jueves,18 agosto 2022
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Mundivisión

Presidenta del Consejo Editorial en Ibercampus. Controller experta en digitalización de procesos.
La victoria de Ucrania en el festival de Eurovisión 2022 gracias al voto popular, politiza un evento que utiliza la música como símbolo de unión. ¿Pero es correcto politizar un festival de música?

El festival de Eurovisión 2022 ha dejado claro que no es sólo un festival de música. Sin embargo, la música, como todo el arte, une, emociona, transmite, y es un buen mecanismo para hacer política.

La representante de España, aparte de ser una gran artista como demostró ayer sobre el escenario, es un gran símbolo de lo que significa la unión de los pueblos. Hace unos días escuchaba en una entrevista a su mentor, Nacho Cano, que Chanel representa la verdadera esencia latina de España, el mestizaje que ha llevado que 500 años después, una persona nacida en Cuba asista en nombre de España a un concurso internacional. Y yo que soy española nacida en tierras de Castilla, y algo sosa en lo que al baile se refiere, me siento muy orgullosa de que me haya representado. Su participación fue en cierto modo, la representación de América Latina, de quien, visto el carácter internacional del festival, debería considerarse su participación en próximas ediciones, como Africa y Asia oriental, aunque el nombre se mantenga intacto.

La música es un vector para unir culturas, y esa es, pienso, la labor principal del festival de Eurovisión, una competencia sana en la se sabe que no siempre gana el mejor sino el que más amigos tiene. Este ha sido el caso de Ucrania, que por sus circunstancias bélicas la tenemos todos en el corazón. Partía como favorita junto a España, aunque por razones diferentes, y finalmente ganó con mucha diferencia por el voto popular, no por el jurado profesional, con el que Reino Unido  obtuvo el primer puesto y España quedó segunda.

El hecho, además, de que participen países como Australia, que quedan lejos de Europa, demuestra que este festival es más que “el festival europeo de la canción”. El problema es que todo lo que se politiza pierde su esencia. Y este año ha quedado de manifiesto que da igual cuán buen artista sean los participantes porque la política o suprapolítica internacional está por encima del bien y del mal, de las decisiones profesionales, de la objetividad, de la justicia y del sentido común, el mío al menos.

Que Ucrania haya ganado el festival por el voto de la gente es un guiño internacional a su pueblo, pero ¿hablamos de música o de ayuda humanitaria? De ambas, y es algo que se ha puesto de manifiesto este año de forma evidente. En el caso de la representante española, que es el que conozco, su carrera artística está asegurada porque ha demostrado ser capaz de transmitir emociones sobre el escenario.

El evento contó también con la actuación de un cantante, Mika, que acabó con un gran globo en forma de corazón y todo el público portando banderitas similares. Esta es la unión que Eurovisión representa. Hay símbolos que todos entendemos y que unen y dan mucha paz, unión y energía positiva, las cosas que más falta hacen en el mundo.

Sin embargo, tengo una controversia con lo que sucedió. ¿Hay algo en este planeta o fuera de él que quede ajeno a los hijos de la política y la influencia del poder?

Es difícil entender qué es control, qué es realidad y qué es inercia social. Ucrania ganó por el voto popular pero el voto popular se ve sesgado con las emociones a través de las noticias que nos llegan. En una situación de guerra, la propaganda viene de todos lados pero no se puede saber qué es propaganda y qué no, pero negarla no es una actitud objetiva. La propaganda forma parte de la estrategia de la propia guerra y no sólo la ejerce el bando contrario. Además, igual que Rusia no ha participado en el festival por ser un país invasor, ¿estamos seguros de que otros países participantes no hacen cosas parecidas? Israel siempre está en Eurovisión y este año ha sido expulsado por el comportamiento de los participantes pero no por causas políticas, cuando esta misma semana, el país se ha visto envuelto en la polémica muerte de una periodista de Al Jazeera.

Me quedo con un sabor agridulce en este festival Eurovisión 2022 porque si bien los ucranianos no están solos y están demostrando tener el apoyo de la comunidad internacional, la guerra de Ucrania no puede ser la razón de cambio de reglas del juego en el orden mundial, salvo que se pretenda utilizar de excusa.

Y como es arriba, es abajo; ayer mismo alguien me contaba que en una feria con atracciones, una señora llegó diciendo “soy ucraniana” y se puso la primera de la fila. Señora, esto es España, espere la fila. Hay circunstancias y simbología internacional e histórica de fácil comprensión.

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