jueves,18 agosto 2022
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Sal Khan: «Ya nadie debería estar dando clases magistrales»

Redacción
Sal Khan comenzó a tutorizar a su primo con vídeos en línea en 2004, y la demanda de los familiares y amigos le llevó a crear un canal de YouTube en 2006 para distribuir sus lecciones. Tres años y millones de visitas más tarde, Khan abrió la Academia Khan, una organización sin fines de lucro que ofrece educación en línea gratis. Ibercampus ha recogido una entrevista a Khan sobre la integración de su proyecto en la educación tradicional.

Khan Academy afirma que quiere “proporcionar una educación gratuita de primer nivel, a cualquiera, en cualquier parte”. Es un gran objetivo. ¿Cómo se le ocurrió?

Cuando rellené los papeles de Hacienda en 2007 para obtener la condición de organización sin ánimo de lucro, es lo que puse en la casilla donde ponía: ´misión´. En ese momento había grabado unos cuantos cientos de vídeos de YouTube. Así que era más una aspiración. Ahora desde luego es nuestra misión y también se ha convertido en una especie de lema. Forma parte fundamental de nuestra creencia de que no debería haber barreras para experimentar la parte de aprendizaje de la educación.

¿Podemos profundizar un poco en el eslogan? Porque nada es realmente ´gratis´. Alguien tiene que pagarlo.

Para nosotros, gratis significa gratis de verdad. Por ahora lo han pagado los donantes. A largo plazo, creemos que habrá otra forma de conseguir ingresos que no entren en conflicto con la parte ´gratuita´. Hemos aprendido la lección de lo que ha pasado en el Children’s Television Workshop, la gente que hace Barrio Sésamo. Ofrecen su aprendizaje gratis, pero evidentemente les ha ido muy bien. No sé si los muñecos Sal funcionarán tan bien como los muñecos Elmo, pero la idea general está ahí.

Primero sin quererlo, y ahora más intencionadamente, estábamos construyendo una marca en un espacio en el que hay muy pocas marcas. Con el paso del tiempo, si la gente dice “Confiamos en Khan Academy. Ahí es donde vamos para asegurarnos de que nos enteramos de las cosas”, imagino que podrían surgir juguetes o libros de terceras partes; algo que ya hemos empezado a hacer es licenciar nuestro contenido para empresas con ánimo de lucro. Hay una que va a vender aparatos al mercado educativo que incluirán la parte en vídeo de lo que hacemos.

Hay gente que ofrece cursos universitarios gratuitos. ¿Ve un modelo en el futuro en el que se pague por ellos?

Esta es mi idea del aspecto que podría tener la cosa dentro de cinco años: la parte del aprendizaje será gratuita, pero si en algún momento quieres demostrar lo que sabes, para tener algo que lo acredite, tendrás que ir a un centro de exámenes. Y eso costará algo. Pongamos que cuesta 100 dólares (unos 78 euros) administrar el examen. Veo posible cobrar 150 dólares (unos 118 euros) por ello. Y tendrías 50 dólares (unos 40 euros) de margen pare reinvertir en la parte de la enseñanza gratuita.

Creo que eso es coherente con la misión. Haces que el coste de la acreditación baje de miles de dólares a cientos de dólares. Y además el sistema [de software] les diría cuándo están preparados. Así que se acabó pagar la universidad para adultos y abandonar, o terminarla toda y decir “ahora tengo una deuda de 20.000 dólares (unos 16.000 euros) y ¿qué he sacado?”.

En vez de eso sería: “Mira, aquí hay una microcredencial en contabilidad básica que puedo conseguir por 150 dólares y sabré que puedo aprobarla antes de invertir ese dinero”. Eso sería algo tremendamente positivo para los consumidores de educación y podría pagar la factura de la enseñanza.

¿Podría definir a qué se refiere con una ´educación de primer nivel´?

´De primer nivel´ probablemente sea lo más difícil de definir. La aspiración no es [crear] una alternativa barata para aquellos que no se puedan permitir otra cosa. Realmente queremos que sea tan buena o mejor que cualquier cosa por la que la gente esté cobrando. Cuando la gente ve nuestros vídeos, queremos que digan: “He aprendido tanto como podría haber aprendido con cualquier otro medio”.

Pero este punto también es donde nuestra misión entra más en lo físico. Por un aparte somos un sitio web, pero hemos entrado en una discusión más amplia sobre qué es un aula y cuál es el mejor uso posible para ella. La mitad de lo que hablo no tiene que ver con el software de Khan Academy; es la idea general de que ya nadie debería estar dando clases magistrales. La idea es quitar las clases del medio, para que cuando los seres humanos se reúnan en un aula lo hagan para resolver problemas.

Se ha convertido en el educador del que más se habla en el mundo. Pero ni siquiera tiene formación pedagógica. Eso ha molestado a algunos, ¿verdad?

Mire, la pedagogía se parece mucho a la economía. Podría encontrar dos doctorados en educación que se encuentran en polos completamente opuestos. Es como los keynesianos frente a la escuela de Chicago en economía. Es algo que se observa en el debate sobre las Nuevas Matemáticas frente a las viejas matemáticas. Las guerras matemáticas llevan librándose décadas. Se odian. Se gritan unos a otros. Nosotros intentamos no ser dogmáticos.

Gran parte de las críticas que he recibido dicen: “No existe una poción mágica. La Academia Khan no va a resolver los problemas de la educación”. Y estamos cien por cien de acuerdo con ello. Al mismo tiempo, creo que estamos justo al inicio del primer tiempo del partido. A lo largo de los próximos cinco años vamos a invertir mucho, más que nadie, en analíticas que permitan una evaluación dinámica. ¿Qué sabe un alumno? ¿Qué es lo que no sabe? ¿Cómo de eficaz es el tutorial? Eso es lo emocionante. Esa es la posibilidad de experimentar a la velocidad de Internet con volúmenes de datos a la escala de Internet. Lo que se observa ahora en Khan Academy es, en forma de aproximación y en bruto, el punto donde estaremos dentro de 5 o 10 años. Y ni siquiera eso será la poción mágica. Pero estaremos yendo por el camino adecuado.

En su declaración de misión, habla de educación ´para cualquiera´. No dice para ´todos´. ¿Qué ha aprendido sobre la demanda real de conocimiento?

No creo que pensara tanto en ello cuando lo escribí. Cuando empecé esto, pensé que podría ser interesante para personas como yo cuando tenía 12 años, bastante motivadas. Y quién sabe cuántas de esas personas existen. La mayoría de los sitios para personas motivadas tienen como mucho decenas de miles de usuarios. Nosotros nos acercamos a los 6,5 millones de usuarios únicos al mes. Pero si nos fijamos en el grado de implicación –quién está muy metido en esto y pasa mucho tiempo viendo los vídeos- pues son un par de cientos de miles.

Lo más importante que he aprendido, y lo vemos en las aulas, es que quienes están motivados y quienes pueden implicarse forman un grupo mucho mayor de lo que pensábamos en un principio. El principal motivo por el que los estudiantes se desmotivan y abandonan es que están frustrados. Están en una clase de álgebra, pero no tienen una buena base en preálgebra o aritmética. La información les pasa por encima y no se están enterando. Así que se dedican a montar el número al fondo de aula. Y creo que es algo que pasa universalmente.

¿Cuál es la mayor presión a la que se ve sometido que vaya en contra de su misión?

Eso nos lleva de vuelta a la primera pregunta, la parte de la gratuidad. Tengo que recolectar recursos para este esfuerzo. Y si me dedico a eso, entonces no me dedico a hacer los vídeos o a ayudar al equipo con el producto. Muchos de los directores de organizaciones sin ánimo de lucro son personas cuya labor es dedicarse a recaudar fondos. Ese no es mi caso, pero lo hago de todas formas. Así que es una tensión. El año que viene nuestro presupuesto será de 10 millones de euros y pagamos bien a la gente. Pero no damos opciones de acciones. La gente que trabaja aquí tiene que sentir que vamos a seguir aquí. Intento que tengamos ese recorrido.

Fuente: Technology Review

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