riesgo de desaparecer en menos de cincuenta años.

En el Informe, los países y las universidades más avanzados ponen la alarma en la situación cada vez más precaria de sus Universidades Públicas, en las que profesorado subcontratado a bajísimos salarios saca adelante la docencia, en tanto los estudiantes pagan matrículas completamente astronómicas -por ejemplo, lo que anualmente paga un estudiante de Grado en Artes de Australia, unos 20.000 euros, o los cerca de 35.000 anuales de un Doctorado en el mismo país). Las universidades del mundo se ven obligadas a poner esas tasas de matrícula porque cada vez cuentan con menor subsidio del Estado, que reduce drásticamente su apoyo a la investigación y a las enseñanzas públicas como si se tratara de negocios ruinosos.

La situación es dramática en las universidades brasileñas, donde, por ejemplo, el Estado ha recortado su apoyo a la investigación el pasado año en un 45 por ciento. No digamos  Japón, donde el mismo modelo ha obligado a las Universidades del Estado a rendir cuentas de beneficios ante un Consejo Rector formado ya por evaluadores extermos y gerentes enviados por el Gobierno que toman ya las decisiones organizativas sin contar con los académicos, que solo tienen un papel consultivo. 

En todas partes se repite la misma historia, que los autores eslovacos del estudio consideran que es una "lucha por la autenticidad académica",y efectivamente así es. Los criterios de medición de la calidad educativa se han perdido y en su lugar criterios de beneficio empresarial y de rentabilidad inmediata dominan las decisiones en las Universidades. Esto hace que una jerga impostora de indicadores de calidad productivista y una serie de valores matemáticos ciegos y ajenos a los académicos propiamente dichos hagan bailar a su gusto a gandes cuerpos académicos como las universidades más prestigiosas del mundo.

En la pérdida general del valor de la enseñanza y su condición de base, la investigación, se imponen criterios empresariales neoliberalistas, que nada tienen que ver con la transmisión del legado y del potencial de innovación de un país a sus generaciones del futuro. La lucha por la autenticidad académica es algo así como El Cuento del Rey Desnudo, en una versión en la que los expertos, los evaluadores y los académicos van desnudos hacia el siglo XXI, pero su falta de sinceridad les hace creer que nadie nota que lo están. Es la misma ceguera y falta de horizontes que hemos visto en otro gran sector cultural del siglo XX: los medios de comunicación, y en particular, las empresas periodísticas. Ellas también perdieron el centro antes de caer en la ruina absoluta.

Y es que en gran medida la culpa del desastre en la Universidad pública, asediada por políticas de recorte, precarizada en sus plantillas, extraviada en sus criterios de Gobierno, está en mucha parte en los propios académicos. Ellos son los que han aceptado criterios de evaluación de su trabajo que no son auténticos.  Ellos han colocado al frente de sus Consejos de Gobierno a directivos de cháchara empresarialista que no saben ni valoran el potencial innovador de la universidad. Ellos son los que han comprado un traje que no existe, como el Emperador del cuento. Impostores de su propio valor, se han lanzado a la gestión empresarial como si ella fuera a decirles lo que vale una universidad. Si ninguno de ellos sabe lo que es enseñar, y el valor profundamente social de la enseñanza, ¿cómo no van a pagarlo cayendo en manos de financieros o índices de calidad?

Por eso es crucial la información en el mundo académico: que todos los circuitos comunicativos académicos empiecen a servir para lo que realmente fueron desarrollados: para una valoración real de su función y valor social como minas de la creatividad y la innovación en la sociedad y como garantes de la igualdad de derechos de desarrollo a todos los ciudadanos con talento. Es crucial que las revistas académicas sirvan para crear el debate sobre la función de la Universidad, y que los académicos compartan saberes y criterios, y no solamente compitan por un punto en el Score de la ceguera productivista. Es crucial, por último, abrir los ojos a la desnudez y estupidez de los criterios productivistas, pues con ello habremos ganado media guerra a este enemigo silencioso que nos ha vendido, en secreto, un traje de fibras invisibles.

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