viernes,19 agosto 2022
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El debate sobre robots e impuestos se extiende

Redacción
La revolución por la llegada de los robots a los puestos de trabajo ha empezado a percibirse en diversas regiones del mundo, en algunas compañías y hasta en restaurantes, donde las máquinas aparecen en cadenas de producción y automatización de tareas. En la Unión Europea ya están pensando como regular el cambio Se extienden dentro y fuera los debates como ¿los robots deben de pagar impuestos? ¿los parados generado por ellos tendrán rentas públicas mínimas? ¿Habrá ingresos públicos para ello?

En España, entre tanto, el Banco de España como la autoridad independiente fiscal (AIReF) han reprochado al Gobierno su exceso de optimismo en el cálculo de los ingresos de la Seguridad Socia, que presupuestó 50.000 millones más en cotizaciones de los que recaudó entre 2012 y 2017.  De entre las voces que últimamente han dado su opinión acerca de la revolución que se aproxima, está de la Elon Musk, quien dice que deberemos fusionarnos con las máquinas sino queremos ser irrelevantes. Y ahora la de Bill Gates, quien pide que los robots tengan las mismas responsabilidades fiscales que los humanos, como se hace eco Xataca.

Bill Gates se ha pronunciado sobre cómo deberían ser las cosas cuando los robots sean mayoría en los puestos de trabajo, un escenario que se pronostica será una realidad en la década de 2030. El ex líder de Microsoft menciona que si las compañías están convencidas en reclutar robots como fuerza laboral, esto representará consecuencias, y no sólo para los humanos, sino también para las mismas compañías, ya que éstas deberían pagar los mismos impuestos, como si tuviesen humanos. Esta lógica obedece a que las compañías que están optando por robots seguirán aumentando sus ingresos al reducir costes y aumentar la producción, por lo que cada robot debe ser gravado a un nivel similar, e incluso por encima que de un trabajador humano.Sin embargo, con la llegada de los robots no todo son malas noticias. Este movimiento permitirá que los humanos se liberen de cargas de trabajo que al final afectaban la salud física y mental. Esto nos dejarán ser partícipes en áreas que ahora mismo están siendo descuidadas, como la educación o el cuidado de ancianos o enfermos, que son tareas que requieren empatía y comprensión humana.

Es así como Gates está pidiendo que los gobiernos empiecen a trabajar en reglas claras ante la inminente llegada de los robots, ya que las empresas empezarán a ver beneficios por estos cambios a corto plazo, de ahí la importancia de fijar impuestos, o implementar la ya mencionada renta básica, porque así será la única manera de que la sociedad siga evolucionando.

Bill Gates menciona que necesitamos una sociedad educada y preparada para tareas complejas, ya que los trabajos físicos y no especializados serán los que se eliminen con la llegada de los robots. Esto también se puede traducir como una buena noticia, ya que el ser humano buscará la manera de ser mejor y no conformarse.

Para algunos expertos, sin embargo,  estamos en un extraño espacio político, donde tanto la izquierda como la derecha piensan que es una gran idea, pero no hablan de lo mismo.Para la derecha, significa barrer la burocracia, quitar elementos del estado del bienestar y reemplazarlos con una simple transferencia monetaria a los ciudadanos. Y el gobierno acaba ahí. En cambio, para la izquierda se traduce en mantener los colegios, el sistema de sanidad pública, y añadir dinero extra encima de todo eso. Son visiones muy diferentes y necesitamos tener una conversación seria sobre lo que verdaderamente supondría. Pero afloran muchas razones para apoyar la renta universal, pensando en que si los robots empiezan a eliminar puestos de trabajo en grandes cantidades necesitaremos un sistema muy diferente del estado del bienestar y la renta universal quizás sea la solución. Pero no la necesitamos todavía en ese sentido.

Sobre ello pronuncia en el diario.es Arsenio Escolar, indicando que la reflexión sobre el futuro de las pensiones ocupa cada vez más tiempo en instituciones públicas, partidos, sindicatos y think tanks. Entre las ideas que ahora se barajan, una que ya comenzó a debatirse hace un par de años: que los robots que están sustituyendo a personas en algunos empleos coticen a la Seguridad Social o que al menos aporten vía impuestos al erario cantidades significativas que permitan completar las políticas sociales, entre ellas el sostenimiento y mejora del sistema público de pensiones. Se sumó a ella hasta Bill Gates, el fundador de Microsoft, una de las grandes compañías aceleradoras de los procesos de automatización. "S i una persona hace un trabajo valorado en 50.000 dólares en una fábrica, esa cantidad es sometida a impuestos sobre la renta, impuestos de la Seguridad Social y todas esas cosas. Si un robot viene para hacer el mismo trabajo, pensarías que habría que ponerle un impuesto del mismo nivel ", comentó Gates.

La idea ha vuelto al primer plano del debate tras un estudio reciente sobre el impacto de la automatización en el empleo. Se titula 'Will robots really steal our jobs' (¿Realmente robarán los robots nuestros empleos?), lo ha hecho la consultora PwC y analiza la situación en 29 países. Las conclusiones, para el nuestro, son bastante inquietantes: en 2030, la automatización mediante robots de muchas tareas hará que el 34% de los empleos actuales estén entonces en peligro, pues se podrán hacer con máquinas inteligentes. Los empleados con menor formación y los sectores de transporte, logística e industria –y en menor medida los de alimentación y distribución- son los que mayor riesgo corren. El estudio de PwC confirma en gran medida lo que apuntaba otro de la OCDE que en 2016 situaba a España como el tercer país de entre los 21 de la organización analizados, tras Alemania y Austria, al que más afectaría la sustitución de empleados por máquinas con inteligencia artificial. 

En octubre de 2016, poco después del estudio de la OCDE, Pepe Álvarez, recién llegado entonces a la secretaría general de UGT, planteó en un acto sindical en Asturias que las empresas compensaran a la Seguridad Social, mediante una cotización o alguna otra medida similar, por la pérdida de empleos que se producía con los avances tecnológicos en las cadenas de producción. "Que los robots paguen a la Seguridad Social por los trabajadores que no están en las empresas", resumió Álvarez. 

El asunto no era nuevo. Por aquel entonces, en el Parlamento Europeo ya se trabajaba en una iniciativa similar, impulsada por los grupos de izquierda. Un texto aprobado en la comisión parlamentaria señalaba que "considerando que el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial puede dar lugar a que los robots asuman gran parte del trabajo que ahora realizan los seres humanos sin que puedan reemplazarse por completo los empleos perdidos" debería "estudiarse la posibilidad de someter a impuesto el trabajo ejecutado por robots o exigir un gravamen por el uso y mantenimiento de cada robot" para financiar el reciclaje profesional de las personas que perdieran su puesto de trabajo. En el pleno del Europarlamento, ya en febrero de 2017, los grupos de derecha rebajaron el texto. Se instaba a la UE a que legislara sobre robots y automatización, pero se eliminaban las referencias al impacto de la robotización en el mercado laboral y a los posibles impuestos para compensarlo. 

Ahora, tras el informe de PwC, Pepe Álvarez, el líder de UGT, insiste, y con más convicción. “Mantengo lo que dije. El debate está abierto, hemos de reflexionar sobre ello. Al PSOE no lo he convencido, a algunos dirigentes de Podemos sí”.

Su idea no la comparte su homólogo en Comisiones Obreras, Unai Sordo: “Nosotros más bien pensamos que si la robotización se implanta en las empresas es para mejorar la productividad, y que lo que hay que gravar es el beneficio empresarial con un funcionamiento mucho más activo del impuesto de sociedades”. El líder de Comisiones considera que “no hay que desincentivar la inversión tecnológica porque es necesaria para mejorar el tejido productivo español”. “Nuestra forma de buscar ‘la cotización de los robots’ es hacer que más empresas paguen realmente los impuestos que tienen”, concluye Sordo.

En CEOE tampoco están a favor de que los robots paguen impuestos. Consideran que hay que afrontar antes otras cuestiones derivadas del cambio tecnológico que en su opinión están afectando más que la automatización a la caja de la Seguridad Social: “La llamada ‘economía colaborativa’, que en ocasiones no es colaborativa, crea competencia desleal y no aporta cotizaciones sociales o cotiza muy poco”, en palabras de un dirigente de la patronal.

En sus conclusiones, el informe de PwC llega incluso a relacionar el auge de los robots y de la inteligencia artificial con los ingresos públicos y con un reparto también social de la riqueza generada. Propone que “además de invertir en educación, capacitación e infraestructura" se invierta "en redes de seguridad social más fuertes para aquellos que no son capaces de adaptarse fácilmente a la automatización".

PwC lleva incluso el debate más allá, al recoger también en sus conclusiones una idea "más radical" que "ha ganado fuerza en Silicon Valley y en otras partes del mundo en los últimos años como una manera potencial de mantener los ingresos de aquellos que salen perdiendo en la automatización". La idea de crear con parte de los beneficios extra generados por la robotización "una renta básica universal". ¿Por generosidad, por altruismo, por justicia social? No solo. Porque -dice el informe- "el consumo es importante para mantener la economía en marcha". 

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