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Cooperar o salir,elección a pedir a los países de euro y UE

Europa y la sostenibilidad global post COVID urgen consenso y solidaridad (Consejo Ibercampus.es)

Redacción / Texto de 21-7-2020 con enlaces actualizados el 30-7-2019
Cuatro meses después de estallar la pandemia, los líderes de UE han necesitado cuatro días seguidos para al final reducir un 22% las transferencias a financiar con eurobonos luego amortizables con impuestos UE, desde 500.000 a 390.000 Entre amenazas de vetos, habrá hasta 750.000 millones de euros anunciados en mayo para ayudar a los más afectados por el COVID a recuperarse, presupuestos 2021-2027 también menores y un "Green New Deal" enmarcado con todo lo anterior en el Next Generation Plan.

Mientras las autoridades económicas del G-20 fracasaban este fin semana en un foro aún más amplio que debia igualmente contribuir a la cooperación internacional para superar la pandemia, los lideres europeos así podrán presentar a sus votantes como «históricos acuerdos» los escasos consensos logrados por la UE en su cumbre más larga y dificil tras la de Niza en el año 2.0000, cuando se aprobó una reforma institucional que recortaba las ansias del Tratatado de la Union Europea y de hecho ayuó a impedir que Europa se convirtiera mediante la agenda de Lisboa en la mayor economía digital o del conocimiento del mundo, como entonces decían sus líderes.Parte de esas ambiciones se diluyeron entre las resistencias del euroescepticismo británico y su cheque presupuestario, al que ahora se abonan Holanda, Suecia, Dinamarca y Austria, los mayores y casi únicos contribuyentes netos (aportan más de lo que reciben anualmente) del presupuesto europeo , aunque tambien tienen junto a Alemania los mayores superavit comerciales gracias a la unión de mercado con el resto. (En el anexo adjunto, texto íntegro de las Conclusiones adoptadas por el Consejo Europeo en su reunión extraordinaria de 17,18,19,20 y 21 de julio)

En ambos niveles, el proyecto de integración europea que representa la cuarta parte del mercado y el PIB mundial y el G-20 que añade a la UE a China y otros países emergentes para sumar hasta el 65% de la población y el 85% del PIB mundial, la pandemia de COVID 19 y otros riesgos globales no menores hubieran requerido  acuerdos más urgentes en el tiempo y contundentes en su contenido que los alcanzados el sábado 18 en el G-20 y del 17 a este 20 de julio en Bruselas por el Consejo Europeo de jefes de Estado o de Gobierno.

Las principales decisiones adoptadas por la UE han sido bajar de 500.000 a 390.000 las transferencias dirigidas a estimular la recuperación del COVID aunque aumentando los créditos para mantener los 750.000 millones anunciados desde mayo, elevar algo los presupuestos 2021-2027, fijar procedimientos para la aprobación y control de transferencias, y suavizar la formación de mayorías de voto para el conjunto de los presupuestos europeos 2021-2027, aunque sin suprimir de facto la unanimidad que rige para los presupuestos, pues cada país aunque no tendrá derecho de veto podrá pedir la suspensión de ayudas a la vista de su uso y las reformas emprendidas por los receptores. En conjunto, serán insuficientes para evitar las pérdidas de energías sufridas por la Unión en las dos últimas crisis económicas previas al COVID 19. Ante la crisis de las punto.coms, en los primeros años del presente siglo, la UE fracasó en su objetivo de la agenda de Lisboa 2000-2010 de convertirse en la mayor economía digital del mundo basada en el conocimiento, pues hoy todas las grandes digitales son norteamericanas o chinas. Luego, la larga crisis financiera iniciada en 2007, duró en Europa el triple que en Estados Unidos, China y otros países. Tributos pagados a la ausencia de mecanismos de consenso en las decisiones más relevantes y a la abundancia de burocracia en las accesorias.

En este contexto, la propuesta europea de Next Generation Plan no debe diluirse ni aplazarse más con debates necesarios pero a veces carentes de contenido, como el alcance de las ayudas y sus condiciones. Condicionalidad siempre existe cuando para acceder a los recursos cada uno de los 28 países miembros ha de contribuir conforme al tamaño de su economía, al igual que hacen desde el año 2000 los ahora 19 países socios de la Eurozona y del BCE. Ante los eurobonos, deberán avalar las emisiones de la UE, y ante los posibles impuestos digitales o al carbono, deberá facilitar el acceso a los mercados e indicadores para el cobro de esos tributos.

Tras el recorte de 110.000 millones a las transferencias para la reconstrucción impuesto por Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia subyacen los mismos problemas sufridos por el bloqueo impuesto por esos y otros países a los presupuestos 2021-2027, o en la crisis anterior a los mecanismos de rescate de los países más afectados y sus condiciones. Ahora quienes aportan más de lo que reciben en cada uno de esos presupuestos anuales han conseguido la posibilidad de obtener un cheque de devolución como el que tenía Gran Bretaña. Eso significa que ahora el tributo pagado al acuerdo ha sido la merma de la solidaridad interna en el conjunto de la Unión, que rehuye de nuevo ante la crisis del COVID el reto de mejorar la unión como zona monetaria óptima, lo que será una desventaja ante EEUU, China u otros estados-nación que además de unidad de mercado tienen uniones fiscales capaces de respaldar la moneda que soporta ese mercado.

La Unión Europea es aún desde finales de los años ochenta el mayor mercado del mundo en bienes y servicios en general, aunque con mayores fallos que otros en sus dos capitales básicos junto tras los capitales físicos y naturales (tierras, infraestructuras, edificios, máquinas, etc): el humano y el financiero. Su anomalía básica respecto a los demás es que los fallos en la libre circulación del capital humano o de los capitales financieros apenas pueden ser compensados por la solidaridad fiscal, que por lo que se ha visto este fin de semana en Bruselas será en el futuro incluso menor que en el pasado.

Esos problemas han sido acentuados en las últimas tres décadas por la emergencia de los gigantes digitales, empresas inexistentes en la crisis de los setenta y que hoy tienen un valor de mercado superior a los 25 billones, la cuarta parte del valor de todas las Bolsas mundiales. Su emergencia ha cambiado las reglas y relaciones, incluidas las fiscales; el estado-nación usaba la soberanía de su territorio para grabar con impuestos a personas y empresas que operan en el mismo, pero al empezar la segunda década del siglo XXI la había perdido: Amazon, Apple, Facebook y Google pagaban hasta 2.013 menos del 2,3% de sus ingresos por ventas fuera de los EE.UU. por citar solo a las principales. Pero la emergencia de nuevos espacios solo digitales ha disparado los beneficios y consiguiente valor bursátil de las empresas que gestionan esos nuevos territorios y acaparan información de todos sin dar siquiera los datos de sus ingresos allí donde operan. De ahí que hayan proliferado en la UE y su Eurozona los paraísos fiscales, que acaban de recuperar con Irlanda la presidencia del Eurogrupo  poco antes de que la justicia europea declarara ilegal el tráfico de datos de las digitales a raíz de la demanda de un ciudadano austriaco sobre quién Facebook reúne 1.200 folios con datos privados.

Para que  la Unión Europea salga reforzada de esta crisis como esperan y desean muchos europeos, entre ellos los expertos participantes en otro reciente debate  de la Fundación Alternativa, hace falta que se clarifiquen principalmente las relaciones fiscales en el conjunto de la UE y especialmente dentro de la Eurozona. Frente a cualquier huida hacia la nada, tanto ante el futuro de Europa como ante la sostenibilidad global post COVID, está resultando difícil el consenso. Muchos piensan que urge debatir para aclarar procesos. Otros, al ver demorar las soluciones, creen que plantar cara ante los insolidarios, señalandoles si no quieren cooperar el camino hacia la salida de la Eurozona o de la UE, la opción elegida por el Reino Unido del Brexit.

El consejo editorial de Ibercampus.es cree que los líderes políticos deben hacer mayores esfuerzos para resolver cuanto antes los problemas, sin pasar la pelota de su falta de consenso  a las empresas o la ciudadanía, cambiando las leyes fiscales obsoletas y los mecanismos de toma de decisión. No arruinar el progreso impulsado por las grandes digitales y tampoco a las clases medias que soportan con sus impuestos los esfuerzos de quienes aprovechan la falta de claridad para eludir sus obligaciones de contribuir a financiar la salud o educación o las infraestructuras, funciones todas ellas imprescindibles y aún más prioritarias tras la pandemia de COVID para que se relacionen las empresas con sus partes, entre ellos consumidores e inversores.

Esos problemas de contexto interno se retroalimentan ahora con la falta de gobernanza global. Los ministros de Hacienda y gobernadores de los bancos centrales del G-20 dieron en abril una respuesta débil al COVID, al rehuir estrategias de cooperación internacional y limitarse a sumar las ayudas fiscales y monetarias anunciadas por cada país, que entonces eran apenas de 5 billones. Ahora ese Foro del G20 (casi el 90% del PIB mundial) ha vuelto a intentar sin éxito esta misma semana un consenso, cuando tales paquetes de ayudas rozan ya los 15 billones según el FMI (el triple que entonces) y amenazan con incrementar las deudas públicas mundiales en un 30% del PIB de acuerdo con McKinsey.

Algunas economías de alta desigualdad como la mayoría de los emergentes del G20 (incluido en Iberoamérica México, Brasil y Argentina, o en Asia India e Indonesia) han seguido como los Estados Unidos en fase preelectoral la estrategia de centrar los apoyos en los hogares, no así España e Italia, que como Francia, Alemania y otros países europeos han preferido ayudar a las empresas. Por eso el correlato de una salida justa y sostenible a la crisis debe incluir también un mensaje similar al de cooperar o salir. Pero EEUU y China, lejos de atender la petición lanzada hace dos meses por Ibercampus.es de una trégua en su carrera en su guerra fría por la hegemonía, demoran soluciones al aumento de las deudas soberanas de los países más pobres, al tráfico de datos, a otros aspectos de la cooperación internacional en la reconstrucción como las patentes en vacunas u otros fármacos, la ética en el uso de la inteligencia artificial ( sobre lo que España acaba de nombrar un consejo asesor de 18 expertos) para resolver los acuciantes problemas de opacidad y ausencia  de libertades y de respeto a los derechos humanos por parte de los gobernantes.

Son los gigantes digitales norteamericanos y chinos los que generan elusión fiscal al usar su modelo de negocio para situar sus beneficios en lugares con mejores condiciones de tributación, y por tanto fomentan los paraísos fiscales que perjudican además de Europa a América Latina (que según CEPAL pierde al año porincumplimientos tributarios 325.000 millones de dólares) , África y Asia. Tienen más poder que muchos Estados y apenas pagan impuestos donde operan, por lo que no contribuyen a financiar los capitales humanos y físicos (educación, sanidad, infraestructuras) de los que sí se benefician. Por tanto, ya que EEUU utiliza la OCDE para demorar soluciones a esta ruptura de la cadena de valor tradicional, a la falta de relación entre valor añadido o beneficios y mercados donde se obtienen, el G20 debería asumir ese reto, pues de lo contrario  la dificultad de alcanzar consenso seguirá provocando que países como Francia o España hayan lanzado unilateralmente sus propios impuestos digitales nacionales, a veces inconexos y de distinta naturaleza.

Integran el Consejo Editorial de Ibercampus:

Eva Aladro Vico (@evaladro),

Francesca Angonova (@francescaangono),

Mario Arias Oliva (@ciudadano_mario),

Fátima Arranz  (@fatima_serieZ), Javier Badía(@Badia_Javier),

José Luis Barceló (@elmundofinan), Domingo Carbajo Vasco,

Matilde Cuena Casas @mcuenaca ),

Donato Fernández Navarrete,

Sonia Ferruz (@soniaaranzazu),

José Carlos García Fajardo (@GarciaFajardojc),

María Alejandra Grzona, 

Lucas Jiang,

Diego Isabel La Moneda (@DiegoIsabel1 ),

Javier Laquidain,

Rafael Martínez-Cortiña,

Gustavo Matías (@infolitico ),

Carmen Pérez de Armiñan García-Fresca,

Virgilio Samakuva

María Fernanda Sañudo Pazos,

Mar Souto Romero,

Carlos Trías Pintó,

Felicísimo Valbuena

Ángel Luis Vázquez Torres (@vaztoran),

Olivia Velarde Hermida,

Juan M. Zafra Díaz (@prensa14)

En proceso de incorporación se encuentran además:

Javier de Esteban  

Ahiliz Rojas

Carlos Uriarte

Se autoriza la reproducción parcial o total de este y otros textos de Ibercampus.es

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