viernes,19 agosto 2022
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La incertidumbre importa

Política incierta, economía debilitada

Futurolandia
En el fin de semana me pidieron, en los intercambio de opinión de Twitter, una valoración del impacto económico del "efecto Sánchez". Sin entrar en consideraciones políticas sobre responsabilidades y soluciones al conflicto, trataré de aportar algunas reflexiones básicas para calibrar efectos. La primera es que cualquier valoración de los efectos económicos de una "sorpresa" política es un ejercicio imaginativo pleno de "a priori" y que, nunca podrá ser contrastada a futuro con la realidad.

Sería una temeridad, por parte de cualquier analista económico, evaluar el PIB o el empleo perdido o ganado a pasado (y menos aún a futuro) por la gestión de la ejecutiva de cualquier partido político. Incluso algo más directamente valorable, como los votos ganados o perdidos, puede ser objeto de múltiples interpretaciones por los analistas políticos. Los resultados comparativos entre elecciones, dependen del periodo elegido, son consecuencia de decisiones anteriores y responden a un intrincado proceso  de acciones/respuestas entre partidos políticos, con cambios (que pueden haber sido profundos) en estructuras e "ideas-fuerza" predominantes.

Pasando al terreno económico, resulta de un simplismo ridículo asignar los éxitos o fracasos de crecimiento o generación de empleo, a la gestión del gobierno en el poder durante una legislatura. Se heredan situaciones, se traspasan cargas a futuro y los resultados del momento están afectados por múltiples condicionantes externos e internos.

De especial relevancia (y frecuente olvido) son los condicionantes de la herencia del pasado. Acostumbrados a razonar en  términos de tasas de variación, nos fijamos en el ritmo de inversión, gasto público, consumo, exportación o déficit público o de financiación con el exterior. Pero la eficacia de nuestras acciones depende de las infraestructuras, del capital productivo o financiero acumulado, de la estructura productiva, demográfica, institucional y social heredada de lo que hicimos (y no hicimos) en años anteriores.

Pongamos la lupa sobre el crecimiento económico España-2016. Un ritmo relativamente elevado en este año (en el entorno del 3% según consenso de predicciones) no puede ser el fruto de las escasas posibilidades de acción de un gobierno en funciones, más allá de la continuidad de sus políticas y de decisiones de trámite.

El crecimiento en 2016 será consecuencia de un entorno internacional e interior con sus luces y sus sombras, de la herencia del pasado en infraestructuras, capital intangible, endeudamiento público y privado o capital institucional. Si queremos buscar responsabilidades políticas, debemos indagar en los esfuerzos y carencias, aciertos y fallos de los gobiernos sucesivos de PP y PSOE o, incluso para algunos aspectos, remontarnos a UCD y la Transición democrática desde la dictadura franquista.

Pero reconocer esta multiplicidad de condicionantes y la dinamicidad temporal de sus efectos, no implica renunciar a valorar el efecto diferencial de cualquier cambio en el entorno o en la política económica de un gobierno..

Nuestro crecimiento en 2016 no sería el mismo si los precios del petróleo hubieran evolucionado en forma diferente, si el Banco Central Europeo no hubiese implantado su política de compra de activos financieros, o si hubiésemos cumplido estrictamente las exigencias comprometidas de reducción del déficit público.

Sin embargo es imprescindible analizar el conjunto de condicionantes para entresacar el posible efecto de un cambio en cualquiera de sus partes. Eso exige una delicada operación que se facilita con la ayuda de modelos econométricos que calculen una solución básica de partida y una o varias alternativas que traten de cuantificar los efectos en cadena de alteraciones en cualquier componente aislado.

En este amplio contexto tiene que valorarse el efecto de la incertidumbre política que conlleva un gobierno en funciones o los recientes acontecimientos de ruptura interna de un partido político como el PSOE.

En periodo electoral aumenta la incertidumbre de los agentes económicos respecto a las actuaciones del nuevo gobierno en múltiples aspectos que les condicionan. Las empresas pueden retrasar inversiones o los consumidores aplazar o reducir su gasto en bienes y servicios ante la mayor o menor probabilidad, según el gobierno que se constituya, de elevar impuestos, variar incentivos, cambiar reglas de contratación de personal o la política de jubilación y, más en general, de transferencias, inversión y gasto público, que suponen del orden del 50% del PIB de cualquier país europeo.

Entonces, ¿cómo es posible que en la España de 2016 no se note apenas el impacto, supuestamente negativo sobre la economía, de un gobierno en funciones durante todo un año y con  un desenlace  incierto?

Ya sabemos que otros muchos factores han influido, pero las expectativas crecimiento económico eran menores antes de conocerse estas circunstancias de incertidumbre política. El consenso de predicciones de crecimiento del PIB  era del orden del 2,7% al principio del año. Ahora es 3 o 4 décimas de punto superior, a pesar de la mayor incertidumbre política y con un gobierno en funciones ¿Qué ha pasado?

Una  parte de la explicación esta en un entorno internacional más dinámico de lo que se pensaba. Como decía hace unas semanas Federico Steinberg en su post ¿Por qué la economía crece tanto aunque no haya Gobierno?: "Con los actuales bajos precios del petróleo y el euro, la abundante liquidez que otorga el BCE mediante su programa de expansión cuantitativo, el excelente año turístico que estamos teniendo debido (en parte) a los problemas de seguridad en otros destinos del Mediterráneo, la constatación de que el Brexit no ha afectado demasiado a la economía europea y que la economía China parece haberse estabilizado, España puede seguir con el <piloto automático> durante algún tiempo, aunque no indefinidamente".

Adicionalmente está el aplazamiento de medidas de contención del gasto público o aumento de la presión impositiva. Pero aún queda una incógnita pendiente sobre un comportamiento de la inversión y del consumo de los hogares que parece poco influenciado por la incertidumbre política ¡Bolsas de valores inquietas, rendimientos financieros a la baja, entorno político incierto y la economía real a ritmos relativamente altos!

Los analistas económicos vaticinan que el impacto terminará trasladándose, poco a poco, a los próximos trimestres y que 2017 tendrá un crecimiento del PIB en el entorno del  2-2,5%. Pero, con matices, eso ya se adelantaba hace unos meses ¿No existirán tampoco efectos a medio plazo? ¿La incertidumbre política no pasa factura?

Personalmente creo que sí  habrá factura a pagar, tanto por el efecto pendiente de reducción del gasto público (o elevación de impuestos), como por el retraso en políticas estratégicas esenciales en educación, I+D+i, adaptación del modelo productivo,… Pero también hay que reconocer que la percepción los efectos económicos de la incertidumbre política pertenecen a una nebulosa de sentimientos y decisiones difícil de explorar.

El riesgo de  ruptura de un partido esencial para la vida política española, como es el PSOE, capta la atención de la opinión pública…pero ¿altera, a corto plazo, la actuación de las empresas y el consumo de los hogares? Como en algunas enfermedades de largo recorrido, los efectos importantes se acumulan en el tiempo. Entonces ya será momento para recocer nuestros errores…pero lo hecho, hecho está.

Antonio Pulido http://www.twitter.com/PsrA

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