viernes,19 agosto 2022
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Ciberseminario 007 El espíritu del Voluntariado y de la solidaridad

El Envés
Los voluntarios sociales son mensajeros de la paz y ésta es inseparable de la justicia. Opus iustitiae pax

Como dijo, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar: “los voluntarios sociales son mensajeros de esperanza que ayudan a las personas y a los pueblos para que éstos se ayuden a sí mismos”, y que arañan unas horas de su tiempo para llevar a los más necesitados de nuestra sociedad ayuda, compañía y afecto.

Ya hemos asumido que el ejercicio exclusivo y principal del desarrollo integral de la persona y de la sociedad no compete ni al Estado ni a los partidos políticos ni a las diversas confesiones religiosas. Es el ser humano con su familia y sus amigos, en su entorno con su cultura y sus opciones libres en conciencia quienes, deben de ser los protagonistas de su desarrollo integral. Siempre cabrá la cooperación, pero nunca la imposición que no respete la libertad, la conciencia, la justicia y el derecho fundamental a buscar la felicidad, pues el ser humano ha nacido para ser feliz. Y la felicidad no puede imponerse de forma alguna. Si ser feliz, en última instancia, sería poder hacer lo que uno quiere, el camino pasa por querer libremente lo que uno hace. Y la felicidad, de cualquier forma, que la concibamos, tiende a la proyección de las potencialidades del ser humano en un desarrollo equilibrado de aquellas que le acerquen lo más posible a la plenitud de su ser como persona.

Solidario, etimológicamente, proviene de solidus, moneda romana de oro, consolidada y no variable. La palabra solidaridad se refiere a una realidad firme y fuerte conseguida mediante el ensamblaje de seres diversos. También de la responsabilidad asumida in solidum con otra persona o grupo. Las personas se unen porque tienen conciencia de ser personas, seres abiertos a los demás, porque son seres de encuentro y no meros individuos aislados, como atinadamente precisa López Quintás en sus comentarios al Libro de los valores.

De ahí que la solidaridad va unida con la responsabilidad y ésta depende de la sensibilidad para los valores. Estos no se imponen, sino que atraen y piden ser realizados. La solidaridad, prosigue nuestro autor, sólo es posible entre personas que en su conciencia sienten la apelación de algo que vale la pena y apuestan por ello. De ahí que la solidaridad implique generosidad, desprendimiento, participación y fortaleza. Cuando nos unimos a otros solidariamente vemos surgir en nuestro interior una energía insospechada y una especial alegría que da origen, genera, modos valiosos de unidad, ámbitos de libertad, de comprensión, de cooperación y de justicia.

 

José Carlos Gª Fajardo. Emérito U.C.M. Fundador de Solidarios para el Desarrollo.

 

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