jueves,18 agosto 2022
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Juan Cayón, Secretario General de la Nebrija

«El punto débil de la Universidad española es la resistencia al cambio»

ibercampus.info
El Vicerrector de Programas Internacionales y Secretario General de la Universidad Antonio de Nebrija, Juan Cayón, no se muerde la lengua en esta entrevista y analiza desde un punto de vista crítico las principales debilidades de la universidad española, a la que califica de "estatista" y "funcionarial".

-P.- ¿Por qué la Universidad española sigue ocupando puestos tan bajos en los ranking universitarios internacionales?

R.- La respuesta a esa pregunta seguramente sea compleja y en todo caso no exenta de polémicas. En mi humilde punto de vista, la Universidad española en general, dominada en un 90% del mercado por las Universidades públicas, está demasiado apegada a sí misma, es poco sensible a las necesidades de la sociedad a la que presumimos que sirve y se encuentra en muchos aspectos anclada en paradigmas ya superados hace mucho por nuestras competidoras extranjeras. El ejemplo más claro de lo contrario es lo que ocurre con las escuelas de negocios, mucho más activas y permeables a la modernización y la innovación. En dicho sector, España si que mantiene un pulso de cierto nivel con otras instituciones extranjeras. Pero claro, las escuelas de negocio son privadas o se gestionan de forma privada, fuera de las rigideces administrativas que impone el ‘status quo’ universitario.

P.- ¿Cuáles son, entonces, sus principales puntos débiles?

R.- El principal punto débil de la Universidad española en su conjunto, siempre desde mi particular visión de las cosas que gustosamente someto a contradicción, es la resistencia al cambio, propia de sistemas universitarios funcionariales en los que se adquieren las plazas “en propiedad”. Las mejores Universidades del mundo tienen a su personal constantemente sometido a la presión de la obtención de recursos de forma competitiva, a constantes controles de calidad percibida, en definitiva, a sistemas difícilmente compatibles con la Universidad funcionarial, obsoletamente estatista, española. Además, el modelo de financiación de nuestra Universidad, en el que los fondos públicos sostienen por igual a las Universidades con márgenes muy estrechos de impacto de la eficiencia de las instituciones en sus finanzas, es responsable en buena medida de la situación que padecemos.

No podemos olvidar que en nuestro país se entiende la educación universitaria como una extensión del derecho fundamental a la educación, que por tradición es gratuita o semigratuita. Los estudiantes universitarios que están en las universidades públicas reciben una ayuda del Estado que es independiente de su nivel de renta y de su capacidad, por lo que el grueso de la financiación institucional se produce sí o sí, llegando incluso a la aberración de crear o sostener universidades inviables por mero criterio de oportunidad política (no hay ciudad o capital de provincia que se preste que no tenga Universidad con un número siempre creciente de titulaciones). Más allá de la competencia, a mi juicio desleal, que supone en un mercado teóricamente liberalizado en el que también concurren instituciones universitarias privadas, la financiación cierta hace que muchos profesionales de la Universidad se limiten exclusivamente a esperar que vayan cayendo los trienios y quinquenios docentes por el mero transcurso del tiempo. La sociedad española se escandalizaría sin duda si pudiera conocer y contrastar los datos de horas de trabajo real y producción docente o científica del profesorado funcionario con no pocas y honrosísimas excepciones, y por desgracia para nuestra Patria, no puede decirse que los profesores universitarios, mayoritariamente, se dediquen tampoco a la investigación de calidad; no sólo el número de premios Nobel, sino de premios o resultados de investigaciones de alto nivel, es muy reducido y en muchos casos los profesores universitarios ni siquiera obtienen el reconocimiento de sus sexenios de investigación… En algunos ámbitos muy claros, y las disciplinas jurídicas y en general de las ciencias sociales es buen ejemplo de ello, la verdadera dedicación de dichos profesores se encuentra fuera de la Universidad, en sus despachos, consultoras, etc… que es donde obtienen rendimiento creciente a su esfuerzo y dedicación creciente.

P.- ¿Es Bolonia una oportunidad para intentar invertir estos bajos resultados?

R.- Sin lugar a dudas, los cambios que en teoría debería suponer nuestra integración en el Espacio Europeo de Educación Superior, serían una magnífica oportunidad para adecentar nuestra imagen internacional, pero ni en el mejor de los casos esto ocurrirá de forma generalizada. Cualquiera que lleve algún tiempo trabajando intensamente en la Universidad española, al menos desde puestos de cierta responsabilidad, sabe que al final son más los que piensan que hay que cambiar todo para que nada cambie. La orientación al alumno, a su proceso de aprendizaje, a la adquisición de competencias más allá de los meros temarios teóricos, etc… son aspectos que, honestamente, tienen poca atracción para el grueso de los docentes, y no olvidemos que los directivos de las Universidades son elegidos participativamente en el caso de las universidades públicas, por lo que no pueden permitirse el lujo de descontentar demasiado a sus respectivos electores… La reducción en el número de créditos y en las horas de clase “tradicional”, el aumento de los trabajos académicamente dirigidos, la creación de nuevos títulos más apegados a la realidad social, a la sociedad civil, o la formación en competencias a través de asignaturas específicas y no sólo “en el aula, como hasta ahora”, serían elementos reveladores de la verdadera intención de las instituciones.

Y mucho me temo que los hechos van a darme la razón. El próximo curso 2008/2009 será el primero en el que las Universidades podrán reformar sus planes de estudios y presentar nuevas titulaciones acordes con los principios del llamado proceso de Bolonia; veremos cuantas Universidades públicas avanzan por dicho camino y cualquiera podrá comprobarlo en los próximos meses. Las que lo hagan de forma decidida, serán sin duda las más innovadoras y punteras

P.- ¿De qué forma afronta la Nebrija todos los cambios que trae consigo la convergencia europea?

R.- El caso de Nebrija es un poco especial y créame si le digo que no es porque yo tenga aquí alguna responsabilidad. Es especial porque cuando el equipo rectoral que ahora estamos llegó, en Nebrija ya se habían adelantado a lo que luego se ha acordado en Bolonia. La limitación en el peso de la evaluación de los exámenes finales, la obligatoriedad de prácticas profesionales o la internacionalización eran aspectos que ya se contemplaban en la Universidad cuando el actual equipo gestor llegó aquí. Es verdad que hemos impulsado otros aspectos, evidenciando ante la sociedad nuestra sincera preocupación por el aprendizaje de los estudiantes y no sólo por su adquisición de conocimientos técnicos, como demuestra por ejemplo el hecho de que desde hace dos cursos, todos nuestros estudiantes con independencia de su titulación, deban seguir obligatoriamente el programa Lidera, que consiste en una serie de talleres de habilidades tales como técnicas de negociación, liderazgo o resolución de problemas, impartidos además por las principales consultoras de recursos humanos del país. La implantación este año con carácter voluntario del programa Lidera Internacional, con estancias en el extranjero, competencias específicas para entornos multiculturales, etc… es otro ejemplo que, como el anterior, en modo alguno surgen de la imposición o llegada de las reformas Bolonia, sino del convencimiento interno de nuestra Institución de dónde queremos estar en la formación de nuestros jóvenes.

Y en cuanto a la aplicación de las reformas legales recientemente habidas en materia de titulaciones, obviamente lo consideramos una enorme oportunidad de diferenciación que, en nuestro caso, vamos a aprovechar decididamente. De hecho, para el curso 2008/2009 esperamos contar con todas nuestras titulaciones actuales convertidas formalmente al modelo de Bolonia, ampliando además nuestra oferta académica con otras nuevas titulaciones complementarias que completarán el perfil deseable en nuestros estudiantes, siempre dentro del ámbito en el que somos conocidos y reconocidos en el mercado. Para ello, ya hemos avanzado en la reestructuración de nuestros centros con una gran Facultad de Ciencias Sociales y otra Facultad de las Artes y las Letras, hemos creado el Instituto Superior de Investigación Garrigues asociándonos con uno de los despachos jurídicos más activos del panorama nacional, etc… de modo que, sin renunciar a nuestro modelo de Universidad pequeña y especializada, podamos distinguirnos como siempre ha sido nuestro deseo por la excelencia, la internacionalidad y el contacto estrecho con la vida real de las empresas y la sociedad civil. Claro que en nuestro caso, al no ser una Universidad de tamaño monstruoso y contar ya con experiencia de años y convicción interna cierta de lo que hay que hacer, es más fácil llegar a ese punto, que pensamos es el adecuado en estos tiempos de globalización.

P.- ¿Los cambios que ha introducido la reforma de la LOU son satisfactorios para la Universidad privada?

En general creo que ha tenido más impacto la apertura de las titulaciones al espíritu Bolonia que los cambios que en su día se produjeron en la Ley Orgánica de Universidades. Por desgracia, el sistema sigue estando demasiado burocrátizado, se sigue sin solucionar el grave problema de la financiación y se han aumentado las barreras entre públicas y privadas en materia de profesorado, lo que a mi juicio constituye un ejemplo más de traba defensiva de un sistema general que tiene miedo al futuro. No obstante, por hacer alguna valoración positiva, ahora se añaden nuevos controles y requisitos a las Universidades privadas que, en nuestro caso, son siempre bienvenidos pues sólo servirán para hacernos aún mejores, y además creo que empezamos a ver creciente merma en los injustificados beneficios legales que hasta la fecha disfrutaban los centros adscritos a Universidades públicas. Pero no se engañe, los principales cambios de la LOU han sido para las universidades públicas, desde las universidades públicas, es decir, del sistema para el sistema, y por tanto, con escasa relevancia para la sociedad en términos prácticos. A los ciudadanos les importa poco la organización de los órganos de representación en las Universidades públicas o las modalidades y requisitos de contratación de profesores o acceso a las categorías funcionariales.

-P. ¿Qué encuentra un alumno en una universidad privada que no encuentra en la pública?

Esa misma pregunta nos la hacemos en las Universidades privadas a diario. Piense que debemos convencer a las familias para que afronten un coste muy superior al que tendrían que afrontar en una Universidad pública para la formación de sus hijos, salvo que éstos sean académicamente muy solventes, y sin embargo cada año crece el número de estudiantes que optan por las Universidades privadas y/o de la Iglesia para seguir sus cursos universitarios.

Indudablemente, el alumno de Universidad privada se encuentra con una preocupación por la calidad, con un trato personalizado, con menos alumnos por clase que en la pública sin que en ningún caso pueda hablarse de masificación, con un profesorado más accesible, generalmente más apegado a la realidad profesional, con sistemas de evaluación que fomentan el trabajo constante y no jugarse la calificación a una carta en un examen único, con unas instalaciones y medios generalmente mejores, y en general, con modelos de enseñanza mejor definidos, prácticas profesionales a lo largo de los estudios y mejor y más rápida inserción laboral al terminar los mismos. Eso es lo que de verdad preocupa a la gente normal. Algunas además añaden una impronta religiosa, que obviamente no es el caso de Nebrija pues nuestra institución, siendo respetuosa con todos, no se adscribe a ningún movimiento o asociación de tipo religioso. Todo ello, en conjunto, no es fácil encontrarlo en Universidades públicas y además no siempre supone un coste añadido en las privadas, pues todas las privadas tenemos líneas de becas, pero eso sí, sólo para los buenos estudiantes y generalmente considerado los recursos familiares. El dinero que nuestras fundaciones o las propias Universidades privadas dedican a becas, se emplea de veras en ayudar a quien lo merece, ya que como nos cuesta mucho ganarlo, nos gusta emplearlo bien.

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