Carcedo comentó que "hay que romper el silencio y hablar de suicidio para que deje de ser un problema oculto". Es necesario atraerlo a la órbita de la salud pública", ha asegurado la ministra en la inauguración de la jornada sobre prevención del suicidio
“Una realidad silenciada”, organizada por la
Confederación Salud Mental España en Madrid.
La ministra ha explicado que la
Estrategia Nacional de Salud Mental tiene como objetivos fundamentales sensibilizar e informar a la población, combatiendo estereotipos, ofreciendo testimonios en primera persona y visibilizando y dando apoyo institucional.
La Estrategia también contempla la detección precoz del riesgo de suicidio, donde desempeñan un papel fundamental los profesionales de salud mental, los equipos de atención primaria y los servicios de urgencias.
Carcedo ha defendido planes de formación y cursos homologados para los diferentes profesionales y agentes que intervienen en este proceso.
Es importante la consolidación del
Código de Riesgo de Suicidio, que permita que la persona identificada con riesgo grave de suicidio o tentativa sea atendida en un muy breve lapso de tiempo, ha destacado la ministra. "Las comunidades autónomas, por su parte, deben elaborar sus
procesos asistenciales integrados para una correcta y eficiente atención", ha añadido.
El suicidio es la primera causa de muerte por factores externos en
España. La tasa se sitúa en un
6,5 por 100.000 habitantes. En 2017, el número de suicidios
aumentó alrededor del 3% respecto al año anterior. La tasa en Europa es aproximadamente
13,9 por 100.000 habitantes al año, lo que lo convierte en uno de los mayores problemas de salud pública.
A nivel mundial, según la
Organización Mundial de la salud (OMS), cada año se suicidan alrededor de un millón de personas, lo que supone una
tasa de 16 por 100.000. O lo que es lo mismo: una persona muere por suicidio cada 40 segundos.
Detrás de estas cifras, como ha destacado la ministra,
"hay un drama humano y familiar". Según la
OMS, un suicidio afecta al menos a otras seis personas. Si ocurre en una institución educativa o en el lugar de trabajo, tiene impacto sobre cientos de personas. Así, se estima que cada año más de
22.000 personas supervivientes sufren las consecuencias trágicas y traumáticas de vivir un suicidio.