«Como las ciudades, la Universidad se está viendo afectada por esa necesidad de generar imágenes llamativas», reconoce Antonio Fernández Alba, Premio Nacional de Arquitectura de 2003 y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid. «Pretenden ser objetos de deleite visual pero muchas de esas obras estrella a mí me parecen auténticas aberraciones y monstruosidades», lamenta.
«Eso es fomentar el estrellato por el estrellato», comenta el profesor de proyectos arquitectónicos de la Universidad Politécnica de Cataluña Antoni Ubach, que apuesta por «una arquitectura sencilla, pero no simple, que se adapte al cambiante metabolismo universitario».
José María Esteban, director de Infraestrucuras de la Universidad de Cádiz, coincide en el diagnóstico: «No me gusta que los campus se hayan convertido en un lugar de exposición por el error de buscar arquitectos con nombre para atraer a los alumnos».
Igualmente convencido de que estas obras faraónicas «son el mayor error que están cometiendo las administraciones universitarias», el director de la Oficina de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Santiago de Compostela, Arturo Campanero, señala algunos de sus inconvenientes técnicos. «La mayoría de estos edificios conlleva un enorme despilfarro energético, porque incluyen grandes superficies acristaladas que hacen que pases calor en verano y frío en invierno», plantea. Además, tiene constancia de que «la acústica de algunos es tan mala que el alumno no oye lo que dice su profesor».
Pablo Campos, profesor de Arquitectura de la Universidad Camilo José Cela (Madrid) y autor de la única tesis que existe en España sobre las características arquitectónicas y urbanísticas de los campus españoles, precisa que «esos problemas se producen cuando se anteponen los criterios de arquitectos estrella y los alaridos arquitectónicos por encima de la adaptación al lugar». Su tesis, presentada en 1997 en la Universidad Complutense, fue publicada por el Ministerio de Fomento tres años después con el título La Universidad en España: Historia, urbanismo y arquitectura. Durante ocho años, Campos recogió las características de los 114 campus que entonces existían y de sus edificios, para obtener una fotografía sobre las líneas generales en esos tres ámbitos.
La conclusión es que se da una heterogeneidad tan importante que no es posible hablar de un tipo de campus a la española, sino de tendencias más o menos mayoritarias. Aunque suelen estar vinculados a las ciudades, sólo uno de cada cinco campus está plenamente integrado en el casco histórico de la suya. Además, reinan la descentralización funcional y la dispersión de los edificios, la complejidad estructural, el eclecticismo y la reinterpretación del pasado, entre otras características.
Autores de varios edificios universitarios y de la ordenación de algunos de los campus españoles, cinco expertos analizan las claves a la hora de construir una facultad, un aulario, un laboratorio..
Pablo Campos
Profesor de la Universidad Camilo José Cela (Madrid)
Campos acaba de diseñar en Villamayor el segundo campus de la Universidad de Salamanca, del que adelanta tres detalles: «Es una apuesta de futuro que marcará un antes y un después en la dilatada historia de la institución, que se compromete con la calidad del espacio y de la naturaleza y que introduce el concepto de campus didáctico, en el que el diseño del propio campus y la integración de la vegetación autóctona y el río Tormes serán objeto de docencia y de investigación».
Campos esgrime una regla de oro que, según denuncia, no se suele tener en cuenta: «La calidad de la arquitectura universitaria es fundamental para la calidad de la educación». La pregunta cae por su peso, ¿qué se debe entender por calidad en esta materia? «La buena arquitectura es la que está adaptada al entorno urbano, climatológico, cultural, arquitectónico…»
En general, cree que «la asignatura pendiente en España es la planificación», ya que «no se ha asumido su valor como un aval de calidad y de flexibilidad para los cambios futuros».
Campos critica que se entienda la construcción de las universidades «a razón de los metros cuadrados necesarios para albergar a un número de alumnos», aunque vaticina que «la progresiva introducción de la cultura de la calidad y el proceso de Bolonia van a forzar una reestructuración del espacio físico de las universidades, quieran o no quieran». Frente a tantos defectos, una gran virtud: «Que después de ocho o nueve siglos en europa, la institución universitaria siga viva».
A. Fernández Alba
Catedrático de Arquitectura de la Politécnica de Madrid
Responsable del diseño del campus de la Jaume I (Castellón) y de la Escuela Politécnica y la Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá (Madrid), entre otras, asegura que «conseguir un buen edificio depende de que haya un buen cliente». Sin embargo, plantea que «pocas universidades estudian exhaustivamente un proyecto». Antes bien, «suele ser muy difusa la información que facilitan en los programas sobre las características que debe tener el edificio, si se va a destinar a clases teóricas o prácticas…» . Al margen de esta consideración, opina que el diseño de un buen campus pasa por «combinar espacios de convivencia y de diálogo con otros donde se pueda impartir docencia en diversos grados de experimentalidad».
Fernández Alba lamenta la enorme influencia que han tenido en España los campus norteamericanos, porque «no dejan de ser guetos aislados que, al no dejar de crecer, acaban generando una cierta anarquía en la planificación».
Igualmente, deplora «la construcción de campus en espacios residuales de la construcción de viviendas, en lugar de grandes espacios dedicados a la Universidad». Convencido de que «se debe conseguir un diálogo entre el lugar donde va a estar emplazado el edificio y las funciones que va a cumplir», apuesta por la rehabilitación de recintos históricos, que ocupan grandes espacios en las ciudades y ofrecerían un estupendo uso universitario»
Antoni Ubach
Profesor de Arquitectura de la Politécnica de Cataluña
Firma el diseño de la mayor parte de espacios y edificios de la Universidad de Lleida, además de trabajar, entre otros, en el de la Facultad de Medicina de la Autónoma de Barcelona. En su opinión, «para unos edificios sometidos a tanto cambio legal y de filosofía es muy importante la flexibilidad». Por ejemplo, «aulas rectangulares que sea posible convertir en laboratorios».
Según Antoni Ubach, la tendencia actual es implantar «campus con grandes aularios que puedan usarse por todos los estudiantes con independencia de qué carrera cursan y espacios especializados para la investigación». En cuanto a las bibliotecas, sugiere la conveniencia de instituir «bibliotecas centralizadas y en red, con un servicio de transporte de libros muy ágil», aunque cree que van a proliferar también «las zonas de estudio que no sean las bibliotecas, ya que éstas son muy caras y tienen demasiados controles».
Ubach se declara partidario de la integración en las ciudades. «En ellas hay muchas cosas que el universitario avispado y con ganas puede aprovechar», afirma. No obstante, advierte de que «si no se da la suficiente condensación de edificios, no se crea la masa crítica necesaria para favorecer sinergias».
ARturo Campanero
Responsable de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Santiago
Campanero considera que «la tendencia racional es ir hacia instalaciones más pequeñas que se integren en las ciudades aprovechando el patrimonio que ya pueda existir, como ha hecho la Pompeu Fabra, en lugar de campus grandes y alejados». A su juicio, esas reinterpretaciones «sirven de acicate para cambiar el rumbo en zonas deprimidas».
Además de las obras estrella, cree que uno de los defectos fundamentales de la arquitectura universitaria española tiene que ver con la ordenación de los campus: «en algunos, como el de La Coruña, hay errores de trazado que, por ser demasiado geométrico, no se adapta a la topografía y el medio ambiente». Según Campanero, la principal dificultad de diseñar espacios universitarios tiene que ver con su variedad: «Hacer un aulario es muy diferente a hacer una biblioteca o un edificio de investigación».
Estos últimos son los que dan más quebraderos de cabeza a los arquitectos. «A parte de la funcionalidad, hay que tener mucho cuidado con los temas de seguridad laboral, porque están trabajando con productos químicos peligrosos, bacterias…»
No obstante, relativiza la importancia de la arquitectura sobre la calidad universitaria: «las buenas universidades no se hacen sólo con arquitectura, sino con buenos profesores y con mucho dinero para equipamientos e investigación».
Jose María Esteban
Responsable de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Cádiz
Esteban parte de la convicción de que «el discurso que ha guiado la evolución de los campus es el mismo que el de las ciudades». Juzga, eso sí, que «la gran debilidad de la arquitectura y el urbanismo universitario español tiene que ver con un sistema económico concebido en torno al número de alumnos. Esto ha propiciado, según él, «la habilitación de grandes espacios que den cabida a muchos alumnos».
Sin embargo, cree que se está produciendo una evolución positiva en este sentido. «Ahora se tiende a valorar la calidad y a mejorar las titulaciones, integrando en los edificios universitarios las nuevas tecnologías de la información y la docencia», afirma. También están proliferando los «espacios más pequeños y más flexibles, que se adaptan a las necesidades futuras, ofrecen la posibilidad de compartir espacios…»
Otro cambio reseñable tiene que ver con «el abandono del discurso anglosajón de alejar el equipamiento universitario respecto de los núcleos urbanos para adoptar la integración europea en los cascos históricos». Ello permite, en su opinión, «aprovechar sinergias relacionadas con bibliotecas, teatros, transportes, cines…».
DECÁLOGO ARQUITECTÓNICO
1. Cuidar unos espacios físicos dedicados a la formación integral del ser humano. 2. Fomentar la motivación formativa y vivencial. 3. Evitar injerencias en la labor arquitectónica y urbanística. 4. Estrechar lazos con las ciudades. 5. Amoldarse al entorno geográfico, cultural…. 6. Reforzar el carácter de cada universidad. 7. Planificar rigurosamente para lograr la armonía entre todos los elementos 8. Fomentar el papel emblemático de la universidad y su vocación de producto artístico. 9. Tener en cuenta la capacidad de la arquitectura universitaria para revitalizar cascos históricos,recualificar las áreas deprimidas…10. Concebir la Universidad como un proceso.