jueves,18 agosto 2022
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Humor y Comunicación Política

Mecenas que buscan a los valiosos; «mecenas» que compran publicidad

Humor y Comunicación Política
Como prefiero las palabras cortas a las largas, me inclino por mecenas en lugar de patrocinador o de «sponsor», que tanto utilizan quienes están dotados de la dudosa aureola de lo cursi.

Estamos acostumbrados a los anuncios que terminan diciendo que tal marca patrocina un determinado suceso deportivo. ¿Es eso patrocinio? ¿O es publicidad mal encubierta? Pues claro que es publicidad comprada. No encuentro el desinterés por parte alguna..

Por tanto, no quiero ocuparme en esta columna de este tipo de patrocinio. Además, lo pongo entre comillas.

He visto con sospecha los Masters que se basaban en patrocinios. Me parecía que estaban asentados en una base falsa. He comprobado que, cuando las empresas retiraban los patrocinios, los Masters se hundían. Y es que, cuando no hay innovadores entusiastas detrás de un proyecto, surgen los aprovechados. Éstos resultan fatales para la vida universitaria y social. No he dudado en hacérselo ver a algunos de la manera más clara.

¿Qué entiendo por mecenas?

Pues lo mismo que entendían quienes se han dedicado a definir, y muy bien, las palabras. Por ejemplo, María Moliner define «mecenas» como «Persona rica o poderosa que protege, en general, a los artistas o a las personas que realizan otros trabajos intelectuales». Ahora hay quienes están convencidos de que es el Estado el que ha de proteger a los artistas. Sin embargo, la experiencia, española, y de otros países, nos dice que el Estado es un término que abarca demasiadas cosas. Y cuando nos centramos en las personas que se encargan de distribuir los fondos dedicados supuestamente a las diferentes artes, aparecen los casos que mueven a risa e indignación. Hay «artistas» que parecen haber nacido de pie, porque reciben grandes subvenciones por auténticas mamarrachadas. Las subvenciones al cine en España son de aurora boreal. «Primero buscamos la subvención y, después, ya veremos lo que sale». Y lo que sale, en muchísimos casos, es un auténtico churro, que nadie va a ver. Ha costado muchos euros y no va a servir para nada.

Uno de los sintagmas más hinchados que conozco es el de «director de cine». Resulta fácil aprender el lenguaje cinematográfico. Resulta dificilísimo escribir un buen guión. Y a las pruebas me remito. Actualmente, estamos inundados de películas con muchos efectos especiales pero ¿y el ingenio? Ah, de eso, muy poco.

Y otros directores a quienes nadie conoce, que no reciben subvención, pero que tienen mucho talento, logran que el público vaya a ver su película. A éstos sí que hay que apoyarles. Y mucho. Ahora que tanto hablan de la «marca España», son estos directores quienes pueden hacer mucho por ella.

El caso de José Julián Labrador y de Fredo Arias de la Canal

Conozco a José Julián Labrador desde hace muchos años. Es un hispanista que fue profesor en Cleveland State University durante más de treinta años. Y cuando abandonó la Universidad y se vino a España, reconstruyó un pazo en el municipio de Silleda, cerca de Santiago de Compostela, y se dedicó a trabajar todavía más que en la Universidad. Ahora los estudiantes no le pueden desviar del objetivo que se había propuesto, junto con su amigo Ralph di Franco: Recuperar la obra de autores desconocidos en cuyas obras los estudiosos puedan encontrar el reflejo de toda una época. En sus viajes a España, se pasaba muchas horas en la Biblioteca del Palacio Real y en la Nacional. Y se fijó en la obra de Pedro de Padilla, un amigo de Cervantes que, a los 45 años, ingresó en un convento de carmelitas descalzos. Y se dedicó a la predicación los 14 que le quedaban de vida.

Labrador y di Franco comenzaron a publicar artículos sobre la valiosa obra de este renacentista y, un buen día, Labrador recibió una llamada. Le pedían que se trasladase a Oviedo, porque le quería ver Don Fredo Arias de la Canal. Éste es un empresario asturiano-mexicano que, en lugar de obsesionarse con acumular el mayor dinero posible- y él ha conseguido ser un hombre muy afortunado- llevaba más de cuarenta años dedicado a apoyar a los hispanistas que descubrían campos nuevos o reforzaban los ya conocidos. Es fácil imaginar la oleada de energía que recibió Labrador viendo un camino que comenzaba en el Palacio Real, pasaba por un pazo en Galicia y acababa en México y de ahí, podrían difundir él y di Franco todos los resultados de sus esfuerzos de años.

El mecenas Fredo Arias de la Canal

Fredo Arias de la Canal había fundado, a comienzos de los años sesenta, el Frente de Afirmación Hispanista. Es impresionante el número de libros que han visto la luz gracias a él, y que ahora están por las bibliotecas de todo el mundo.

Aunque ni Labrador ni Arias hablan del contexto, yo sí voy a hacerlo. Una de las primeras reivindicaciones de los estudiantes norteamericanos en sus protestas contra la Guerra de Vietnam fue que suprimiesen la obligatoriedad de estudiar un segundo idioma en las universidades. Es decir, reivindicaron también aislacionismo. Con lo cual, decayeron o simplemente desaparecieron los Departamentos de Lenguas Romances en muchas universidades norteamericanas. Fue un hecho traumático, porque los hispanistas norteamericanos, como los franceses, habían hecho mucho para salvaguardar y transmitir la obra de muchos autores españoles. También contamos con excelentes hispanistas ingleses, pero éstos juegan con ventaja en Estados Unidos: comparten el mismo idioma que los norteamericanos. Los Departamentos de Inglés, en USA, tienen una gran potencia y un radio de acción muy amplio. De ellos han salido, por ejemplo, los mejores estudios sobre el cine.

El mecenas del Frente de Afirmación Hispanista ha publicado a) libros impresos y b) facsímiles. En la obra América en Cervantes (2013), Labrador dedica las páginas- 15-144 a hacer la historia de la aportación del Frente al mundo del hispanismo en los años 1964-2013.

Leyendo esa síntesis, me he preguntado cómo Arias pudo encontrar a Labrador. Y la respuesta, lo reconozco, no es mía. Cuando Watson preguntaba a Sherlock Holmes cómo había encontrado un determinado objeto, éste le respondía: «Porque lo estaba buscando».

 

La increíble producción del Frente de Afirmación Hispanista

Impresiona la cantidad y calidad de los títulos y es incalculable la gran cantidad de fondos que el mecenas ha debido de dedicar a este gran proyecto.

El trabajo de los investigadores como Labrador y di Franco, y el de otros muchos hispanistas, me recuerda el de los monjes en la Edad Media, dedicados a transmitir la cultura de unas edades a otras. Y Fredo Arias, quien apoyaba su trabajo, se asemeja a los pintores, escultores y demás profesionales que, durante siglos, trabajaban con sus mentes y con sus manos.

Deseo que Fredo viva muchos años y sus sucesores sigan impulsando un proyecto que va a hacer mucho más accesibles los materiales necesarios para Tesis Doctorales, docencia, artículos y divulgación. Desde luego, lo que más trabajo va a llevar es que mucha gente se acabe convenciendo de lo mucho y bien que ha trabajado el Frente de Afiramación Hispanista. ¿A que muchos de ustedes no lo conocían? Ahora sólo hace falta que se lo crean.

Por eso, quiero acabar esta columna mostrando algunas, solo algunas, de las obras que estos hispanistas han publicado con el apoyo de su mecenas. Algunas de estas obras pesan varios kilos. Y hay que enviarlas a muchas ciudades del mundo. ¿A que hacen falta más personas individuales que tengan iniciativas tan grandiosas?

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