Estos datos coinciden con periodo marcado por el advenimiento de una quinta ola de la pandemia provocada por la COVID 19 que, aun así, no tuvo un efecto tan intenso en el empleo y la actividad como las anteriores gracias, entre otros factores, a las vacunas.
La abultada diferencia entre la constitución de empresas y quiebras (lógica en un mercado tan atomizado en sociedades de muy reducido tamaño) ha permitido lanzar mensajes optimistas a lo largo de los últimos meses que hablan de que España registra récords de emprendimiento.
¿Pero esto es así? En Ibercampus ya hemos puesto en cuarentena estos datos en lo que se refiere al autoempleo. Ahora toca hablar de lo que ocurre con el boom de nuevas empresas.
Un rebote desigual
Si ampliamos la comparativa hacia el conjunto de países europeos para los que hay datos disponibles en el segundo trimestre del año, 15 de los 27, vemos un comportamiento desigual entre quiebras y bancarrotas.
Sí podemos señalar que España era el cuarto país en esta lista tanto en incremento de creación de empresas como en quiebras. Pero estas últimas aumentaron más: en un 17,8% mientras las primeras lo hicieron en un 9,4%.

Sin embargo, podemos apreciar que esa volatilidad es menor en la media UE y en grandes economías como la alemana o la francesa. Nosotros, en este sentido, nos acercamos más a las economías del Este.
El efecto pandemia
Lo que tampoco podemos olvidar es que la crisis provocada por la COVID 19 no tiene precedentes, lo cual hace complicado lanzar predicciones que no sean más fiables que voluntaristas. Y esto se percibe con total intensidad al hacer el análisis de la serie histórica de la mencionada volatilidad.
Para visualizarlo dibujaremos una comparación entre la evolución de las quiebra y creación de empresas en España y en el conjunto de la UE tomando como referencia el primer trimestre de 2015, al que asignamos un valor 100.
Así vemos que, en estos 6 años, que coinciden con la recuperación de la crisis financiera, el patrón, en España y en la UE, ha registrado más creación de empresas que quiebras. Esto ha seguido siendo así para la Unión incluso durante los peores momentos de la pandemia.
Pero España se ha apartado de esta tendencia.
Aunque en el cuarto trimestre de 2019 ya se registró un pico puntual de bancarrotas, superando la tendencia de los registros de empresas, a partir del segundo trimestre ese comportamiento se consolida e intensifica.

Está por ver, a la luz del tercer trimestre, si esta situación se corrige y volvemos a una evolución similar a la europea y a la propia que España registraba antes de la pandemia. Pero hoy por hoy es prematuro vender una recuperación basada en la mayor creación de empresas ignorando su destrucción.