Para la investigación, además de utilizar diferentes métodos estadísticos, los autores compararon dos períodos de tiempo, de 1990 a 1999 y de 2003 a 2012, en los que descubrieron que los veranos de calor extremo (en los que las temperaturas superan en un 1,6 grados la media histórica) podrían ser más frecuentes.
Los expertos señalaron que las posibilidades de que haya un verano con temperaturas similares a las de 2003 ha aumentado de uno cada mil años a aproximadamente uno cada 127 años. El experto del Met Office, Nikos Christidis, coordinador de la investigación, afirmó que, para los años 2030 o 2040 y con las continuas emisiones de gases de efecto invernadero, es posible que los veranos de extremo calor sean más frecuentes.
Respecto al impacto socio económico que puede tener este fenómeno, Christidis puntualizó que "dependerá de lo preparadas que estén las sociedades para lidiar con estos extremos". Además reveló que el objetivo de su equipo es facilitar pruebas científicas de que el clima cambia y servir de base para tomar decisiones.
Por su parte, el experto Peter Stott, coautor de la investigación, dijo que las proyecciones de futuro sugieren que para finales del presente siglo los veranos como el de 2003 se considerarán como fríos. Con las temperaturas en marcada trayectoria ascendente, los veranos de extremo calor en Europa podrían ser habituales en el futuro próximo, subrayan los investigadores en el estudio.