viernes,19 agosto 2022
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Economía a debate

Paul Romer: ¿Rebelde con causa?

Futurolandia
La rebeldía constructiva e innovadora sobre el saber establecido siempre me ha merecido un respeto. A pesar de sus posibles errores y exageraciones, puede ayudar a abrir nuevos caminos. Y la Economía no es una excepción, sino más bien un campo que necesita permanentemente alimentarse del debate de ideas y nuevas experiencias. Hoy quiero referirme a un "economista rebelde", Paul Romer (@paulmromer), de actualidad por diversos motivos y con un recorrido vital zigzagueante e innovador.

Romer tiene 61 años,  bachelor en Matematicas (1977)  y doctor en Economía (1983) por la University of Chicago. Fue profesor en las universidades de California en Berkeley, Chicago y Rochester, para pasar, posteriormente a las escuelas de negocios de Stanford y New York University. De un reputado economista académico (en particular como especialista en crecimiento endógeno y cambio tecnológico), pasó a temas de emprendimiento, ciudades autónomas o trabajo on-line, creando su propia "star-up".

Su nuevo puesto, desde hace unos días, es el de Economista-Jefe del Banco Mundial, cargo que desempeñó, con especial éxito y crítica institucional, el posterior Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stieglitz. Pero quiero centrarme en su faceta, durante estos últimos años, como estimulador de un amplio debate sobre las fuerzas que dirigen la evolución de las ideas, principalmente en el área macroeconómica

Ya hice un comentario inicial hace casi un año (http://blog.antoniopulido.es/criticas-a-la-economia-academica/) con motivo de la intervención de Paul Romer en el congreso de la  American Economic Association (en enero de 2015)  en el que presentó una ponencia en que denunciaba la "matematicidad"  o "matematicismo" extremos ("mathiness" es el término empleado) en la teoría del crecimiento económico. Más allá  de la polémica a que dio lugar entre los especialistas en crecimiento, lo que parece más relevante es la denuncia de que se manejan hipótesis irrealistas (p.ej. competencia perfecta en los mercados) detrás de construcciones matemáticas complejas.

Un año después, Romer ha publicado un nuevo artículo sobre las dificultades a que se enfrenta la evolución del pensamiento económico (The Trouble with Macroeconomics, https://www.law.yale.edu/system/files/area/workshop/leo/leo16_romer.pdf).

Es un documento rompedor,complejo, difícilmente entendible para no especialistas y discutible en algunos de los muchos elementos críticos que plantea. Pero toca aspectos que son de interés para un público más amplio.

Un resumen de su feroz crítica a las fuerzas y  métodos que rigen la evolución de las ideas en el campo de la macroeconomía: "Durante las últimas tres décadas, los métodos y conclusiones de la macroeconomía se han deteriorado hasta el punto de que mucho del trabajo en este área no puede seguir calificándose como investigación científica…Hay un fallo generalizado en los terrenos confiados a las teorías matemáticas en las que los hechos pueden llegar a estar subordinados a las preferencias teóricas de venerados líderes"

Su rebelión se plantea ante unos progresos que se juzgan más por la "pureza" de sus teorías matemáticas, establecidas por las "autoridades" en la materia.  Así puede llegarse a modelos que usan hipótesis increíbles para alcanzar conclusiones absurdas.

Comparto con Romer (y otros economistas) tres críticas, aunque me parece excesiva su radicalidad:

  1. Planteamiento matemático y complejidad en las técnicas de modelización utilizadas, no son garantía, por sí mismas, ni de calidad de la investigación ni de realismo de sus resultados.
  2. Las escuelas de pensamiento y sus líderes, a veces se constituyen en obstáculos retardadores de la evolución de las ideas, al potenciar la lealtad a posiciones "a priori".
  3. Los modelos (tanto teóricos como empíricos)  son simplificaciones de la realidad económica y del contexto social que la condiciona y no pueden garantizar (por sí mismos y de forma aislada) la veracidad de sus resultados.

Para los más interesados en la polémica, puede resultar interesante el comentario del último número de la revista The Economist (The emperor's new paunch: No holds are barred in Paul Romer's latest assault on macroeconómica, 24/9/16). En su último párrafo reconoce que "el meta-modelo de sí mismo que tiene Romer, puede explicar lo que dice, pero no cómo lo dice". Los debates metodológicos y de estrategia investigadora pueden partir de diferencias radicales, pero no justifican descalificaciones y "guerras" personales.

Hace años, en mi libro Economía en acción (Pirámide, 2000) dediqué uno de sus capítulos a "Las creencias de los economistas: una cuestión de método" y señalaba que en la dinámica de selección de ideas influían, como en otros campos científicos: 1) la dificultad psicológica de los individuos para aceptar nuevas ideas, principalmente en contra de sus convicciones más profundas; 2) las restricciones a la circulación y comprensión de las ideas de otros; 3) la lucha interesada de los científicos por el poder y la gloria, con los inevitables condicionantes de la propia organización social y sus sistemas de promoción e influencias.

Decía  Michael Perelman ( El fin de la economía, Ariel 1997) que si la economía la entendemos como una colección de historias sobre su funcionamiento, el éxito a la hora de contarlas puede estar en la sofisticación del envoltorio: "Ante todo, se ganan el respeto profesional desarrollando técnicas aún más sofisticadas para explicar sus historias, tales como los teoremas matemáticos o un nuevo procedimiento estadístico. El realismo de la historia es de importancia secundaria. Este sistema da un gran valor al virtuosismo técnico en sí mismo".

Como económetra con muchos años de experiencia, creo en la importancia de combinar Economía, modelos matemáticos y técnicas estadísticas. Pero ello no me impide recocer la importancia de los condicionantes sociales y psicológicos, así como la limitación de los modelos como representación simplificada de una realidad compleja y los condicionantes a la hora de verificar teorías y difundir nuevas ideas económicas. Paul Romer tiene razones para su rebeldía, pero radicaliza en exceso sus críticas y  supera, en ocasiones, los límites de una confrontación razonable de ideas.

Antonio Pulido http://www.twitter.com/PsrA

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