En una alocución televisada, el presidente francés explicó anoche que el Estado dedicará 300.000 millones de euros a salvar las empresas y la ciudadanía, dejando paralizadas todas las demás grandes medidas legislativas en trámite, entre ellas la controvertida reforma de las pensiones. El Estado asumirá el pago de los créditos bancarios contraídos. También se suspenderá el pago de impuestos y cotizaciones sociales, de las facturas de agua, luz y gas, así como los alquileres. No quedó claro si esto último se aplicará a las empresas o a toda la población, pero Macron insistió en que “ningún francés quedará sin recursos”.
La alocución se produjo poco después de que los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (UE) no adoptaron este lunes medidas adicionales para paliar el golpe económico del brote de coronavirus, aunque han cifrado el impacto de las acciones fiscales ya adoptadas en el 1% del PIB y se comprometieron a tomar más si fuera necesario. Así, los socios comunitarios no han aprobado el plan de 400.000 millones de euros que pedían España, Italia y Francia y han apuntado que tomarán "cualquier acción política coordinada y decisiva que sea necesaria, incluyendo medidas fiscales, para apoyar el crecimiento y el empleo".
La declaración aprobada por el Eurogrupo tras una reunión por videoconferencia, en la que han revisado a las medidas ya anunciadas a nivel nacional y comunitario, señala que las medidas fiscales adoptadas hasta ahora por los Veintisiete representan de media el 1% del PIB para apoyar a la economía en 2020, al tiempo que se ha aprobado proporcionar liquidez por al menos el 10% del PIB, a través de esquemas de avales públicos y aplazamiento del pago de impuestos.
El Gobierno francés, tras el que se espera que siga algunas pautas este martes el español, deberá concretar su espectacular paquete de emergencia, cuya aplicación no va a ser fácil con una Administración que funciona a medio gas y, en gran parte, de modo telemático, según informa La Vanguarfia. Está por ver si los buenos deseos podrán ser aplicados a nivel práctico y cómo se articula junto con el menos ambicioso y probablemente más lento proyecto de los 400.000 millones del MEDE europeo, el European Stability Mechanism o ESM, organismo intergubernamental creado por el Consejo Europeo en marzo de 2011 y que funciona como un mecanismo permanente para la gestión de crisis y la salvaguardia de la estabilidad financiera en la zona euro en su conjunto. Este mecanismo entró en vigor casi al mismo tiempo que la unión bancaria europea, en octubre de 2012, sustituyendo las estructuras temporales que constituyen el Fondo europeo de estabilidad financiero (FEEF) y el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF).
Otra medida importante anunciada por Francia afecta a los taxis y los hoteles, que estarán a partir de ahora al servicio de las necesidades del esfuerzo sanitario. El Estado pagará sus servicios. Será movilizado el ejército, que montará hospitales de campaña en las zonas más afectadas por la epidemia, como Alsacia, y realizará otras misiones que sean necesarias, como el traslado de enfermos.
A nivel político, quedan suspendidas todas las reformas en trámite, empezando por la muy polémica reforma de las pensiones y la que iba a restringir el subsidio de desempleo. El Gobierno estará obligado a dedicarse en exclusiva a combatir el coronavirus. “Estamos en guerra”, enfatizó el jefe de Estado. También se aplaza el segundo turno de las elecciones municipales, previsto para el próximo domingo.
Medidas más severas para la restricción de movimientos
En cuando a las medidas de protección, Francia entra en una fase de restricciones de movimientos mucho más estrictas. Los desplazamientos sólo serán posibles para proveerse de alimentos, ir al médico, al trabajo, o realizar un cierto ejercicio físico, pero evitando los contactos. No estarán autorizadas las reuniones familiares o de amigos en la calle. Macron confirmó también el cierre de fronteras exteriores del espacio Schengen durante 30 días.
Los drásticos anuncios de Macron, sólo un día después de los comicios municipales, mostraron el grave error de haber mantenido la convocatoria. El presidente aún trató de justificarla diciendo que había “un consenso científico y político” para celebrarlas.
Si las elecciones debían servir para una consolidación del partido presidencial, La República en Marcha (LREM), el desenlace ha sido más que decepcionante. La candidata de la formación de Macron a la alcaldía de París, Agnès Buzyn, exministra de Sanidad, quedó tercera, con un 17% de votos, por detrás de la socialista Anne Hidalgo (30%) y de la conservadora Rachida Dati (22%).
El desastre para LREM ha sido aún más evidente en Lyon, donde había dos elecciones paralelas, a la entidad metropolitana y a la ciudad propiamente dicha. Para presidir la primera se presentaba el actual alcalde, el veterano Gérard Collomb, exministro del Interior. Éste logró un modesto 16,5% de votos, situándose en cuarta posición. Collomb fue uno de los pesos pesados socialistas que subieron al barco de Macron cuando decidió optar al Elíseo. En otoño del 2018, poco antes de que estallara la revuelta de los chalecos amarillos, abandonó el Gobierno para regresar a Lyon, donde volvió a ocupar la alcaldía que había ejercido ya durante 17 años. Los electores han castigado esa actitud caciquil de intentar perpetuarse en el poder.
Los comicios locales han visto emerger a Europa Ecología-Los Verdes (EELV) o a coaliciones en torno a ellos, que han ganado la primera vuelta en Lyon, Estrasburgo y Grenoble, entre otras urbes importantes.
Como único premio de consolación, LREM ha debido conformarse con su victoria en El Havre, donde se presentaba el primer ministro, Édouard Philippe, que había sido alcalde de la ciudad. Se trató de una extraña maniobra que sería incomprensible en otros países. Philippe concurrió sin voluntad real de ejercer de alcalde, sino únicamente para aprovechar su tirón personal y atraer votos para el partido del presidente.