jueves,18 agosto 2022
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El euro resistirá; los países, veremos

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La semana ha estado plagada de rumores y declaraciones sobre la eventual fractura del euro, admitida incluso por la canciller alemana Angela Merkel, al decir que "está en peligro". Poco parecía haber servido el anuncio del fondo de garantía de 750.000 millones de euros, cifra que multiplica por cinco el presupuesto europeo, de apenas el 1,2% del PIB, cuando los Estados miembros rondan el 45%. Los medios mejor informados esperaban una dura batalla entre Alemania y Francia, los dos motores de la UE-27. El escenario era la reunión mantenida ayer tarde, en presencia de los ministros de Economía y Finanzas (Ecofin), por el grupo de trabajo para el endurecimiento del Pacto de Estabilidad, disciplina de los países contra los que especulan los mercados desde hace meses, por imponer máximos del 3% en el déficit público y 60% en la deuda. Pero al final se ha impuesto la sensatez entre los participantes, si bien ello obligará a mayores ajustes en España y otros países.

 

Aunque de nuevo los líderes políticos van más lentos de lo que piden unos mercados que esta semana han recibido por fin gestos de cierta autoridad por parte de Alemania y los EEUU, la reunión terminó con algunos “consensos en el principio de aplicar sanciones financieras y no financieras” a quienes incumplan el pacto que garantiza la estabilidad del euro y el crecimiento de Europa, anunció el presidente  Herman Van Rompuy. Cuatro fueron en concreto los consensos, según añadió: “alcanzar mayor disciplina presupuestaria” (reforzar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento haciéndolo más riguroso y vinculante); “reducir las divergencias de competitividad entre los Estados, al menos cuando sean muy grandes” (lo que forzará especialmente a España a acentuar los ajustes, en aras de “alcanzar un desarrollo económico más equilibrado en la Unión Europea (clara advertencia al Reino Unido) y,  en particular, en la eurozona”“contar con un mecanismo efectivo de crisis para poder tratar con problemas como los que hoy tenemos en la zona euro” ( con “sanciones económicas y no económicas” para quienes incumplan, incluida la posibilidad de privarles del voto), y “reforzar la gobernanza económica, en términos institucionales, para poder actuar más rápidamente y de forma más coordinada y más eficiente”. Es decir,  lo que esperábamos hace más de dos meses, aunque esta reunión ha sido realmente la primera de una serie que no espera concluir hasta octubre, para involucrar no sólo a los 16 países miembros del euro, sino a la Comisión, los 27 socios y el Banco Central Europeo .

A la luz de estas declaraciones y con la perspectiva ofrecida por el libro Historia de la Unión Europea, escrito por el catedrático de la UAM Donato Fernández Navarrete y que empezaba a leer mientras las esperaba, pues debo presentarlo el martes 24 de mayo  en la Complutense, me reafirmo en las siguientes conclusiones de urgencia, optimistas para el futuro del euro y de la propia Unión Europea, aunque no así para alguno de sus países miembro:

  • El euro resistirá. De poco ha servido la insistencia de buena parte de la prensa anglosajona en el sentido de que el euro se rompe y no aguanta los envites de esta crisis de la deuda. Tampoco de quienes se unieron a la misma en los previos ataques a divisas europeas en 1992, cuando las comunidades europeas se disponían a dar el paso hacia la actual UE mediante el Tratado Maastricht. Maastricht. Entonces  los mercados castigaron el cierre de la integración económica y el paso que se daba en la integración política como respuesta a la reunificación alemana, la disgregación del bloque soviético y la previsible incorporación de países del Este. Hoy, cuando Europa es todavía más necesaria que entonces para la disciplina de las finanzas globales y la multipolaridad abre paso a los países emergentes,  vuelven esos operadores de los mercados que manejan cientos de miles de millones de dólares y han dicho en los últimos días que el euro está  vencido, como reiteraron gurús y premios Nobel. Aunque podamos compartir que los líderes del continente aún no han comprendido lo mucho que hay que hacer para salvar el euro, la crisis griega no va a provocar pronto el final de la eurozona. Precisamente porque el caos que generaría la desintegración de la U-16 sería tan enorme, sí se convertiría en una amenaza a la propia existencia de la UE-27. Esta va más allá de la simple unión aduanera o de libre mercado que pretende el Reino Unido, por mucho que ahora Cameron vaya en compañía del europeísta Clegg. Es una Unión Política, Económica y Monetaria  ” (…) nuestra respuesta y tabla de salvación en el desembocado proceso de globalización, en el que estamos creando formas nuevas de gobernanza con vocación universal”, como escribe en el prólogo de dicho libro Enrique Barón, ex presidente del Parlamento Europeo y catedrático Jean Monnet. Pero el libro citado dice que sólo es una organizacion internacional de carácter regional, aunque con características que la convierten en única en el mundo.

  • La supervivencia del euro paradójicamente será buena para EEUU y Reino Unido. Contra la ceguera de algunos intereses anglosajones, expresados sobre todo por la prensa, las finanzas y la política (el Senado norteamericano reclama por mayoría absoluta el freno a los préstamos del FMI, como si Europa no sumara tantos votos y aportaciones como las suyas), la salud del euro beneficiará a corto y largo plazo a ambos países, en estos momentos occidentales más endeudados del mundo en términos absolutos y relativos, por supuesto mucho más que Grecia y España, además de tener déficit públicos superiores a los nuestros, como cuantificaba en mi  anterior post. Además de tumbar el muro de contención de la especulación de los mercados, la ruptura del euro devaluaría las monedas de los países afectados y apreciaría la de ambos países, en contra de los intereses de los exportadores anglosajones, privados de competitividad. En lo que va de año el dólar se ha llegado a apreciar un 15%, desde 1,45 a los 1,25 euros de esta semana. Con una China siempre renuente a apreciar su divisa, esto haría más difícil, si no imposible, la corrección de los ya muy elevados déficit por cuenta corriente y la consiguiente necesidad que tienen EEUU y Reino Unido de importar capitales y seguir viviendo del ahorro externo. Las exportaciones de bienes y servicios de la UE son actualmente un 66% superiores a las de EEUU, mientras que las importaciones sólo quedan en un 19% mayores, en tanto que el PIB de la UE sobrepasa al de EEUU en un 40% y la población en un 63%, aunque el territorio sea la mitad. En ese caso de mayor pérdida de competitividad en favor de las divisas en que se fragmentara el euro, la UE no tendría un paro superior al 88% que el de los EEUU pero aumentaría el norteamericano. Por eso es una pena que la mayor potencia mundial en lo político,   lo militar (doble presupuesto que el de los 27 juntos ) y tecnológico… no apoye como en sus primeros momentos  a la actual UE,  gigante económico y enano político, como nos recuerda Fernández Navarrete.

  • Alemania gana liderazgo… ayudando a Francia, el otro motor de la UE. Pese a las  críticas principalmente francesas a la actitud de Merkel al prohibir unilateralmente el pasado martes las ventas en corto de títulos bancarios y deuda pública tomados a préstamo para luego recomprarlos a precios más bajos gracias al efecto causado por esas mismas operaciones especulativas,  Sarkozy y sus conciudadanos deberían agradecer el mayor liderazgo alemán de las últimas semanas, que tuvo además coste electoral. En primer lugar, porque los principales tenedores de los bonos de Grecia, Italia, España y Portugal son los bancos y fondos de pensiones franceses, cuyo riesgo asciende a 850.000 millones de euros, frente a los 520.000 de los alemanes. En segundo lugar, porque Alemania, con su propuesta de nueve puntos para blindar el euro, ha sido el promotor principal de dichos consensos de ayer, incluidas las sanciones y la apertura de procedimientos de insolvencia. Más que Sarkozy,  su ministra de Hacienda,  Lagarde, culpó también a Berlín y la canciller de alarmar a los mercados con la declaración de que el euro está en peligro.

  • Francia ha perdido otra oportunidad de agravar esta crisis. El otro motor tradicional de la UE, el país que preside Sarkozy, se ha quedado así sin la posibilidad de agravar esta crisis, también en contra de sus intereses. El libro citado documenta sobradamente que ha tenido un papel más oscuro del que se le atribuye generalmente, pues casi siempre ha sido protagonista de las principales crisis y parones del proceso de integración. He ahí otra gran paradoja: los diseñadores iniciales de la arquitectura europea fueron más franceses que alemanes ( Jean Monnet, Robert Schuman, Jacques Delors en décadas posteriores). Pero fue la Asamblea francesa la que en 1954 rechazó el proyecto de Comunidad Europea de la Defensa (CED), en cuyo artículo 38 se preveía una Comunidad Política de estructura federal. Fue igualmente Francia la que, durante la crisis de la silla vacía provocada por De Gaulle en 1966, no dudó en arriesgar la integración hasta que logró imponer la PAC a los alemanes, a cambio del mercado industrial y a costa  del  cheque británico. También la que más peros puso a las sucesivas ampliaciones, sobre todo la de España, y la que generó el fracaso del Tratado Constitucional.

  • Avanzan los ajustes contra la corrupción. Sin ese liderazgo de Alemania, hoy se necesitarían muchas más reuniones que las todavía previstas para que la autoridad de los estados se impusiera ante los mercados a la hora de realizar los ajustes pendientes de la corrupción , por mucho que el presidente francés estuviera en primera línea de las promesas formuladas hace casi dos años ante el G-20 para refundar el capitalismo, en los que durante los últimos días ha retomado la tarea Barak Obama con su pulso a la banca. Sin embargo, todavía queda mucho por andar a nivel internacional ante las próximas reuniones del G-20, pues en la práctica Europa ha ampliado el problema de la malversación de los fondos públicos: las medidas de apoyo al euro se han convertido en medidas de salvamento de los sistemas bancarios nacionales, que a principios de la crisis eran tan grandes en la UE como en los EEUU, aunque el oligopolio de los derivados sigue siendo norteamericano. Esa misma valentía reclama ser secundada por la UE, tanto evitando la migración de esas prácticas hacia Europa como frenando la aun mayor malversación que supone prestar desde el BCE dinero al 1% a quienes lo utilizan para especular con títulos de deuda por encima del 4%.

  • La geometría variable se impone en la práctica. Desde la silla de ruedas en la que anda hace 20 años, Wolfgang  Schäuble, el ministro alemán de Finanzas que  ha inspiradoras la nueva política de mano dura de Berlín, lleva camino de lograr con las sanciones en la UE-16 a los incumplidores del Pacto de Estabilidad la idea que lanzó sin éxito en 1984: la Europa de varias velocidades o de geometría variable. Quiere sintonizar este nuevo reglamento de la eurozona con las negociaciones internacionales para una regulación más estricta en los mercados financieros. Ahora piensa que sería mucho mejor si junto a Francia le respalda Gran Bretaña en su liderazgo.  “Si se quiere crear una organización federal, se tiene que tener bastante redistribución dentro de ella”, declaró antes de la reunión de ayer. “No se puede desechar llamándolo ‘una unión de transferencias’. Pero los Estados más fuertes y los más débiles tienen sus propias responsabilidades. Estamos pidiendo mucho a los débiles, pero los fuertes también tienen su responsabilidad, y tenemos que explicar eso también’.” En teoría  esa geometría variable ya ha sido consagrada por los tratados mediante las cooperaciones reforzadas introducidas en el de Ámsterdam y que en ningun caso han puesto en entredicho la identidad de los Estados, pese a que el modelo europeo de Estado-nación está en crisis (Francia y Gran Bretaña apuestan todavía firmemente por su primacía) y las regiones sólo se conciben como una división administrativa a efectos de cohesión.

  • Probado el fuen diseño del euro. El que ahora se revise y endurezca el Pacto de Estabilidad es una prueba de buen diseño inicial del mismo. Tan bueno que de los 15 países examinados en su convergencia nominal para entrar (inflación, tipos de interés, déficit público y deuda pública), sólo Grecia suspendió aquel exámen por no cumplir ninguno de los criterios exigidos, salvo el de pertenencia al mecanismo de cambios. Dinamarca, Reino Unido y Suecia se autoexcluyeron por diversos motivos. Grecía sólo logró entrar gracias a una segunda convocatoria, en enero del 2001. De aquellos polvos de  mal estudiante vienen los actuales lodos (especulación contra el euro y consiguientes propuestas para estabilizarlo y aplicar sanciones a los incumplidores).

  • El problema de la convergencia real. Si bien la convergencia real lleva generalmente a la nominal (por la que vela el Pacto en revisión), el libro citado nos revela que la primera apenas ha aumentado, aunque dice que tiende a hacerlo a largo plazo. Los cinco grandes concentran casi el 72% del PIB y el 63% de la población y los desequilibrios se han acrecentado en todos los órdenes, en especial el de la renta, aunque a los nuevos se les hizo converger en PIB per capita, como ocurrió con España y ahora con los países del Este, todos los cuales suman en población y PIB lo que España.

  • Un mercado interior estancado. Pese a la indicada gran proyección exterior de su mercado, el interior no ha alcanzado sus potencialidades e incluso está estancado en porcentaje de su comercio total. Ni se ha producido la esperada convergencia en precios, ni avanza como debía la liberalización de los servicios que canalizarn buena parte de las inversiones directas, ni la apertura de las adquisiciones públicas (del 11% al 20% del PIB de los Estados y el 16% del de la UE).

  • Resistencia muy indicativa. Esa resistencia a liberalizar incluso las propias adquisiones públicas, frenadas por la falta de transparencia y publicidadad, y por tanto vulnerables a la corrupción y al clientelismo nacionales, puede servirnos de indicador de las dificultades para lograr los necesarios  ajustes pendientes en la corrupción global y nacional, sin los cuales carecerán de credibilidad los ahora ineludibles ajustesl déficit y de la economía de numerosos países.

  • De la economía a la política, o al revés. Todo ello anima a buscar flancos de ataque a los especuladores, en su propia función de ajuste, revalorizada por la desregulación y multiplicada por la autorregulación que privatizó la corrupción en casi todo el globo. Esas fuerzas alientan las opiniones de que el euro fue siempre  más un romance político que un proyecto económico. Pero hay que reconocerles que siguen siendo un diagnóstico aplicable a todo el proceso de integración. Es innegable el carácter político del mismo. La unidad política, su objetivo inicial, hoy es más que nunca su principal reto. El problema, o quizá la solución, es que a la integración económica se le han confiado las demandas políticas, mas que a los propios ciudadanos, como nos recuerdan la reciente historia del euro y el libro que nos sirve para su análisis.  Menos mal que es también un proceso integrador abierto en el tiempo y el espacio, aunque hasta ahora gana en amplitud conforme pierde en intensidad.  Este parece ser el sino tanto de la unión económica, como de la social y la política. Estas tres avanzan en profundidad por este orden. Por eso una de las reflexiones sugeridas por los envites actuales es si no merecería la pena darles la vuelta.

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