jueves,18 agosto 2022
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Pasé por Hospital de Día Psiquiátrico I

En Julio de 2013 comencé mi estancia terapéutica en el Hospital de Día Psiquiátrico del Hospital Infanta Sofía. Una psiquiatra de Urgencias había recomendado dicha estancia ya que entendía que padecía un "Trastorno de la Personalidad" que me incapacitaría en el futuro para llevar uan vida laboral, social y afectiva normal si no optaba por dicho recurso.

Como valoración ha sido una de las experiencias más traumáticas que he tenido entre todos los tratamientos, que no han sido pocos.

El otro día estaba en la sala de espera de Urgencias Psiquiátricas del Hospital Infanta Sofía. En la habitación de al lado una chica lloraba en un tono agudo terriblemente desconsoldaso, como si la hubiesen clavado una navaja en el alma. Su madre esperaba pacientemente a la doctora. Cuando apareció ésta intentó calmarla y entre sus palabras pude escuchar cómo la decía que el hecho de estar en Hospital de Día era ya una paso muy adelante que estaba hacienda en su vida para mejorar

No pude más que recordar vívamente mi imagen sentada en esa misma Sala a la espera de un ingreso psiquiátrico en agostro de 2013 tras un mes en tratamiento en dicho dispositivo. Tuve una sensación de entre pena y desconsuelo por lo que esa chica estaba viviendo, quería acercarme a la habitación y decirle que no tenía ninguna obligación de sufrir así en la vida, pero fui cobarde, lo dejé pasar. Ella no era sino otra consecuencia terrible de intervención psiquiátrica totalmente contraproducente.

Para quien no conozca este tipo de dispositivo, que está implantado en la mayoría de los servicios de Salud Mental de los Hospitales de la Comunidad de Madrid puede echar una ojeada al Protocolo que aparece publicado en internet, y que encontré por casualidad, del Hospital Gregorio Marañón.

Pero básicamente, puedo deciros que ese mes de Julio tras una valoración inicial conjunta por un equipo de psiquiatras, enfermeros y terapeutas ocupacionales al mando de un psicólogo/a comiencé a acudir a sesiones diarias con otros pacientes con los que conviví en regimen ambulatorio en horario de 9 a 14.00 horas, y con los que compartí talleres de Psicoeducación, Enfermería, Terapia Ocupacional, etc., e incluso pude comer allí tras la jornada matutina.

En teoría se exigía asistencia constante, compromiso con el tratamiento, situación del trastorno base equilibrada al momento de la valoración y respeto al personal facultativo y al resto de los pacientes.

A priori parece bastante interesante salvo que en realidad lo que haces no es sino aterrizar con tus problemas que además compartes con otros pacientes con diagnósticos realmente serios de Salud Mental, lo que los médicos conocen como Psicopatologías Graves que no han podido responder positivamente al tratamiento ambulatorio en los Centros de Salud Mental (Esquizofrenias, Psicosis, Psicopatías, Trastornos Límites de la Personalidad, etc) 

A primera hora del día todos los pacientes teníamos que celebrar una Asamblea en donde debíamos expresar nuestras opiniones sobre cómo nos sentíamos día a a día con los demás pacientes , y en las actividades programadas.

Los terapeutas eran meros observadores que arbitraban el turno de palabra e instaban a iniciar el debate sobre lo que cada uno decía. Y si nadie decía nada se volvía a instar a hablar.

Es decir que si ese día por ansiedad, por levantarse con un mal pié o porque hablablas alegremente lo expresabas a pacientes que a lo major estaban en proceso de desintoxicación de drogas, tenían un trastorno límite de personalidad con pasado de maltrato familiar o acudían a tratamiento porque su familia prefería que estuviese en el Hospital a soportar un bajón en su esquizofrenia opinaba con su personal visión del mundo , muy lícita por otro lado, ya que no somo “enfermedades vivientes”, pero con absoluta inhibición de los facultativos.

Imaginemos la bomba de relojería que esto puede suponer cuando aterrizas intentando exponerte cien por cien, abriendo tus entrañas de par en par ya que una psiquiatra te ha dicho que si no nunca podrás llevar una vida normal???

Rebuscando entonces en internet, porque me estaba volviendo loca, encontré el Protocolo de Hospital de Día del Hospital Gregorio Marañón, y al parecer su espíritu respondía a generar la interacción constante del enfermo “irreformable” con otras personas de forma que los facultativos no interveniesen sino que meramente “analizasen” los déficits y conflictos internos que esa persona tenía en su vida afectiva , personal y social. Y como escuela se remite al psicoanálisis.

El psicoanálisis, tremenda escuela, totalmente contraproducente en el caso del trastorno bipolar, como afirman gran parte de los psicólogos, y que intenta explorar los confines ocultos del subconsciente para entender qué ha provoca trastornos de conducta y qué ha desarrollado una personalidad desadaptada al entorno, en fin la vieja escuela de Freud.

Pues bien, afín a tal espíritu los psiquiatras nos ponían en diálogo constante, nos conminaban a hablar, nos miraban, nos apreciaban cada gesto, cada lenguaje, cómo reaccionabamos ante el resto de pacientes, cómo nos relacionábamos, cómo nos reconocíamos y vivíamos.

Ellos eran meros espectadores mudos, meros observadores, estimulaban la relación, el contacto y la interacción. Pero desgraciadamente poner en modo laboratorio a personas con una historia muy personal, un pasado, una forma vivida de ver al otro, con gran carga de sufrimiento emocional a sus espaldas e instarle a que opine con total autoridad sobre la experiencia del otro, es cuando menos un craso error.

Por otro lado, el conflicto que ello genera, el caldo de cultivo que puede suponer para la pérdida de los estribos el que no quieras hablar, y tengas que hablar, el que no quieras opinar porque no entiendes y tengas que opinar, sinceramente creo que sólo especialistas muy entrenados en la gestión de situaciones estresantes y conflictivas pueden estar en condiciones de ser miembros de estos dispositivos.

En mi caso no fue así, ni supuso un progreso en el tratamiento, ni mejoré la gestión de mis emociones, ni cure mi “trastorno de la personalidad” ; más bien acabé internada en la Unidad de Agudos de psiquiatría y padecí además el estigma que supuso ser diagnosticada como una personal excesivamente racional y analizadora, ante el resto de pacientes de como si tener espíritu critico e intentar entender “racional” y razonablemente el mundo, que es lo que hice cuando expresaba mis opiniones constituyera un “trastorno de la personalidad”.

Quizás sí, quizás no porque mi psiquiatra entiende que soy un desastre emocional, ¿A quién creer? 

 

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