A pesar de no crear prácticamente robots comerciales, sino adaptaciones de equipos foráneos, España es una potencia investigadora con grandes perspectivas a corto plazo: cuenta con 42 grupos científicos muy activos, fundamentalmente de universidades y centros tecnológicos, según el Libro Blanco de la Robótica en España, publicado recientemente por el Grupo Temático de Robótica (GTR) del Comité Español de Automática.
Tal y como publica el diario El País, Juan Domingo Tardós, del grupo de Robótica de la Universidad de Zaragoza, recomienda a los investigadores que adecuen las aplicaciones científicas a las necesidades reales y, a las empresas locales, que arriesguen su capital en aplicaciones novedosas. Porque los beneficios que se obtienen cuando se ponen en marcha proyectos europeos es del 8%. "Nuestros investigadores en robótica son reconocidos en Europa y consiguen muchos proyectos y financiación, algo que no se refleja en las ayudas españolas", afirma Carlos Balaguer, coordinador del GTR y de la Red Nacional de Robótica.
Sin ir más lejos, la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) "cuenta con productos listos para comercializar", asegura el investigador en robótica Antonio Barrientos. Su grupo ha creado un robot que ayuda al médico a medir los temblores de los enfermos de Parkinson y que ha sido probado con 42 pacientes durante seis meses en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Mientras esperan a ver si llega algún inversor, el grupo creará una spin-off que adapte robots aéreos a tareas como la inspección del tendido eléctrico.
Por otra parte, el proyecto europeo Aware, liderado por Aníbal Ollero, responsable de robótica de la Universidad de Sevilla, lleva tres años desarrollando tecnologías que permitan integrar robots helicópteros con redes inalámbricas de sensores de bajo peso y consumo, que pueden estar fijos o ser transportados por personas (bomberos, por ejemplo) o vehículos terrestres.
A cuentagotas, algunos investigadores han podido transferir su tecnología. Como el grupo de robótica de la Universidad de Málaga (UM). La empresa Sener fabricará el brazo robótico para operaciones de laparoscopia diseñado por la grupo malagueño y que ha sido ensayado clínicamente con pacientes. Su innovación: "No es necesario ligar el dispositivo, una minicámara activada por voz, ni calibrarlo en cada intervención, explica Alfonso García-Cerezo, investigador de la UM. En tres años, la empresa espera vender 35 unidades.
La Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) es, por su pate, una de las que tiene mayor tradición en robótica y una parte de los esfuerzos de investigación se decantan hacia la vertiente asistencial. "Trabajamos en diferentes proyectos y prototipos de sistemas robotizados de ayuda a los discapacitados y de soporte a los procedimientos quirúrgicos en cirugía mínimamente invasiva", explica Alicia Casals, del Grupo de Robótica, Automática y Visión Artificial de la UPC.
El grupo de investigación de la Universidad Jaume I (Castellón) que en su día diseñó un robot bibliotecario que extrae libros de las estanterías, trabaja ahora "en un autómata que tome decisiones y manipule objetos cotidianos como el pomo de una puerta", cuenta Pedro Sanz.
Según el reportaje de El País, pronto puede que veamos coches que recojan pasajeros al llamarlos por el móvil. Aunque parezca futurista, será una de las pruebas de robots cooperativos con humanos del proyecto europeo Urus, coordinado por Alberto Sanfeliu, del Instituto de Robótica Industrial de Barcelona. Los futuros investigadores también se divierten. Esta misma semana, 200 estudiantes de la UPM han participado en la olimpiada de robots Cibertech 2007.