Todo empezó en 1999, cuando 29 países firmaron
Diez años después, Bolonia o el llamado Espacio Europeo de
Polémicas al margen, ¿qué les espera a los estudiantes que estos días comienzan sus clases?
Por un lado, desaparecen licenciaturas y diplomaturas. En su lugar, nacen los llamados grados, que podrían definirse como un primer ciclo genérico con una duración de 3 o 4 años dependiendo de
Otro de los cambios fundamentales se produce dentro del propio aula. El objetivo es que el alumno gane protagonismo dentro de la misma, con lo que se va a intentar reducir el número de estudiantes por clase. La evaluación será continua, con lo que no basta con pasarse de vez en cuando por clase y aprobar el examen final. Las tutorías, seminarios o trabajos que el alumno hace en casa también serán contabilizados dentro del nuevo sistema de créditos a la europea conocido como ECTS. Por lo tanto, el papel del profesor en el aula también sufrirá una metamorfosis, y las clases magistrales irán perdiendo poco a poco peso en los campus.
Finalmente, no podemos olvidarnos de otra novedad significativa: el nuevo calendario académico a la europea que están adoptando cada vez más universidades y que consiste en un adelanto del comienzo del curso, unas dos semanas con respecto a lo que venía siendo habitual, y en que la convocatoria extraordinaria del mes de septiembre pasaría a realizarse en la segunda quincena de junio.
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