viernes,19 agosto 2022
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¿Datos frente a energía como soporte de la renta básica universal?

Redacción
El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, visitó Alaska el mes pasado y elogió sus programas sociales, asegurando que "son una lección para el resto del país". Ante la pérdida de empleo por las nuevas tecnologías, el ejecutivo cree que la renta básica sería, en parte, la respuesta. La idea de garantizar una renta básica para todo […]

El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, visitó Alaska el mes pasado y elogió sus programas sociales, asegurando que "son una lección para el resto del país". Ante la pérdida de empleo por las nuevas tecnologías, el ejecutivo cree que la renta básica sería, en parte, la respuesta.

La idea de garantizar una renta básica para todo el mundo tiene muchos inconvenientes, pero una ventaja aplastante. Encarna el principio de que cada ciudadano es un valioso miembro de la sociedad y tiene el derecho a una cuota del patrimonio colectivo. Durante 500 años, esa convicción ha animado a los pensadores más radicales; el argumento comenzó a extenderse a partir de Utopía, de Tomás Moro. 

El concepto ha ido ganando protagonismo hoy en día, ante las quejas sobre la pérdida de calidad de vida, la concentración de riqueza y la posible amenaza de que el desempleo se convierta en algo generalizado debido a los cambios tecnológicos. Pero, durante medio milenio, la renta básica universal ha sido poco más que una utopía. Las principales objeciones están relacionadas con dos cuestiones. ¿Por qué debería la gente recibir un salario por hacer nada? ¿qué país se puede permitir algo así? 

Sin embargo, es posible diseñar un plan de renta básica que mantenga sus principales atractivos, reduciendo al mínimo sus inconvenientes. 

Durante más de treinta años, Alaska ha ofrecido un buen modelo de renta básica. En 1976, los votantes aprobaron una enmienda constitucional para crear un fondo de inversión permanente, financiado por los ingresos que recibía el Estado del incipiente boom del petróleo. Años después, el fondo comenzó a repartir un dividendo a todos los residentes que estuvieran registrados. 

En la última década, en función del rendimiento del fondo, el dividendo anual ha oscilado entre 878 y 2.072 dólares por cabeza. Se trata de una renta básica universal que se distribuye con independencia de cuál sea la contribución social o el nivel de riqueza. El plan no ha conducido a la indolencia de la población, como temen los detractores de la idea. 

El secreto reside en el adjetivo: básica y el proyecto ha ido ganando popularidad. En un reciente sondeo, los ciudadanos de Alaska recordaron las principales ventajas: ecuanimidad en el trato y en la distribución y asistencia a las familias con problemas. Un 58% de los encuestados se mostró a favor de pagar más impuestos para mantener el fondo. A pesar de sus recursos naturales, Alaska no se encuentra entre los estados más ricos de EEUU en renta per cápita. Sin embargo, como resultado de su dividendo, es uno de los más equilibrados económicamente y con los índices de pobreza más bajos. 

El mes pasado, Mark Zuckerberg, consejero delegado de Facebook, visitó Alaska y elogió sus programas sociales, asegurando que "son una lección para el resto del país". Al igual que otros empresarios de Silicon Valley, Zuckerberg cree que se destruirá mucho empleo por las nuevas tecnologías, como el coche autónomo. En un mundo así, opina, habrá que inventar un nuevo contrato social y la renta básica sería, en parte, la respuesta.

Hay una posible fuente de ingresos de la que Zuckerberg lo sabe todo: los datos. Los datos podrían hacer por el mundo lo que el crudo ha hecho por Alaska. A diferencia de casi todos nosotros, el ejecutivo tiene la influencia suficiente para abordar los problemas de nuestra era. Dirige una de las empresas más valiosas del mundo con 2.000 millones de usuarios globales. 

Tras sus declaraciones, Zuckerberg debería pasar a la práctica y crear el Fondo Permanente de Facebook, una especie de experimento de renta básica universal a mayor escala. También debería animar a que participaran otras empresas del sector, como Google. 

El activo más valioso que posee Facebook son los datos que sus usuarios aportan de forma gratuita antes de venderlos a los publicistas. Por tanto, parece justo que Facebook aporte una mayor contribución por beneficiarse de estos valiosísimos recursos generados de forma colectiva. A sus accionistas no les gustaría nada la idea, pero, desde los comienzos de Facebook, Zuckerberg siempre ha dicho que su objetivo es dejar una huella más que apostar por el crecimiento del grupo. Además, este gesto filantrópico sería la mejor campaña de márketing del siglo. Los usuarios de Facebook seguirían intercambiando imágenes sabiendo que cada clic contribuiría a un mayor bienestar social.

Este intercambio de datos por renta básica es sencillo y claro. La idea debería atraer a los ejecutivos de Silicon Valley. Muchos empresarios del sector temen la intervención del Gobierno, pero no está escrito en ninguna parte que los gobiernos sean los únicos que participen en la redistribución de la riqueza. "Deberíamos estudiar ideas como la renta básica universal", proclamó Zuckerberg en Harvard. Cierto, Mark. Inténtalo.

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