"Es el único de los escritores españoles que no me recomienda discreción en sus palabras", dijo de él Alberto Guillén, un escritor peruano que vino a España hace un siglo con ánimo provocador y con la idea de echar a pelear a los escritores entre sí, mientras que González Ródenas señala que las respuestas del poeta permanecen siempre alejadas de "conveniencias y diplomacias".
Por obra de un instante es el título con que la Fundación José Manuel Lara y el Centro de Estudios Andaluces han publicado las 946 páginas de estas 88 piezas, no todas entrevistas pero sí textos que trasladan palabras del poeta, ya que también hay cartas a críticos, semblanzas con entrecomillados suyos, y hasta capítulos de las memorias de Cansinos Assens y Alberti que recogen conversaciones. "Pues de mis libros es muy fácil para mí hablar: que no me gusta ninguno, que siento un hondo arrepentimiento de todo lo que he escrito. Y deseo suplicar a todos los que tengan libros de mi juventud que me los envíen para quemarlos", dijo el poeta en 1936 con un nivel de autoexigencia que también aplicaba a los demás.
"En Lorca y Alberti se vuelve a encontrar la expresión dinámica. Luego hay un grupo Guillén, Salinas, etc. a los que yo llamaría poetas voluntarios. Viven a fuerza de ocultación y andamiaje. No tienen invención ni acento (…) hacen una cosa que está muy bien literariamente pero que no es poesía", dijo en 1935 de los del 27. A Pablo Suero, que llegó a España en 1936 para entrevistar a personalidades en favor de la República, le dijo: "Aborrezco la poesía que es química pura, artificio. ¡Ese Neruda! ¡Pero si no sabe escribir una carta!", además de expresarle su decepción política: "La República me ha defraudado. Estas vergüenzas del straperlo no tienen nada que envidiarles a las de la monarquía".
Cuando en 1948 explicó por qué no aceptó una embajada en América para abandonar la España en guerra dijo: "Yo preferí venir libre de cargos, porque mi amor a la libertad no se hipoteca con prebendas, sino que es un sentimiento esencial", en una entrevista en la que cuando le preguntan por qué no regresa a España, responde: "Porque me gusta vivir en libertad".
Siempre mostró su deuda con el Modernismo, su admiración por Rubén Darío, y su aprecio por Miguel Hernández, del que en 1949 declara que "fue el único poeta que realmente vivió la poesía de la guerra, porque fue el único que la hizo".
Fuente: Diario de Córdoba