viernes,19 agosto 2022
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¿Pseudo-ciencia?

5 cañonazos contra la economía

Futurolandia
Soy un enamorado de la ciencia económica en general y de la modelización empírica cuantitativa en particular. Pero entiendo que sólo tienen sentido si se admiten sus limitaciones y se ponen a disposición de la sociedad en general. Por eso me gusta leer y contestar a críticas, incluso exageradas o sesgadas, como las que hizo, hace unos días, un profesor de filosofía de James Madison University en Virginia (https://aeon.co/essays/how-economists-rode-maths-to-become-our-era-s-astrologers).

El profesor Alan Levinovitz mezcla muchos temas y muestra su escaso conocimiento de Economía, pero abre críticas que sé son compartidas por otras muchas personas, dentro y fuera del ambiente académico universitario. El título de su artículo: The new astrology. Su subtítulo: "Bajo el fetichismo de los modelos matemáticos, los economistas convierten la economía en una pseudo-ciencia altamente retribuida". No voy a extenderme en comentarios técnicos profundos sobre sus críticas. Solamente añadir, para no especialistas, algunas consideraciones generales. Agruparé sus cañonazos contra la Economía en cinco puntos.

  1. Prominencia científica no justificada
  2. Pseudo-ciencia oculta tras modelos matemáticos
  3. Lenguaje críptico
  4. Fallos en teorías y predicciones
  5. Carencias éticas al servicio del poder

La primera queja es comparativa con otros campos del saber. Denuncia que la pasada crisis financiera ha reducido, en EEUU, recursos para sociología rural, filosofía, artes visuales, periodismo e incluso física, mientras se daba un bull market para los economistas académicos, especialmente en economía financiera y macroeconomía.

Es cierto, en general, que las sociedades dan prioridad, especialmente en tiempos de crisis, a campos del saber más cercanos a la solución de sus problemas materiales, relegando otros más ligados a la reflexión pura o las artes. De acuerdo en que una política cultural integradora debe defender a saberes discriminados negativamente por los mercados. Acepto que la Economía no tiene por qué valorarse, en sí misma, como una ciencia prioritaria, aunque tiene el plus de afectarnos a todos los ciudadanos en muy diversas aspectos de nuestra vida. Pero creo que tiene poco sentido que filósofos, periodistas o artistas echen sobre las espaldas de los economistas su posible éxito profesional.

La segunda queja es más trascendente y tiene seguidores con muy diferentes sensibilidades. En palabras de  Levonovitz "los economistas que racionalizan el valor de su disciplina, pueden ser convincentes, especialmente con el  prestigio y la matematización de su parte. Pero no hay razón para creer en ellos… Cuando la teoría matemática es el último árbitro de la verdad, resulta difícil ver la diferencia entre ciencia y pseudo-ciencia".

De acuerdo en que expresar en lenguaje matemático una teoría o utilizar avanzadas técnicas estadístico-econométricas para modelizar o predecir no es garantía de verdad. También en que pueden darse abusos en que la "vestidura" matemática es utilizada más por razones de prestigio académico que como apoyo potenciador de un razonamiento, teoría o modelo. Pero el contenido científico o no de cualquier campo del saber tiene más que ver con la aceptación de unos métodos de valoración de sus teorías, leyes y modelos que con su expresión matemática. No es garantía de verdad científica, pero el uso de matemáticas y técnicas cuantitativas en general, ha constituido un apoyo esencial para la evolución de los conocimientos en economía y gestión de empresas.

La tercera crítica va un paso más allá y acusa los economistas de utilizar un lenguaje críptico, obscuro, enigmático, que "crea una alta barrera de entrada para aquellos que quieren entrar en el dialogo profesional".

Sería absurdo negar que el campo económico (como el médico, la ingeniería o la sicología) tiene un lenguaje que dificulta la comprensión de los no iniciados. Es el tributo que hay que pagar para un entendimiento más rápido y preciso entre expertos. Pero muchos economistas somos conscientes de la necesidad de divulgar nuestros conocimientos, para hacer a la sociedad partícipe de los debates que afectan a tantos aspectos de su vida. Rigor en la terminología, no tiene que contraponerse a participación social.

El cuarto cañonazo va dirigido directamente a la linea de flotación: la Economía falla muchas veces en sus teorías y predicciones. Los economistas como "científicos sociales que destacan al producir explicaciones matemáticas de las economías, pero que fallan, como los astrólogos, en sus profecías".

Claro que en economía no hay leyes fijas ante una realidad cambiante y en que participan todos los tomadores de decisiones en gobiernos , empresas y ciudadanos del mundo entero. Las economías de los países dependen de entornos mundiales en sus componentes económicos, políticos, tecnológicos o geo-estratégicos. No somos portadores de la verdad absoluta, ni en nuestras explicaciones del pasado, ni en nuestras predicciones de futuro. Sólo tratamos de proporcionar nuestras mejores aproximaciones, como hacen los médicos, los astrónomos o incluso los filósofos.

Por último, queda la crítica de las posibles carencias éticas de los economistas, al servicio de los poderosos: "Demandar más honestidad parece razonable…Los conflictos de intereses son altamente problemáticos para la integridad científica de su campo".

No niego que  pueden existir condicionantes ideológicos y de interés personal o de grupo en el debate de muchas cuestiones económicas y empresariales, como los hay, para todas las profesiones, en temas legales, de medio ambiente, energéticas o sanitarias. Pero una economía sin ética y que no esté al servicio general de la sociedad es inadmisible. Confundir a los economistas con ídolos del dinero al servicio de los poderosos es, no ya una caricatura, sino una acusación disparatada. Ya sabemos que corruptos y faltos de principios éticos hay en todas las profesiones. Pero eso afecta al individuo y no caracteriza a una profesión.

Antonio Pulido http://www.twitter.com/@PsrA

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