El presidente de EEUU, Donald Trump, presumió de un "tremendo éxito" en las elecciones legislativas. La declaración deTrump en su cuenta de Twitter llegó después de que la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, hubiese asegurado que los resultados de los comicios habían deparado "una buena noche" para el presidente. Los estadounidenses elegian a los 435 miembros de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 senadores y 36 gobernadores, en unos comicios marcados por una alta participación.
A falta de que cierren los colegios electorales en la costa oeste del país, las proyecciones de Fox News, NBC y CBS indican que los republicanos arrebatarán al menos dos escaños en el Senado a los demócratas, con lo que aumentarían la mayoría de 51-49 que tenían hasta ahora. Mientras, los sondeos dibujan un panorama favorable a los demócratas en la Cámara de Representantes, donde necesitan ganar 23 escaños para recuperar la mayoría que los republicanos han ostentado desde 2011.
En sus primeras ediciones, los diarios españoles resaltan la polarización del país. "El nuevo Congreso de Estados Unidos hereda un país desgarrado", titula EL PAÍS. Por su parte, EL MUNDO dice que "EEUU vota en dos trincheras". LA VANGUARDIA ve "las dos Américas, cara a cara", mientras que EL PERIÓDICO resalta que "EEUU vota dividido la primera reválida del mandato de Trump". Para LA RAZÓN, los comicios de ayer eran "la batalla del Congreso más cruda". Desde otra perspectiva, ABC señala que Trump se ha volcado en estas legislativas y ahora espera que el Partido Republicano le apoye a él en las presidenciales de 2020.
En las elecciones legislativas de Estados Unidos la participación es tradicionalmente menor a las presidenciales. Mientras que en las primeras esta ronda el 40% de los ciudadanos con derecho a voto, en las segundas esta es de alrededor del 60%, según la página web especializada en comicios FairVote. En elcolectivo hispano todavía una proporción menor de personas votan: solo el 27% de los ciudadanos estadounidenses mayores de edad pasaron por las urnas en las elecciones de mitad de mandato de 2014. Así, mientras su población con derecho a voto se ha multiplicado casi por cuatro en los últimos 32 años hasta alcanzar los 29,1 millones, solo 6,8 millones fueron a votar en los últimos comicios legislativos, según Pew Research.
El Partido Republicano tiene la mayoría en la cámara baja al poseer 235 de los 435 escaños que forman este organismo, por los 193 asientos ocupados por demócratas. A ellos hay que sumar 7 asientos que actualmente se encuentran vacíos, pero que también estarán en juego el próximo martes.
En el Senado, el partido republicano tiene una mayoría muy ajustada. De los 100 escaños, 51 están controlados por el partido republicano, que en esta cámara lidera Mitch McConnell. Los demócratas, encabezados en el Senado por Nancy Pelosi, mantienen actualmente 47 asientos, por los dos que están en manos de partidos independientes, que votan en sintonía con los demócratas.
Todos los 435 representantes de la Cámara de Representantes, que cumplen mandatos de tan solo dos años, serán elegidos en las elecciones de este 6 de noviembre. Para conseguir mayoría en esta cámara, tanto demócratas como republicanos necesitarán al menos 218 escaños. De esta manera, el Partido Demócrata necesitaría 25 escaños más de los que logró hace un par de años para recuperar el control de la Cámara de Representantes.
En lo que respecta al Senado, cuyos miembros son reelegidos cada 6 años, solo 35 de los 100 escaños formarán parte de los ‘midterm’ de 2018. De estos 35 puestos que están en el aire, 24 los ocupan senadores demócratas, 9 son republicanos y 2 son propiedad de partidos independientes. Es decir, los demócratas necesitan robar 2 asientos (sin perder ninguno de los que disponen hasta ahora) para tener el control de la cámara alta, ya que un empate a 50 entre progresistas y conservadores favorecería al partido de Trump porque el vicepresidente Mike Pence tiene la potestad de desempatar.
Además, con una mayoría demócrata en la Cámara, aumentan las posibilidades de que el partido de la oposición inicie el procedimiento del impeachment, algo que solo ha ocurrido en dos ocasiones a lo largo de la historia de EEUU. Este procedimiento, que sacaría de la Casa Blanca a Trump, puede iniciarse ante casos de “traición, soborno, altos delitos o faltas”.
Sin embargo, el impeachment no es fácil de llevar a cabo. La votación inicial arrancaría en la Cámara de Representantes, donde es necesaria una mayoría simple. Si es aprobada, el proceso pasaría al Senado, donde son necesarios los ‘síes’ de dos tercios de la cámara. La dificultad es tal que solo se han producido dos impeachments a un presidente en la historia del país y ambos fueron promovidos por el Partido Demócrata: en 1868 a Andrew Johnson y en 1998 a Bill Clinton. Los dos fueron aprobados por la Cámara de Representantes pero no pasaron el trámite del Senado.