jueves,18 agosto 2022
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Incalculables laberintos

En el espacio urbano

José Ángel García Landa Vanity Fea
Una apostilla a unas ponencias sobre "La crisis del espacio urbano" en el Congreso de Filosofía Joven.

Estoy estos días asistiendo a ratos al Congreso de Filosofía Joven—no por joven, sino por filosofía. Como se ve por su web, participa de una estética e ideología podríamos decir que Podemista (como esa otra conferencia de Toni Negri que se organiza hoy en paralelo, "Instituir la Felicidad"… en fin, de eso se supone que va la izquierda utópica). Ayer estuve por la tarde en una sesión sobre el espacio urbano, en la que también abundaban las reflexiones de línea foucaultiana sobre el poder y el control.

En la sesión de debate yo propuse frente a algún modelo de ciudad que la presentaba como un espacio totalitario tomado, controlado por el Poder y el Sistema, una noción más relativista en la que el Poder está más distribuido y el Sistema somos todos. Si al final resultará que Goffman es más foucaultiano que Foucault.

El espacio público, pensado desde la teoría de los marcos, se multiplica y fragmenta en múltiples espacios públicos, asociados a cada uno de los actos interaccionales y a sus modalidades repetidas. Cada acto de interacción acota un espacio público diferente, según el tipo de acto, participantes, etc.—y a la vez excluye o margina a quienes no están ratificados como participantes. La exclusión la hacemos en cada momento por el hecho mismo de la teatralidad de la interacción, que pone a unos en el casting como actores y a otros como público. Por cierto que para Goffman toda interacción pública es teatral, y todo teatro tiene sus bambalinas. Todos tenemos zonas ocultas que retiramos de la interacción pública. De la superposición compleja de todas estas modalidades de interacción resulta no un espacio público frente a uno privado, sino una multiplicidad cambiante y galáctica de espacios públicos interaccionales, que —proyectados sobre el espacio físico— lo hacen difícil de gestionar. La arquitectura delimita marcos (habitaciones para acotar encuentros o actos, etc.) que son multiuso, pero nos vemos obligados a dejar la habitación porque se acaba el tiempo por las normas de uso. Siempre se pueden cuestionar, pero siempre ha de haber ámbitos de decisión donde se decida cómo gestionar esos espacios públicos, y pretender apropiarse del espacio de decisión, o arrogarse directamente el uso del espacio público es…. pues eso, podemista o asambleario. Y supone un desprecio a la democracia representativa y las instituciones de gestión de lo público; aunque ese movimiento de protesta se disfrace de defensa de "lo público" es una apropiación indebida de lo público. En fin, que las plazas ocupadas pueden ser desalojadas por la autoridad competente cuando lo estime oportuno.

Más me gustó una ponencia de una italiana que presentaba la ciudad como vivida y asociada a la experiencia corporal y vital. Me recordaba al poema de Borges que cantaba María José Hernández.

Y la ciudad ahora es como un plano

De mis humillaciones y fracasos;

Desde esta puerta he visto los ocasos

Y ante este mármol he aguardado en vano.

Aquí el incierto ayer y el hoy distinto

Me han deparado los comunes casos

De toda suerte humana, aquí mis pasos

Urden su incalculable laberinto…

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