jueves,18 agosto 2022
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Antonio Martínez Marín | Ed: Aranzadi, 308 pags, 45 euros

El Consejo General del Poder Judicial

Marga Peñafiel/ Redacción
España, frente a las declaraciones constitucionales del Estado democrático de Derecho y de la independencia del Consejo General del Poder Judicial, es un Estado arbitrario. Así lo indica el catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Murcia, Antonio Martínez Marín, en su libro ´El Consejo General del Poder Judicial´, quien considera que la politización de la Justicia es de tal gravedad que "imposibilita defender la existencia del Estado de Derecho, proclamada en la Constitución".

Las desviaciones o perversiones del principio constitucional de la independencia del Gobierno de los jueces y magistrados se demuestra n en las leyes, en la jurisprudencia y en los principios eternos del recto poder judicial.

Los responsables de esta enfermedad incurable y asfixiante para la sociedad tienen nombres y apellidos: los parlamentarios de los partidos políticos, de modo protagonista los del PSOE y PP; los vocales del Consejo del Poder Judicial; los magistrados designados del Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Audiencia Nacional y Tribunales Superiores de Justicia de las Comunidades Autónomas; y las Asociaciones judiciales, especialmente las de la Asociación Profesional de la Magistratura y la de Jueces para la Democracia, vinculadas a los nominadas formaciones políticas.

“El poder judicial ha sido desviado de su nota determinante: la independencia; el ‘golpe’ parlamentario a ese principio constitucional asestado por el PSOE de modo tan inesperado como consciente en 1985, ha causado de modo directo como indirecto varios efectos”.

Uno de ellos, señala el profesor Martínez Marín, “ha sido la endeblez institucional del poder legislativo ante el ejecutivo; sometido aquél a la voluntad de éste, las reformas del CGPJ han resultado ser las ocurrencias legislativas estériles y reiteradas de las mayorías parlamentarias de turno”.

Comenta igualmente que “los numerosos nombramientos de los altos cargos de la Administración de Justicia han sido realizados con el esperado criterio discrecional, rayano en la libre designación, en el que la vinculación política del candidato ha presidido la resolución nominativa”.

Otro efecto de lo que denomina “desviación constitucional”, es el de la percepción de la propia sociedad de esta politización de la justicia.

El volumen recoge una serie de propuestas reformadoras, entre las que se encuentra la de que los vocales de procedencia judicial del CGPJ sean elegidos por los propios jueces y magistrados, “en el que cada uno de ellos goce del derecho de ser elector y elegible en igualdad de condiciones”.

“Los privilegios electorales de las asociaciones judiciales –señala Martínez Marín- han de ser suprimidos a favor de una igualdad de oportunidades de acceso al cargo de vocal de los miembros no asociados, que todavía representan el 50 por ciento de la carrera judicial”.

En cuanto a los candidatos a vocales de adscripción extrajudicial, considera que deben ser propuestos por mitad a las Cámaras legislativas por los colegios de abogados de entre sus colegiados y por las universidades de entre los catedráticos de Derecho.

“Los electos deben comparecer y someterse a los interrogatorios de las Comisiones de Justicia de las respectivas Cámaras, que, con el consiguiente informe, elevarán este listado a los respectivos plenos, con lo que se cumpliría con la Constitución”, apunta.

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