jueves,18 agosto 2022
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Un clásico que cumple cuarenta años

Umberto Eco: «Los grandes científicos no se avergüenzan de explicar bien las cosas»

Cuestión de estilo Cuestión de estilo
Se cumplen ahora cuarenta años de la aparición de un clásico de la escritura para comunicar ciencia. En 1977 Umberto Eco publicaba "Come si fa una tesi di laurea", que apareció traducida al español en 1982 bajo el título "Cómo se hace una tesis. Técnicas y procedimientos de investigación, estudio y escritura". La editorial Gedisa sigue publicando esta obrita, referencia absoluta para escribir una tesis doctoral, que viene a ser lo mismo que redactar el primer trabajo de investigación.

¿Cuántos títulos siguen vivos en un fondo editorial cualquiera al cabo de cuarenta años? Sinceramente, no lo sé. Aunque seguro que no muchos. Más bien pocos. En todo caso, los autores y obras que permanecen tienen más que ver con la creación literaria que con el ensayo. Y más con el ensayo que con manuales o libros de ayuda. Estos últimos sobreviven poco o nada. Pero aquí se dan dos circunstancias. Primero, que Umberto Eco (1932-2016) como autor (literario y ensayístico) es ya un clásico y segundo que, a pesar de ser ésta una obra menor, dio en la diana anticipándose en el tiempo. En 1977 la universidad ya no era un reducto académico para formar élites, porque se transformaba a pasos agigantados en universidad de masas. A pesar de eso, el acceso al doctorado, máximo grado académico, todavía estaba reservado para unos pocos. De ahí la anticipación. Faltaban 23 años para la implantación del llamado Plan Bolonia (2010), con el que cambiaría el modelo de universidad. Más o menos el mismo tiempo para la revolución de internet, solo comparable con la aparición de la imprenta. Hoy se defienden tesis doctorales casi como churros.

Lo primero que llama la atención en este librito es su lenguaje, claro y preciso, directo y sin retóricas, justo el lenguaje que Eco recomienda a la hora de ponerse a redactar:

Si leéis a los grandes científicos o a los grandes críticos veréis que, salvo pocas excepciones, son siempre clarísimos y no se avergüenzan de explicar bien las cosas.

Recomienda escribir para la humanidad, y no para unos pocos privilegiados (la comunidad académica). Y desmiente que decir las cosas de manera que todos las comprendan sea más fácil que escribir con términos técnicos cuando no se explican. Hace cuarenta años una tesis doctoral solo podía ser leída o consultada en una biblioteca universitaria. Hoy está disponible para cualquier persona en una pantalla de ordenador en cualquier lugar del mundo.

Y si ya sabemos que queremos escribir para que nuestro mensaje llegue cuanto más lejos mejor, podemos seguir algunos consejos más de Eco:

  • No seas Proust. No hagas periodos largos. O sea frases cortas. Evita el exceso de pronombres o subordinadas. Mejor una cosa después de otra, y no una cosa dentro de otra.
  • No disfraces tu lenguaje con el tema del que hables. El lenguaje de la tesis es un metalenguaje, es decir, un lenguaje que habla de otros lenguajes. Si la tesis es sobre Velázquez, no pintes. Y si es sobre la poesía de vanguardia, no escribas como un poeta. Cuando Marx se dirigía a los obreros de su época, no escribía como un obrero.
  • Llama a cada cosa por su nombre, aquel que todos puedan reconocer, el que no se presta a equívocos. Mejor el aparato de televisión que no la pequeña pantalla. Es decir, un lenguaje preciso y reconocible, que no se pueda interpretar. Ironías o metáforas pueden resultar útiles y ser aceptables cuando pensamos que el texto puede resultar así más incisivo o convincente. Pero si se usan, no se explican.
Si se supone que nuestro lector es un idiota, no se usan figuras retóricas, pero usarlas explicándolas es llamar idiota al lector. El cual se venga llamando idiota al autor.
  • Lenguaje formal siempre. No hay lugar tampoco para exclamaciones, puntos suspensivos (salvo para expresar que ahí falta texto) o mayúsculas empleadas a modo de énfasis: Son propias de escritores aficionados.

Una de las curiosidades que presenta a nuestros ojos de hoy este manual está en el último capítulo, La redacción definitiva, que se nos presenta escrito a máquina. ¡Claro! No había ordenadores y todavía menos procesadores de texto o programas de texto. Entre las recomendaciones aparece el uso de subrayados y mayúsculas, que hoy sustituiríamos por cursivas y negritas: Las máquinas de escribir solo tienen letra redonda. Cierto.

Y entre sus mejores consejos, el de que practiquemos la humildad científica, cualquiera puede enseñarnos algo: No he dicho que las mejores ideas –en el proceso de investigación– vengan de los autores mayores. Y el orgullo científico, que concierne al esfuerzo de la redacción final. No tienes derecho a ser indeciso. La redacción final tiene que ser categórica. Humildes y prudentes, sí, antes de pronunciar palabra; pero altaneros y orgullosos cuando la hayáis pronunciado. Dice Umberto Eco: No os mostréis llorones, que resulta aburrido.

Lo dicho, un clásico.

@Badia_Javier

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