La denuncia, según ha confirmado ahora a eldiario.es el bufete neoyorquino Morelli, que defendió a la afectada, fue retirada tras un acuerdo entre las partes del que no se ha revelado lo pagado por Zara a la denunciante. El caso se conoció el pasado 14 de noviembre. Lo desveló el New York Post, y rápidamente saltó a los medios de comunicación del resto del mundo. Tras el revuelo mediático, la demanda, según la documentación disponible en la página web de la Corte Suprema de Nueva York, tuvo una vida muy corta. Se retiró de forma "voluntaria" el pasado 22 de noviembre, apenas once días después de presentarse y una semana después de difundirse en los medios, aunque en principio fuentes de Zara dijeron y algunos medios españoles como Telva publicaron que "el ticket de compra del vestido data del mes de julio, por lo que ese modelo llevaría varios meses en el armario de la joven, por lo que sería difícil saber el origen exacto del ratón".
A preguntas sobre los motivos de la retirada de la demanda, la multinacional ha rechazado hacer comentarios, mientras que el despacho Morelli, especializado en este tipo de casos, se limita a señalar que se llegó a un "acuerdo" extrajudicial entre las partes, sin dar más detalles. Este tipo de acuerdos suelen ser de mediación, extendidos en los Estados Unidos y que ahora la justicia española intenta fomenta para desatascar los tribunales.
Tras la presentación de la demanda, el abogado de la afectada, Adam Deutsch, criticó que "Zara pone los diseños que están de moda tan rápido en sus estanterías que es posible que le estén fallando los mecanismos de control en las fábricas donde produce". La demanda reprochaba a la multinacional su "negligencia" a la hora de confeccionar la prenda.
La demandante, que entonces tenía 24 años, aseguraba que, tras ponerse el vestido por primera vez el pasado 16 de agosto, había hallado un roedor muerto de unos cinco centímetros de longitud entre las costuras de la prenda. Según la etiqueta, el vestido, de color negro, había sido fabricado en Turquía. Fiesel pagó por él 40 dólares el 5 de julio de 2016 en una tienda de Zara en Greenwich, Connecticut.
La demandante reclamaba a Inditex una compensación económica por daños emocionales y por una supuesta erupción en la piel motivada por el contacto con la pata del animal muerto, diagnosticada, según ella, como "enfermedad de roedores".
"Noté que algo me rozaba la pierna y pensaba que era una costura. Cuando fui a tirar de ella, vi que no era un hilo, y que había algo más dentro. Al principio pensé que se les había quedado un sensor, pero cuando le di la vuelta al vestido vi que en realidad era un ratón", declaró Fiesel al Post.