jueves,18 agosto 2022
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José Luis Villacañas Berlanga / La Huerta Grande / 136 págs.

Populismo

Redacción
Este martes10 de mayo Podemos presenta en una de sus sedes culturales el libro "Populismo", escrito por el catedrático de la UCM José Luis Villacañas, simpatizante de la organización aunque crítico con el fenómeno. Su tesis central es que, a mayor desvertebración de las sociedades, mayor populismo, "convidado inevitable de la política de futuro" y generador de desplazamientos de la opinión pública. Dice que este fenómeno no se da en toda España, sí en el movimiento independentista catalán

"El populismo usa los sentimientos en la idea de amigo-enemigo", dice el autor, director y fundador de la revista "Respública" y de la "Revista Anales de Filosofía", quien opina que en España empezó un  movimiento similar con Podemos, grupo al que atribuye inicios y retórica populista, pero que la ha moderado luego en función de un planteamiento más institucional. 

Villacañas opina que la caída de Podemos en los sondeos de finales del año pasado, repetida en los últimos meses, se ha debido a no haber sabido gestionar las victorias locales, por falta de una estructura política que llevó a hacer listas muy centralizadas. Esto habría dado lugar a una política compensatoria, consistente en buscar personalidades relevantes para encabezar las listas, en generalmente independientes cuya presencia ha suscitadp reacciones críticas entre los militantes.    

Publicado antes de las primeras eleccions del 20-D y presentado por Podemos ante la convocatoria de las generales del 26 de junio, esta presentación del libro de José Luis Villacañas “Populismo” ha sido anunciada oficialmente desde Podemos para este martes a las 7,30 de la tarde con la presencia del autor y de Inigo Errejón, hasta llenar en aforo de su centro de Arganzuela.

El evento se interpreta en medios intelectuales como un intento de sacudirse por parte de Podemos el adjetivo de populista, a la luz de los primeros comentarios surgidos tras la publicación de este libro, donde el autor (catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad Complutense) y la propia organización señalan que el libro proporciona "el léxico y las prácticas de pensamiento que necesitaremos para poder destilar del populismo la vocación insurreccional, sin caer en el”liderismo”al que parece ineludiblemente llevar". Hacer frente al narcisismo desbocado en el que deriva el populismo es tarea para Villacañas del ”republicanismo”, según señala Podemos en la convocatoria del evento.

Una de las reseñas que presenta la obra como "una demolición sistemática y total del fenómeno, sin concesiones de ninguna clase", la de Alberto Moreiras en su blog, asegura que el libro no se postula sólo como un acto académico ni meramente reflexivo, sino que tiene una intencionalidad política de primer orden, y quizá dominante, pues lo escribe no un cascarrabias del 78, sino alguien que ha apoyado en los últimos tiempos frecuente, grande y entusiastamente la posible renovación política española representada por Podemos.  

¿Cómo este hombre se permite tan fieros denuestos contra el populismo si sus simpatías políticas están con el partido de Pablo Iglesias?, se pregunta Moreiras antes de recordar a autores como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe y otros citados y recitados en los artículos sobre la llamada “latinoamericanización” de la Europa del Sur.

La respuesta es que este libro apuesta por una renovación radical de la política española, a favor de una sucesión política efectiva, y sin embargo se muestra en guardia contra lo que en esa renovación y sucesión puede convertirse en catastrófico, puesto que no hay garantía de que no vaya a ser así.

Apunta Moreiras al respecto que hay que leer, por ejemplo, con cuidado el siguiente párrafo: “Las demandas de las mareas sociales en defensa de la educación, de la sanidad, de las mujeres, de los homosexuales, de los ecologistas, de los dependientes, de los desahuciados, de los afectados por la hepatitis, todas eran demandas sectoriales. No fueron equivalenciales. Tenían detrás colectivos de profesionales, intereses parciales, no reclamos populistas. Es verdad que había un denominador común: los unía un gobierno que se empeñaba en una agenda torpe e inviable, que desconocía la realidad social de un país que deseaba ofrecer a minorías instaladas en estilos e ideas muy atrasadas respecto a las clases medias españolas. Pero todas esas demandas no forjaron un reclamo populista. Todavía estaban guiadas por una aspiración moderna de dotarse de instituciones eficaces, públicas, funcionales, solidarias. Se veía todo el esquema neoliberal más bien como una regresión que conectaba con los profundos estados carenciales de las instituciones predemocráticas españolas” (pag 118).

Resalta Moreiras de su cita que el uso dominante del imperfecto, sin duda escogido e intencionado, comunica implícitamente el temor de que ya no sea así, de que las demandas sectoriales del 15-M hayan evolucionado hoy, en manos del partido que se autodenomina su consecuencia política crucial, y de su máximo líder, hacia demandas equivalenciales características de un populismo en construcción, dedicado a la formación hegemónica y dedicado a la toma del poder por la vía más rápida posible". 

Añade el comentarista que si, como dice Bécquer Seguín en “Podemos and Its Critics” (Radical Philosophy 193 [2015]), Podemos es hoy un partido cuyo horizonte ideológico está repartido entre un neo-gramscianismo y un neo-leninismo, pero ambos vaciados de su sentido marxista y renovados en el sentido de una retorización dominantemente populista, la preocupación transparente en Villacañas es la de reforzar, dentro de tal partido, las tendencias abiertamente ni neo-gramscianas ni neo-leninistas. La opción favorecida por Villacañas es en realidad una opción presente en Podemos, en alguno de sus máximos dirigentes, y es todavía incierta su materialización efectiva: el republicanismo democrático, él mismo de vieja raigambre y que incluye desde luego a Karl Marx si no precisamente al marxismo histórico entre sus defensores.

Según la interpretación que Moreiras hace del libro de Villacañas, como el liberalismo, el populismo no reconoce contenidos vinculantes y es por lo tanto abiertamente contracomunitario. Así, desde una situación de partida que comparte con el liberalismo, el populismo se ofrece como su precisa o imprecisa alternativa. El pueblo se presenta así cimo en Laclau como "una comunidad construida mediante una operación hegemónica basada en el conflicto, que diferencia en el seno de una unidad nacional o estatal entre amigos/enemigos como salida a la anomia política y fundación de un nuevo orden”.

Pero añade Moreiras que los rasgos fundamentales son no como en Yannis Stavrakakis y su grupo de Salónica la creación de un antagonismo y la invocación tendencialmente inclusiva de un “nosotros, sino que en Villacañas incluyen un tercer rasgo: la intención de construcción comunitaria en recurso hegemónico fundacional: “Esto significa que el populismo trata de transformar la sociedad de masas en comunidad políticamente operativa. Su problema es cómo hacerlo” (pag 36).

Respecto al líder populista, dice que "no atiende demandas insatisfechas, lo que Weber llamaba ‘intereses materiales de las masas.’   Eso haría del líder populista un constructor institucional, lo que llevaría a una disolución de la formación populista” (73-74).   Con ello, el fin político del populismo lo predispone (o lo apresta) a una movilización permanente, incesante, ajena a cualquier normalización. Y esta es en el fondo la condena a mi parecer más dañina de la efectividad política del populismo en Villacañas: “lo decisivo es que el populismo asume como principal objetivo el mantener las condiciones de posibilidad de las que brotó” (79); “En lugar de usar el poder para superar la crisis y recomponer la atención a demandas parciales, usa el poder para perpetuar la crisis institucional, generando en la formación del pueblo el muro de contención del desorden que él mismo ayuda a mantener” (83).   Pero esto significa que la desmovilización populista es necesariamente traición, y así en rigor que no puede darse la desmovilización populista. El populismo es un movimiento que no aspira a su cumplimiento, o más bien un movimiento cuyo cumplimiento es su misma permanencia efectiva como movimiento.   Y es esto lo que lo hace política para idiotas (agitados).

Villacañas dedica algunas de sus mejores páginas a explicitar por qué el populismo es consecuencia directa de la devastación orgánica a la que el neoliberalismo somete lo social: “Cuanto más triunfe el neoliberalismo como régimen social, más probabilidades tiene el populismo de triunfar como régimen político” (99).   Si ambos son espejos mutuos, el populismo se convierte en una amenaza perpetua, de carácter siempre reactivo, a la sociedad neoliberal que facilita su alza.

La esperanza de que el republicanismo democrático se imponga en España contra la tentación populista—ya algo más que tentación en Cataluña—no queda más que enunciada como tal esperanza en este libro, concluye Moreiras sobre las principales aportaciones de Villacañas, de quien dice que analiza el actual desgaste del régimen en tres niveles: crisis económica, crisis institucional y crisis de representación política, que amenaza con convertirse en crisis orgánica (“Un paso en falso, solo uno, y desde luego los éxitos históricos de la España contemporánea pueden verse comprometidos”, resalta el autor de "Populismo" en su pág 122. 

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