jueves,18 agosto 2022
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Sector liberalizado en la UE

¿Tiene sentido la internacionalización de la empresa pública? El caso de Renfe Operadora

Presidenta del Consejo Editorial en Ibercampus. Controller experta en digitalización de procesos.
Renfe Operadora es una empresa pública cuya actividad se centra en el desarrollo de las operaciones ferroviarias de pasajeros y mercancías. Su plan estratégico 2021-2028 incluye la internacionalización de las operaciones, no en trayectos para mejorar la movilidad entre España y el extranjero, sino en trayectos propios de los países en los que invierte. La compañía ya venía desarrollando planes de internacionalización en Arabia Saudí y Estados Unidos, si bien, con la liberalización del mercado en la Unión Europea, parece que su idea es expandirse mucho más. Pero mientras tanto, ¿qué ocurre con los servicios públicos en España?

Renfe es de esas empresas a las que tengo cariño. En el año 2006 hice un trabajo de investigación en la universidad en el que tuve que hacer una valoración de la compañía con el método de flujos de caja. El profesor no me dejó elegir empresa, y después entendí por qué.

La antigua Red Nacional de Ferrocarriles Españoles acababa de sufrir un proceso de escisión entre la infraestructura, lo que ahora es ADIF, y las operaciones, Renfe Operadora, donde además se liberalizó el mercado para el transporte ferroviario de mercancías, atendiendo a la normativa europea y más tarde o haría para pasajeros.

Hacer una valoración sin datos históricos y sin tener ninguna idea de modelización financiera, ni del sector, fue una tarea complicada, pero aprendí mucho por la inmersión (casi obsesiva) que hice en el tema. Desde entonces sigo las noticias del sector con mucho interés y últimamente, además, con mucho escepticismo.

En los últimos meses leo noticias sobre la internacionalización de Renfe como si se tratara de cualquier otra empresa que decide crecer y ampliar mercado, ya venía haciéndolo en el Ave Medina-La Meca y el desarrollo de la alta velocidad Dallas-Houston en Texas. Pero ahora, además, se trata de un Plan Estratégico de Internacionalización 2028, muy marcado por la liberalización del sector en la UE. Liberalización, no privatización. Es decir, cualquier empresa que cumpla los requisitios, puede acceder a ofrecer el servicio.

¿Pero tiene sentido que entremos al mercado de operaciones internacional?

A priori, un plan de internacionalización cuyo objetivo es obtener el 10% de los ingresos del grupo de mercados internacionales, no es una mala gestión. El problema y la clave de todo esto, es que estamos hablando de una empresa 100% dependiente del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y a mi modo de ver, su función social debería ser imperativa respecto a la rentabilidad de las inversiones, más aún, siendo el ferrocarril un elemento estratégico en la transición hacia una economía y movilidad descarbonizada, en la que tenemos mucho que avanzar en territorio nacional.

En Agosto de 2021, Renfe comunicaba la adquisición del 50% de una compañía checa que opera en República Checa, Eslovaquia, Polonia y algún trayecto en Alemania.  En la nota de prensa de este hito, la compañía comunica:

«Como consecuencia del actual proceso de liberalización del sector ferroviario, Renfe se ha marcado como objetivo en su Plan Estratégico conseguir un mayor grado de internacionalización de la compañía.

La entrada de Renfe como socio principal en el accionariado de Leo Express tiene un beneficio directo para la compañía española, como es tener actividad en tres países europeos más (República Checa, Eslovaquia y Polonia) y disponer de los recursos y licencias para acceder al mercado alemán.»

Después hacían mención al efecto arrastre de la industria ferroviaria española. Pero yo me pregunto, ¿están seguros de que la industria ferroviaria española necesita ese efecto arrastre? Las empresas ferroviarias españolas ya tienen una gran presencia internacional en las licitaciones de muchos países, tal vez ese efecto arrastre de la empresa pública debería centrarse en mejorar las lineas de media y larga distancia españolas o en ampliar el horario de cercanías de las grandes ciudades, por ejemplo.

Recientemente, Renfe publicaba en su blog, la idea de expandir sus operaciones en Francia, para lo que ya ha abierto una Oficina de Representación (primer paso de internacionalización de empresas), con el objetivo, «no solo avanzar en corredores de alta velocidad a nivel comercial, sino también en las líneas regionales (TER, por las siglas en francés), que cubren trayectos en diferentes zonas del país en condiciones de servicio público».

Insisto. Sería una gran decisión, por ejemplo, si Renfe cotizara en el Ibex, pero el caso es que no. Los accionistas de Renfe somos todos los españoles, que tenemos servicios públicos de movilidad muy desatendidos por nuestra propia empresa ferroviaria, que en lugar de invertir en mejorar la calidad del servicio, se preocupa en expandir su mercado fuera de nuestras fronteras. Esto puede tener cierto sentido si atendemos a las rutas donde Renfe ya tiene competencia en España, como en algunas lineas de alta velocidad, aunque la idea de un tren elitista no compagina con la idea de servicio público. Sin embargo, las rutas regionales siguen exclusivamente en manos de Renfe y el cliente no tiene la opción de elegir otro proveedor del servicio.

Las obligaciones de servicio público del servicio ferroviario de transporte de viajeros está estipulada por el Estado, no por Renfe, tal vez alguna de las que se encuentran desatendidas, no estén en este listado. Sin embargo, en realidad, todo queda en la misma casa y en el mismo Consejo de Ministros, puesto que es el Estado a través del Ministerio de Hacienda quien aprueba las inversiones de Renfe para convertirse en operador en el extranjero por participación en compañías o por inversión directa. ¿No debería replantearse entonces el concepto de servicio público en tiempos donde en los discursos prima la sostenbilidad?

El tren no es sólo el AVE, cuyo cambio de titular del billete ya supone un porcentaje importante del coste del billete y encontrar billetes en días de alta demanda es a veces misión imposible, porque el servicio público también mira la rentabilidad, como podría hacerlo Iberia, que fue pública y ahora es privada. El tren es una alternativa real al vehículo de combustión por carretera y al avión, y aunque en el transporte de mercancías no tiene el alcance que los procesos de logística requieren, en el transporte de pasajeros, sí podría utilizarse más si las lineas tuvieran, de verdad, intención de facilitar la movilidad sostenible de las personas.

Observo desde fuera tantas cosas que poder mejorar en los servicios y la gestión de Renfe antes de lanzarse a la conquista internacional, que me cuesta no ser crítica con estas inversiones. Echando un vistazo a las Cuentas Anuales de 2020 (últimas publicadas) veo que el informe de auditoría incluye una salvedad por riesgo en el registro de ingresos porque la reconciliación entre la contabilidad y la caja en los diversos canales de venta, se hace con complejos procesos informáticos y de forma manual. ¿De verdad no se les ha ocurrido invertir en digitalización para reducir estos riesgos? Lo exijo como ciudadana española y como stakeholder de una empresa pública.

Dice un responsable de Revenue Management (gestión de ingresos) en el blog de Renfe, que “el objetivo principal del Revenue Management es vender el producto adecuado al cliente adecuado, en el momento adecuado, por el precio adecuado. Dice después, «este análisis y ajuste de la oferta y la demanda no solo será clave en la recuperación de la normalidad según se avance en la salida de la crisis del Covid-19, sino también para enfrentarnos a otro gran reto, la liberalización y llegada de la competencia modal.»

Efectivamente, la oferta y la demanda son la clave en la gestión de precios y también de stocks en las empresas de bienes de consumo. La diferencia es que esa visión tan de escuela de negocios que a todos nos han enseñado, es óptima en gestión de empresas que pretenden maximizar el beneficio, pero es que la empresa de la que estamos hablando no debería centrarse en la rentabilidad como prioridad, sino en el servicio público con calidad de la manera más eficiente posible, es decir, servicio público al nivel que necesitan los ciudadanos en frecuencia, precios, facilidad de acceso, horarios, etc. con el menor número de recursos posible.

Porque si hablamos de rentabilidad y no de servicio público, no sé a qué esperan para privatizarla. ¿Acaso no estaremos allanando el terreno? Y si no, gestores de Renfe, si quieren jugar a ser empresarios, monten una empresa.

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