jueves,18 agosto 2022
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Ramón Tamames, economista, político y escritor

«El cambio climático será la revolución o el apocalipsis»

Redacción
Ramón Tamames (Madrid, 1933) es un sabio. Su conversación es una catarata de ideas, una clase magistral continua. Es técnico comercial del Estado, catedrático de Estructura Económica, firmante de la Constitución Española como diputado que fue entre 1977 y 1981, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, catedrático Jean Monet de la Unión Europea...Pero a los 82 años Miguel G. Corral al entrevistarle para ELMUNDO le ha encontrado profundamente preocupado por el cambio climático.

Su última obra, Frente al apocalipsis del clima, es un repaso a la historia de la lucha contra el calentamiento del planeta desde la Cumbre de Río de 1992 hasta el recién firmado Acuerdo de París. La cita bíblica que abre el volumen ilustra lo que Tamames considera el mayor problema de la Humanidad: «Ved lo que viene en las nubes del cielo… y se lamentarán todas las tribus de la Tierra». San Juan, Apocalipsis, 1,7. 

¿Nos enfrentamos a un apocalipsis?
 Yo creo que sí. Si seguimos a este ritmo de aumento de temperaturas, la situación va a ser insostenible. Vamos a tener una situación malísisma. En mi opinión, la caja de herramientas, que es el Acuerdo de París, se va a aplicar cada vez más porque la situación va a obligar a una revisión drástica de los objetivos de reducción de emisiones. El cambio climáticorevolución o el apocalipsis.
¿Se necesita más liderazgo?
Sí, tendrían que nombrar a una persona de mucho más nivel y con más conocimiento del mundo… por ejempo, un John Kerry que se quede libre ahora o un Laurent Fabius. Se necesita un nivel comprable al del Fondo Monetario Internacional, al fin y al cabo el cambio climático es más importante que el FMI. El secretario ejecutivo tiene que ser una persona muy fuerte, porque a los países hay que meterlos en vereda. Aunque se prevén revisiones de los compromisos, esas revisiones habrá que forzarlas en muchos casos.
¿Cómo valora el hecho de que se sumaran a la lucha contra el cambio climático los 195 países presentes en la Cumbre de París?
Eso es lo más importante para el acuerdo. Pero, cuando entraron China y Estados Unidos con el acuerdo previo en noviembre de 2014, ya tenían que entrar todos. En todo caso, la terminología norteamericana hizo que no se llamase tratado, sino acuerdo, para que no tuviera que pasar por el Senado de EEUU para ser ratificado, y eso le ha quitado fuerza.
Pero, ¿puede llegar a ser un nuevo motor económico mundial?
Todavía no nos hemos dado cuenta de lo que se propone el tratado. Es una revolución. Cambiar un sistema energético un 80% dependiente de los combustibles fósiles y convertirlo en fósil cero a final de siglo, aunque no lo dice el acuerdo, eso es una revolución. Los cálculos económicos que se han hecho hasta ahora no tienen sentido, porque tenemos un cronograma de 80 años para ir sustituyendo los combustibles básicos por las energías alternativas y eso requiere un estudio muy serio. El proceso de sustitución va a ser largo y tendrá que ser dirigido en cierto modo. La inversión va a ser brutal, pero forma parte de la inversión de una nueva era industrial, tampoco hay que echarse las manos a la cabeza. Muchas actividades se van a ligar a las renovables porque van a ser objetivamente más económicas, cosa que hasta ahora no sucedía y necesitaban primas.
 Las emisiones han crecido en España por primera vez desde el inicio de la crisis…
Sí, sobre todo por el carbón importado, que es de buena calidad y muy barato, así que a las compañías eléctricas les viene al pelo. Nos queda mucha negociación por delante. Arias Cañete se lo avisó a los empresarios cuando les dijo: «Ustedes no saben la que se nos viene encima». Un día habrá que tener un ministro de Energía que se reúna con las eléctricas para hacer un plan, para empezar a bosquejar cómo se van a ir reduciendo las emisiones. Y hay que hablar con la Federación de Municipios y Provincias para empezar a introducir el vehículo eléctrico. 
Pero España aún tiene un plan nacional del carbón…
Sí, parece que se acaba en 2018, aunque lleva más de 20 años de prórrogas. El carbón nacional se tiene que cerrar por razones económicas. Tiene un coste macroeconómico que se podría resolver socialmente con un plan de jubilaciones definitivas. 
¿Qué papel va a jugar la captura de carbono en el futuro? 
La idea de la captura y almacenamiento de CO2 está bien, pero se quiere plantear como una solución para poder seguir quemando. Por ahora, las soluciones no existen y estas técnicas son costosísimas.
 ¿Como valora el escándalo del fraude de Volkswagen?
Es una tomadura de pelo. Ahora hay un lobby muy fuerte en el Parlamento Europeo para rebajar las exigencias. Yo creo que lo conseguirán por un tiempo, pero a largo plazo el automóvil eléctrico es la solución definitiva. Las baterías están avanzando muy deprisa.
 ¿Es partidario de ponerle precio a la tonelada de carbono?
La idea de un mercado de carbono no me inspira gran emoción. Lo retrasa todo.
¿La contaminación es una buena manera de concienciar a la gente del cambio climático?
Hay emisiones de cosas que no se cuentan en el cambio climático y que son muy dañinas para la salud. La gente tiende a pensar que lo que sucede en Pekín se debe al cambio climático, y es sólo una parte. Una cosa es el calentamiento y otra es el aire dañino. Hay que vigilar las dos cosas, aunque, efectivamente, se pueden vigilar mejor pensando que si se resuelve la contaminación también se contribuye a solucionar el cambio climático.
¿La Ciencia tiene la llave de esta revolución que usted vislumbra?
La Ciencia es la base de todo. En tiempos de Arrhenius la Ciencia ya nos dio el primer aviso. Pero después Kieling con las mediciones de CO2 en la atmósfera desde los volcanes de Hawai también supuso un avance formidable. Y en nuestros días, el IPCC, que es un organismo muy baratito porque no cobra nadie, hace un trabajo formidable. Pero creo que debería tener también su propio proyecto. La Ciencia es definitiva.

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