Sin lugar a dudas, el conflicto es la razón de ser de la mediación y del mediador. Si no existiera el conflicto, no existirían ni lo uno, ni lo otro..
El conflicto es una realidad de la vida. De siempre y para siempre, ya existía cuando vivíamos en cavernas, y seguirá estando siempre con nosotros, pues forma parte de la esencia misma de la persona.
Es universal, endémico, inevitable y sustancial en la sociedad humana, pero también es la savia de la Literatura, el Teatro, la Filosofía, la Historia.
Tener conocimientos básicos de cómo funciona el cerebro humano, de cómo percibimos los acontecimientos, cómo se desarrollan los procesos emocionales, los procesos cognitivos y qué partes de nuestro cerebro están implicadas en la toma de decisiones, puede resultar un área de conocimiento bastante relevante, que nos puede aportar herramientas aplicarlas en los procesos de mediación.

Atendiendo a los modernos postulados de la “Neurociencia”, podemos decir que trabajamos con representaciones internas de la realidad. Esto, de una manera muy resumida podría explicarse de la siguiente manera. A través de los 5 sentidos procesamos en nuestro cerebro una pequeñísima parte de la información que se está produciendo en cada momento en el mundo exterior (“territorio”); más o menos, 1 de cada 10.000 datos, pues nuestro sistema neurológico no puede absorber más datos al mismo tiempo, y paralelamente, a la información obtenida se le somete a un nuevo filtrado, pero esta vez, en base a nuestros valores, creencias, experiencias, etc., obteniendo así una representación interna de la realidad, que es nuestra interpretación y que vamos a llamar mapa.

Siguiendo este razonamiento, estamos entrando en la esencia del conflicto, que no es otra que la diferencia de percepciones. Cuando ante una misma realidad (territorio) existen interpretaciones distintas (mapas) surge el conflicto.

Cualquier sistema de resolución de conflictos que se enfoque desde la postura del enfrentamiento, como es un procedimiento judicial, en el que las partes entran en conflicto, los abogados defienden y argumentan sus posiciones, y un juez dicta una sentencia, en la que da la razón a una parte (ganador) y se la quita a la otra (perdedor), va a generar una frustración a la parte que pierde que normalmente es el motivo de todo tipo de recursos y apelaciones que mantienen vivo el conflicto durante una eternidad, y es que como diría el filósofo, político y revolucionario francés Pierre-Joseph Proudhon ….
“La paz obtenida con la punta de la espada no es más que una tregua”.