Así lo explica el último borrador de la reforma publicado por El Mundo, que tiene como primera misión rediseñar el sistema de méritos y la forma de evaluarlos a la hora de poder acceder a una plaza fija como docente en una universidad pública. Hasta ahora se hacía por puntos. Pero con este texto se darán unas notas en forma de letras que dirán si el profesor es apto o no: desde la A, de excepcional, a la E, de muy bajo.
Los méritos que se tendrán en cuenta son: la calidad de la actividad investigadora y la calidad de la actividad docente. Y, después, la transferencia de conocimientos al sector productivo y la implicación en empresas de base tecnológica, así como la experiencia profesional, entendida como «calidad y dedicación a actividades profesionales en empresas, instituciones, organismos públicos de investigación u hospitales, distintas a las docentes o investigadoras». «Finalmente», dice un resumen del decreto que maneja el Ministerio para consumo interno, se valorará la experiencia en gestión universitaria.
¿Cómo se afinan los criterios? Ampliando, por ejemplo, el número de las comisiones de acreditación y haciendo que el perfil de los miembros de estas comisiones coincida con el de los evaluados. La idea es intentar que un profesor de Medicina sea examinado por un profesor de un área afín, y no de otra, como ocurre actualmente. «No tenía sentido que uno de Económicas evaluase a uno de Derecho», señalan las fuentes.
¿El decreto endurecerá los requisitos y hará más difícil acreditarse? «No podemos asegurarlo, porque aún hay que analizarlo y concretarlo bien», responde a El Mundo Francisco Olivares, presidente nacional de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), que considera «positivo», a falta de conocer más detalles, «que se valoren más la experiencia laboral y la transferencia de conocimientos».